Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Guillermo Riedemann |  David Bustos | Autores |
             
             
             
             
             
            
          
          Armando Rubio, Guillermo 
            Riedemann, Gonzalo Millán, José María Memet
            
            
          
          Entrevista 
            a Guillermo Riedemann (ex Esteban Navarro)
            LOS POEMAS 
            SABEN COSAS QUE NOSOTROS NO SABEMOS
          Por 
            David Bustos
            
          
          
            
            Guillermo Riedemann, era un joven poeta de 27 años, oriundo 
            de Reumén y estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad 
            de Chile, cuando escribió en quince días en una oficina 
            donde trabajaba como redactor creativo, los poemas de Para Matar 
            este Tiempo (octubre, 1983). El poeta Manuel Silva Acevedo siguió 
            día a día su lectura, en medio de desapariciones, toques 
            de queda y torturas, ambos poetas confabularon lo que sería 
            la publicación de tal vez uno de los libros más emblemáticos 
            de la dictadura. 
            
            Esta entrevista intenta recrear los contextos históricos de 
            aquella época, como también reflexionar acerca de la 
            poesía política. 
            
            Dentro de poco días más, el sello editorial La Calabaza 
            del Diablo publicará su próximo libro, Hombre Muerto, 
            texto que comparte la ironía, acidez y agudeza de ese libro 
            publicado hace ya más de 20 años. 
          
            - Guillermo, me gustaría que me hablaras 
            del contexto en que fue escrito tu primer libro de poesía Para 
            Matar este tiempo (1983). Tu tenías 27 años, llevábamos 
            10 años de dictadura. Tengo entendido que te habían 
            expulsado de la Universidad y ya estabas trabajando. ¿Qué 
            hacía un poeta de Reumén en los peores años de 
            Pinochet?
            - En realidad Para Matar este Tiempo es mi tercer libro. El 
            primero se llama Poemas Censurados, que ganó el primer 
            Concurso de la Unión de Escritores Jóvenes, UEJ, en 
            1978. Un año después fue publicado por amigos exiliados 
            en Venezuela y a Chile llegaron veinte ejemplares. El segundo libro 
            se llama Dale de comer a las palomas, que participó 
            en el segundo Concurso de la UEJ, en 1980, y obtuvo el tercer lugar. 
            Ese libro permanece inédito y tiene para mí una significación 
            especial, pues aquel Concurso lo ganó un poemario de Roberto 
            Bolaño y el segundo lugar fue para Bruno Montané. Los 
            dos ya vivían en España. Los jurados de este segundo 
            certamen de la UEJ fueron Manuel Silva Acevedo, Jaime Quezada y Enrique 
            Lihn.
            
            De la Universidad de Chile fui expulsado en 1980. La causa esgrimida 
            fue la repetición de un ramo por segunda vez; sin embargo, 
            de acuerdo al Reglamento Académico tenía derecho a una 
            nueva oportunidad por cuanto llevaba aprobado hasta entonces más 
            del 75% de los ramos de la carrera (Originalmente Ciencias Políticas 
            y transformada por el gobierno militar universitario en Administración 
            Pública). El motivo de la expulsión fue, con seguridad, 
            la acumulación de "anotaciones negativas" en mi hoja 
            de vida universitaria vigilada, y la lectura de una declaración 
            pública contra la Dictadura que realicé, a mediados 
            de aquel año, en el casino central del entonces Campus Andrés 
            Bello (que reunía a las carreras de Economía, Administración, 
            Arquitectura y Diseño), mientras cientos de alumnos, académicos 
            y funcionarios almorzaban. Declaración pública que, 
            por cierto, había sido redactada por los alumnos que nos oponíamos 
            a la dictadura y que yo leí por encargo.
            
            A fines de aquel año comencé a trabajar como Redactor 
            Creativo en una Agencia de Publicidad. En abril de 1982 fui despedido 
            de ese trabajo y nos trasladamos, con mi mujer y nuestro hijo recién 
            nacido a Temuco. Regresamos en febrero de 1983 y, en marzo, tocó 
            a la puerta del departamento en que vivíamos en Avenida Grecia 
            el poeta Manuel Silva Acevedo, quien, de un modo que no recuerdo, 
            se había conseguido la dirección. Manuel me buscó 
            para llevarme a trabajar con él en otra Agencia. Pura generosidad 
            probablemente poco y mal agradecida hasta hoy.
            
            Trabajamos juntos alrededor de un año y allí, en esa 
            oficina que compartimos en 1983, escribí Para Matar este 
            Tiempo. Manuel trabajaba media jornada, en las mañanas, 
            y por las tardes yo me quedaba solo. Cerraba la puerta de la oficina 
            y en la vieja máquina de escribir que debía usar para 
            crear avisos publicitarios, apareció aquel libro.
            
            Recuerdo que fue en octubre y que por las mañanas le leía 
            a Manuel lo que había escrito la tarde anterior. No fueron 
            más de veinte días; alrededor del día 15 de ese 
            mes Manuel me planteó muy seriamente que debía publicar 
            el libro. "Un amigo resueltamente generoso con este pecho 
            / Me ha sugerido que termine rápido estos textos / Y que los 
            lleve corriendo a una casa editorial / Darán que hablar me 
            dice les va a ir bien insiste / Claro todos tenemos buenos amigos 
            capaces de jugarse / Por sus amigos hasta la ceguera". Para Matar 
            este Tiempo, 70).
            
            Pero, ¿a quién llevarle el libro, quién podría 
            publicarlo? No había opciones editoriales y sí había 
            censura previa. Todo aquel que quería publicar algo debía 
            llevar el original a las oficinas de Dinacos (Dirección Nacional 
            de Comunicación Social), en el Edificio Diego Portales, y esperar 
            la autorización de los censores militares. El estímulo 
            de Manuel fue determinante y el libro fue publicado en noviembre de 
            1983 de manera independiente. No lo llevé a Dinacos, falté 
            a las normas de censura previa, y con la ayuda de algunos amigos pude 
            pagar a la imprenta. Fueron 500 ejemplares, a los que se sumaron otros 
            300 que hizo por su cuenta el editor y escritor José Paredes 
            unos meses después.
            
            Esta es una parte del contexto. La otra parte tiene que ver con los 
            sucesos políticos y sociales de esa época. En marzo 
            de 1983 se realizó la primera protesta nacional, movilización 
            que se repitió todos los meses siguientes convocada, para un 
            día determinado de cada mes, por el Comando Nacional de Trabajadores.
            
            En agosto el dictador empezó a entrar en cólera, en 
            septiembre nombró Ministro del Interior a Sergio Onofre Jarpa, 
            sacó 18 mil soldados a la calle para reprimir la protesta de 
            ese mes; decenas de chilenos y chilenas fueron asesinados por agentes 
            del Estado en aquellas circunstancias. La protesta popular era masiva, 
            parecía incontenible.
            
            Con Manuel participábamos activamente. Acudíamos a los 
            mítines, nos sumábamos a las actividades de los escritores 
            y artistas democráticos. Con los escritores jóvenes 
            publicábamos trípticos que repartíamos en las 
            ferias públicas. Y nos preguntábamos qué debía 
            escribir un poeta en ese contexto. Yo intenté poner en los 
            poemas de Para Matar este Tiempo la protesta social. Decíamos: 
            "si todo el mundo protesta, por qué no va a protestar 
            la poesía".
            
            Ni seres especiales, ni diferentes. Los poetas de Reumén, de 
            Santiago, de Temuco, de Valparaíso, de Punta Arenas, fuimos 
            una pequeñísima parte de un pueblo que se sacudía 
            para liberarse de la tiranía.
            
            Y el contexto completo, claro, es más amplio. Como dices, en 
            1983 "llevábamos 10 años de dictadura". Suena 
            frío, parece un dato, una simple suma de años. No obstante, 
            sabemos lo que ocurrió en esos horrorosos primeros 10 años 
            de dictadura. Lo sabemos y tenemos el deber de no olvidar. Algunos 
            recuerdos al vuelo: en 1978 la Agrupación de Familiares de 
            Detenidos Desaparecidos realizó una Huelga de Hambre que se 
            extendió por más de 30 días, los estudiantes 
            universitarios marchamos por primera vez desde 1973 por la Alameda, 
            la Iglesia Católica realizó el Año de los Derechos 
            Humanos, aparecieron restos de detenidos desaparecidos en hornos de 
            Lonquén; entre 1978 y 1980 la Agrupación Cultural Universitaria 
            realizó festivales y actos que llenaron el Teatro Caupolicán; 
            en 1979 triunfó la revolución sandinista en Nicaragua 
            y nos trajo las voces de Leonel Rugama y Joaquín Pasos, en 
            1980 fueron encontrados restos de desaparecidos en el cementerio de 
            Yumbel, en 1983 nació el Colectivo de Escritores Jóvenes 
            y organizó el Primer Encuentro de Escritores Jóvenes 
            de Chile en mayo de 1984.
            
            Para Matar este Tiempo fue escrito en aquel contexto, con la 
            ilusión de contribuir a matar ese tiempo maldito, el tiempo 
            del asco como lo llamó Stella Díaz Varín. Tiempo 
            que, citando de nuevo a Stella, aún tenemos atragantado.
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            En este país ser marxista es ser extraterrestre / según 
            algunos terrestres
            fundamentalmente antimarxistas
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          - Tengo entendido que estabas presente cuando 
            vino Millán a Chile y leyó por primera vez La ciudad. 
            He visto una foto donde estás con Gonzalo, Memet y Armando 
            Rubio. ¿Qué impacto tuvo en ti esa lectura de Millán, 
            podrías hablar un poco de ese momento? 
            - Tengo esa foto a la vista. Es de aquel día, de aquella noche 
            en realidad, en casa de la familia Vicuña Navarro. Siempre 
            me confundo y no recuerdo si la calle es Carmen o San Isidro. No sé 
            por qué me confundo si he pasado por ahí cientos de 
            veces.
            
            Gonzalo Millán vivía en Canadá, su condición 
            era la de exiliado político y su pasaporte tenía el 
            timbre con la famosa letra L. En 1980 lo autorizaron a venir a Chile 
            y Leonora Vicuña organizó la lectura de su libro La 
            Ciudad en una sala de reuniones de la vieja casa familiar.
            
            Fui invitado a la lectura junto a un pequeño grupo de poetas. 
            Pero no los recuerdo a todos. Además de Memet y Rubio, veo 
            a Farid Hid y a Gustavo Becerra, poetas de Temuco.
            
            No conocíamos La Ciudad, no conocíamos personalmente 
            a Gonzalo Millán. Y recuerdo el profundo impacto de esa lectura. 
            Creo que esa vez retuve de memoria estos versos: 
            "Y después de ir con los ojos cerrados / Por la oscuridad 
            que nos lleva, / Abrir los ojos y ver la oscuridad que nos lleva / 
            Con los ojos abiertos y cerrar los ojos".
            
            En un abrir y cerrar de ojos y oídos se nos reveló la 
            maravillosa poesía de Millán, de la que sabíamos 
            hasta ese momento por su libro Relación Personal. Vivíamos 
            una época en que muchos caminaban con los ojos cerrados en 
            medio de la oscuridad. Una época en que muchos caminábamos 
            por la oscuridad con los ojos abiertos.
            
            Tras la lectura conversamos con el poeta Millán acerca de su 
            libro, de poesía chilena, del exilio, de la poesía de 
            los nuevos poetas. En mí provocó una impresión 
            imborrable. La de escuchar y conocer a un poeta que nos tendía 
            puentes con la poesía chilena fragmentada por la dictadura 
            y el exilio.
            
            Gonzalo Millán volvió entonces a Canadá y pudo 
            regresar definitivamente a Chile cuatro o cinco años después. 
            En diciembre de 1980 murió Armando Rubio, un poeta que nos 
            llevaba mucha ventaja. Hace poco ha muerto Gonzalo Millán.
            
            En la foto que refieres, Rubio y 
            Millán permanecen jóvenes. 
            
            Tal vez Roland Barthes tiene razón: "Toda foto es un certificado 
            de presencia, tiene algo que va con la resurrección."
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            Todos los días hay que cumplir con los deberes de poeta/ Así 
            como el amante cumple con sus deberes con la otra/ Y el agente de 
            la CNI cumple con su deber de torturador
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          - Antes hemos tenido algunas conversaciones 
            acerca de Parra del que de alguna forma eres deudor, estoy pensando 
            en Para Matar este Tiempo, pero a la vez justiciero, ya que 
            según sé lo acusas de ser descomprometido en la época 
            de dictadura. Tú sabes de mi admiración por la obra 
            de Parra, al igual que la de Lihn (ambas obras son imposible de desligar). 
            Quiero preguntarte acerca de la poesía política de Nicanor, 
            que la tiene, y muy buena, recuerdo un par de versos: Revolución 
            /revolución/ cuántas contrarrevoluciones /se cometen 
            en tu nombre, o De aparecer apareció/ pero en una lista de 
            desaparecidos. Pienso que la manera de operar de la poesía 
            de Parra está dentro del lenguaje y eso problematiza políticamente 
            no sólo a la derecha y a la izquierda o a la tradición, 
            sino el pensamiento de una época. ¿Qué piensas 
            acerca de eso?
            - Lo que pasa es que la poesía de Parra es subversiva. Yo creo 
            que ahí está el punto.
            Pero, antes déjame partir por tus primeras afirmaciones. Sin 
            ninguna duda (voy a utilizar tu expresión, aunque no la comparto, 
            yo hablaría de influencias, de lecturas, de voces que se cruzan 
            y quedan resonando, no hablaría de deudas), Para Matar este 
            Tiempo es un libro deudor de la obra de Nicanor Parra. En 1982 
            y 1983 yo había estado leyendo una y otra vez los poemas del 
            Cristo de Elqui; en octubre o noviembre de 1982 tuve la oportunidad 
            de participar en una lectura en la Universidad Católica de 
            Temuco junto a Parra y tal vez esa fue la primera vez que pude conversar 
            largamente con él. En esa ocasión leyó también 
            Guido Eytel. Recuerdo que había cientos de estudiantes, que 
            Parra leyó algunos Artefactos; eran los años más 
            opresivos de la dictadura, había mucho temor, mucha represión 
            en todos lados. Y hablamos con Parra y después yo volví 
            a leer Poemas y Antipoemas. Entonces, cuando escribí 
            Para Matar este Tiempo venía con la carga fuerte de 
            la obra de Parra y con la influencia de los poetas nicaragüenses, 
            la poesía "exteriorista" de esos poetas.
            
            Sin embargo, en el proceso de creación de ese libro mío 
            no hubo conciencia de las voces que estaban resonando. Pocos días 
            después de recibir el libro impreso estuve releyendo, por casualidad, 
            algunos poemas del Cristo de Elqui y sentí, no con poco rubor, 
            que la voz de Parra, que la voz del Cristo de Elqui, sonaba de manera 
            bien notoria. Tal vez exageré el rubor entonces, lo que quiero 
            decir es que sin duda hay una influencia fuerte de lo que yo había 
            estado leyendo de Parra, pero también de los poetas latinos 
            y de la poesía "exteriorista".
            
            Luego, debo decir que la palabra justiciero la usas injustamente pues 
            no soy justiciero de nada ni de nadie ni pretendo serlo. Tampoco he 
            acusado ni acuso a Parra de ser descomprometido en los años 
            de dictadura. Al contrario, tengo la impresión de sus textos 
            y sus lecturas estuvieron, desde los años 80, no sé 
            si con premeditación o no, muy cerca del compromiso por el 
            término de la tiranía. Lo que yo he preguntado en un 
            artículo publicado en La Nación el año pasado, 
            y que repito ahora, es si es verdad que Parra colaboró con 
            los militares recién producido el Golpe y aceptó ser 
            funcionario nombrado por ellos en el Pedagógico de la Universidad 
            de Chile. Si es verdad que trabajó para los militares mientras 
            a estudiantes, funcionarios y académicos los perseguían, 
            detenían y hacían desaparecer. 
            
            Parra y el poder, ahí hay un tema interesante. Parra ha estado 
            cerca del poder y ha aceptado ser usado por el poder. Si Günter 
            Grass hizo un mea culpa por su colaboración con las juventudes 
            hitlerianas, no se humillaría Parra.
            
            Sin embargo, ese coqueteo ciudadano con el poder se contradice con 
            su obra, con el significado y las consecuencias o repercusiones de 
            su obra. La poesía política de Parra no es poesía 
            militante, es poesía subversiva, que da de patadas en los tobillos 
            al orden y a las estructuras sociales, políticas, económicas 
            y religiosas. Pone el mundo al revés y eso es super político. 
            Coincido contigo en que esto es un problema para todos, los de derecha, 
            los de izquierda, para el pensamiento de una época. Por eso 
            digo que lo que hay allí es subversión.
            
            La obra de Parra trasciende a Parra y tiene su propio valor. 
            
            A partir del viaje a Estados Unidos en 1943, y luego a Inglaterra, 
            el autor de Cancionero sin Nombre, garcialorquiano y clásico, 
            parece empaparse de lo que ve, lee y escucha en la poesía anglosajona 
            y en los subversivos beats. No por nada Ferlinguetti publicó 
            a Parra en su revista City Lights. Y entonces, Parra escribe Poemas 
            y Antipoemas y propone que los poetas bajen del Olimpo.
            
            Pero, no nos equivoquemos, no todos fueron poetas "olímpicos" 
            antes y en todo lugar. Pienso en Marcial, en Ovidio, en Villon, en 
            Whitman (que influyó poderosamente a Parra), en Pezoa Véliz, 
            para poner cinco ejemplos de muchos. 
            
            Como decía, el poeta subvierte la realidad y el orden. Descree, 
            desconfía, pregunta, pone el mundo patas para arriba. Subvertir, 
            esa es la clave política. Y el lenguaje de la tribu como herramienta 
            es la clave del lenguaje.
            
            Ahí está Nicanor Parra. En esa línea que tiene 
            tantos años como la furia del ser humano que no ceja en subvertir 
            la realidad, como si otra realidad fuera posible.
            
            Ahora bien, hay algo de lo que no es responsable la obra de Nicanor 
            Parra, ni él mismo por supuesto. Esa especie de creencia de 
            que cualquier cosa es poesía. Tú citas "tienes 
            casa en Algarrobo, algo robas entonces", y la cita constituye 
            un ejemplo de lo que planteo. O los "chistes", esos textos 
            que parecen graffitis de los baños públicos. Esto ha 
            provocado una distorsión, un daño tal, que cualquiera 
            escribe cualquier cosa y trata de pasarnos gato por liebre, con el 
            supuesto aval involuntario de la antipoesía parriana. Incorporar 
            el habla de la tribu, llevar el lenguaje de la calle a la poesía 
            no es una licencia para decir cualquier cosa y de cualquier modo. 
            Unos pocos garabatos por aquí, unos chistes fomes por acá, 
            unos juegos de palabras por allí, unas frases hechas y del 
            habla cotidiana por allá, y listo. O la poesía es iluminación, 
            deslumbramiento y te pone los pelos de punta o no es poesía.
            
            Se ha escrito mucha tontera al amparo de la libertad que trajo Parra 
            al lenguaje poético. Esto no es responsabilidad de Parra, sin 
            embargo ha hecho mucho daño entre algunos autores y entre muchos 
            lectores, sobre todo jóvenes, que terminan creyendo que la 
            poesía es algo livianito y chistoso y con dos o tres garabatos.
            
            Los mejores poemas de Nicanor Parra seguirán siendo los que 
            están notoriamente lejos de esos recursos fáciles y 
            vulgares. El Hombre Imaginario es un gran poema.
          -------------------------------------------------------------------------------- 
            
            La página en blanco es el peor desafío para un poeta/ 
            El pueblo en la calle es 
            el peor desafío para un dictador
            --------------------------------------------------------------------------------
          - No voy a entrar en discusiones semánticas 
            acerca de qué significa decir que Parra fue un colaborador 
            de la dictadura, ya que eso nos puede dar harto hilo. Pero sí 
            concedo que la discusión acerca de la obra de Parra v/s el 
            poder es algo interesante de hablar y discutir y que es, a mi entender, 
            inseparable de su persona. Ahí esta el famoso artefacto a raíz 
            del té con Pat Nixon "A una rosa ni con el pétalo 
            de una dama". Pero déjame agregar algo que aparece en 
            las famosas entrevistas de Andrés Piña; ahora cito a 
            Parra: "Yo me acuerdo de que, poco después del 73, al 
            rector de la Universidad Católica, el almirante Jorge Swett, 
            le preguntaban las razones del golpe. Entonces, él sacaba de 
            un cajón los Artefactos, los ponía sobre una mesa y 
            decía: Para que nunca más vuelva a ocurrir esto. Después 
            mandó a quemarlos."
            
            No me interesa instalar en esta entrevista una defensa a Parra, sino 
            más bien discutir acerca de la poesía política, 
            de la memoria, como hasta el momento supongo lo hemos hecho. Me extraña 
            que dentro del contexto descrito al principio de esta entrevista, 
            cuando hablabas de Para matar este tiempo, no hayas mencionado 
            a Lihn, ya que su libro El Paseo Ahumada (1983) fue publicado 
            en esas fechas. Lo menciono, porque me parece que en ese libro opera 
            la subversión de la que haces alusión cuando hablas 
            de Parra, el humor negro negro (Federico Schopf), el uso de la parodia, 
            etc. Todo eso hace que El Paseo Ahumada sea un libro más que 
            destacable dentro del contexto de la dictadura. Sé que en el 
            plano de las omisiones hay expertos, por ahí en algún 
            momento salió una antología de un premio nacional, donde 
            compara a las más nuevas generaciones de la poesía chilena 
            "sólo" con los poetas inaugurales, saltándose 
            de plano a Jorge Teillier y a Lihn, sabiendo que estos dos poetas 
            han sido por largo tiempo, poetas cabecera de varias generaciones. 
            En fin, las obliteraciones son pan de cada día, tú lo 
            debes saber por Para matar este tiempo. Quiero cerrar esta conversación 
            con lo que te mencioné de El Paseo Ahumada (la operación 
            política de aquel libro) y además saber un poco más 
            acerca de tu relación personal y a nivel de obra con Teillier. 
            Cuéntame el valor que les atribuyes a ambos en la manera de 
            ver el mundo y su politicidad. 
          -----------------------------------------------------------------
            Los carabineros de esta hermosa ciudad juegan
            A los bandidos con los habitantes de esta dulce ciudad
            -----------------------------------------------------------------
          - No me metas en el saco de los expertos en omisiones, que más 
            que omitir "borran con el codo de los poetas recientes la obra 
            que escribieron con la mano nuestros predecesores", como bien 
            dice Tomás Harris a propósito de aquella antología. 
            Eso de pasar por alto a los poetas chilenos desde los años 
            40 hasta los 90 debe ser una broma o mala intención. Y la mala 
            intención es penosa y degradante. Sobre aquel antologador diré 
            que, como Parra, es un buen ejemplo de coquetería con el poder. 
            Primero fue militante comunista, participó en reuniones de 
            la célula de escritores comunistas a mediados de los 80, y 
            luego lo negó; fue funcionario de la Concertación, le 
            dedicó un libro completo a un presidente, y ahora escupe la 
            mano que le dio de comer. De tal suerte que, antes de hablar, hay 
            que mirarse primero al espejo, que no miente. Tú mismo, en 
            alguna conversación de los últimos años, me pedías 
            separar la obra de la conducta. A mí me cuesta hacerlo y no 
            quiero, en realidad. Estética y ética, ergo sum.
            
            Y no se trata sólo de Teillier y de Lihn. No es necesario entrar 
            en esto. La poesía funciona a pesar de nosotros y pervivirá 
            aquella que sea capaz de respirar ante las manos y los ojos de los 
            lectores del porvenir.
            
            Recuerdo a Eduardo Llanos diciendo que lo que hacemos, si es que lo 
            logramos, es agregar apenas algo así como un suspiro en la 
            neblina, un verso en el libro enorme que se escribe y se seguirá 
            escribiendo más allá de nuestras ridículas pretensiones 
            y vanidades. Entonces, cada verso remite al anterior, a los anteriores, 
            y es un eslabón que tomará un nuevo verso a continuación. 
            Digo esto por cuanto Enrique Lihn, Armando Uribe, Eduardo Anguita, 
            por nombrar apenas a tres, también son acreedores de Para 
            Matar este Tiempo. No nombré antes a Lihn porque la conversación 
            giraba alrededor de Parra. Y la poesía de Parra nutre la poesía 
            de Lihn. Pero, como bien apuntas tú, el humor negro, la ironía, 
            la parodia, desde los poetas latinos hacia adelante, constituyen parte 
            esencial de las voces subversivas, que le tocan la oreja al poder 
            y no transan.
            
            Pocas semanas después de publicar Para Matar este Tiempo, 
            Eduardo Llanos le mostró el libro a Lihn. Fue en la Casa del 
            Escritor. Yo estaba ahí y miraba de reojo los gestos de Lihn, 
            quien ojeaba y hojeaba el libro. Enrique Lihn leía, supongo, 
            y sonreía. Ni esa vez, ni después me atreví a 
            preguntarle por qué sonreía, tal vez por miedo a su 
            crítica y a su humor negro.
            
            Su patada en el culo es mi ascensión a los cielos que son 
            lo que son y no lo que Dios quiere, pone un verso del poema Cámara 
            de Tortura, del libro El Paseo Ahumada. Ese libro fue publicado 
            en 1983 y yo lo debo haber leído días o semanas antes 
            de publicar Para Matar este Tiempo. Poesía desgarradora, 
            escéptica, lacerante la de aquel libro de Lihn, que tiene como 
            punto de partida y de llegada un paseo peatonal que hoy es parte de 
            la "normalidad", pero que a comienzos de los años 
            80 era un símbolo urbano y arquitectónico, con sus personajes 
            y sus mendigos, sus policías y agentes de civil, un símbolo 
            de la dictadura militar. Lihn es subversión desde La Pieza 
            Oscura hasta Diario de Muerte. Subversión ante el 
            orden, la norma, la rigidez estética y la falsedad ética. 
            Sin concederle nada al poder y a los poderosos. Poesía política 
            verdadera, que las "versainas consigneras", como dice Gonzalo 
            Rojas, son otra cosa.
            
            Enrique Lihn era el padre severo, exigente, que no dejaba pasar una. 
            Severo y austero consigo mismo. Un padre, sin embargo, que no queríamos 
            matar ni debió irse tan temprano. Jorge Teillier era el padre 
            permisivo, acogedor, cariñoso. Recuerdo su sencillez, su conducta 
            generosa, su sabiduría silenciosa. Yo he dicho alguna vez que 
            Teillier es el gran poeta chileno del siglo veinte, no con el afán 
            de desechar a nadie ni omitir a nadie ni menospreciar a nadie. Lo 
            he dicho porque él encarna una actitud ante la vida y la literatura, 
            prístina y consecuente, lejana de cualquier ambición, 
            pretensión o vanidad. Lejana del vacío de los grandes 
            discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir. 
            
            Porque en la obra de Jorge Teillier hay subversión, claro que 
            la hay; de otro tipo y contra otro orden. La poética de Teillier 
            es usual como el cielo que nos desborda… una moneda cotidiana que 
            debe estar sobre todas las mesas. 
            
            En el poema El Poeta de este Mundo, Teillier pone que no 
            se escribe con saliva, con bencina, con muecas y que la poesía 
            no se va a vender a los mercados a la moda… la poesía es un 
            respirar en paz para que los demás respiren, un poema es un 
            pan fresco, un cesto de mimbre. Subversión ante un mundo 
            que pierde sentido y se deshumaniza, subversión frente a un 
            modo de decir que pretende llamar la atención con bromas 
            de payasos pretenciosos. Una poesía que recupera los sentimientos, 
            que no el sentimentalismo, como nos enseñó Raymond Carver.
            
            Algunos pueden no compartir el punto de vista de Jorge Teillier, pero 
            la autenticidad y verosimilitud de su obra son indudables. Que de 
            esto se trata: de verosimilitud, voz propia y honestidad.
            
            De Jorge Teillier hay una huella evidente en mis libros Mal de 
            Ojo y La Manzana de Oro. 
            Libros que están dentro de una suerte de paréntesis, 
            entre Para Matar este Tiempo y Hombre Muerto. 
            
            Gracias a Jorge leí a los poetas suecos, que son muy de la 
            naturaleza, podríamos decir "láricos" incluso. 
            Y entonces se comienza a unir todo: los poetas chinos y la poesía 
            de los beats, de quienes conversábamos con Teillier por mi 
            insistencia en relacionarlo con Kerouac. El decía que no, que 
            no tenía nada que ver con los beats, y de esas discusiones 
            seguramente salieron los poemas de Salto al Vacío, publicado 
            en 1998.
            
            Lihn y Teillier, cada uno a su manera, con poéticas que se 
            ven tan distantes y distintas, escribieron poemas que ponen los pelos 
            de punta. 
            
            Los poemas saben cosas que nosotros no sabemos. No hay nada más 
            subversivo y político que provocar en el lector esa intranquilidad, 
            ese sentirse incómodo, esa falta de aire, ese temblor, ese 
            escalofrío de lo que se nos revela por primera vez.
           
           
          
          
          
              De Para Matar este Tiempo (Santiago, 
            octubre, 1983)
            
            
            
          
          
            
              
                
                  
                    3
                    La poesía debiera ser algo entretenido
                      Que sirviera para matar este tiempo
                      Sin echarse más problemas encima
                      Poesía livianita como una película yanqui
                      Poesía sin palabras difíciles
                      Fácil de entender para todos los analfabetos.
                    7
                    Los carabineros de esta hermosa ciudad juegan
                      A los bandidos con los habitantes de esta dulce ciudad
                      Llegan al caer el sol cuando comienza a oscurecer
                      Se esconden entre los arbustos en las esquinas
                      Con sus cascos y sus palos en la mano derecha
                      O se vienen con sus micros y sus tanquetas
                      Y se dedican a apalear a los muchachos que cantan
                      Y encienden fogatas para detener el tránsito 
                      Los carabineros servidores de esta hermosa sociedad
                      Disparan bombas lacrimógenas como malos de la cabeza
                      Y vamos llorando como si estuviéramos picando cebollas
                      Disparan sus fusiles como si estuvieran cazando conejos
                      Y vamos arrancando como si fuéramos conejos
                      Arremeten contra los muchachos como si fueran animales
                      Y vamos apretando cachete de los animales
                      De esta hermosa ciudad.
                    27
                    Leemos en los diarios de esta prensa libre y democrática
                      Que los viejos demócratas se reúnen y dialogan
                      Claro que dejando fuera a los demonios comunistas
                      Para darnos una nueva democracia estable y eficiente
                      Donde todos seamos libres para pensar y decir lo que queramos
                      Siempre que no se nos ocurra pensar como comunistas
                      O socialistas que vienen siendo lo mismo.
                    30
                    Entendámonos bien
                      Siempre habrá pobres en la tierra
                      Si hasta el mismo cristo de belén lo dijo
                      Para qué seguimos haciendo tanto ruido
                      El que es rico es rico
                      Y el que es pobre pobre se va a morir no más
                      Qué culpa tenemos nosotros de haber nacido
                      en familias acomodadas.
                    43
                    Un grupo de amigas de Pía Undurraga
                      Un grupo en una esquina de la pobla
                      Se reunió hace unos días
                      Como tantos otros grupos que nada tienen que hacer
                      Para celebrarle el cumpleaños número 15
                      Porque no tiene trabajo y no pueden estudiar
                      Con un entretenido baile de disfraces
                      Pasan la tarde fumando yerba hasta perder el sentido
                      La fiesta estuvo super entretenida según todas las amigas
                      Y cuando se acaba la yerba les da por robar
                      Y prometieron repetirla nuevamente
                      Para comprar más yerba o pisco
                      Tal vez arriba en la parva o en farellones
                      Y así seguir toda la noche y no saber del mundo
                      Porque ya ha comenzado la temporada de ski
                      Claro si ayer se murió un niño de hambre en la pobla
                      Y los estudiantes están en vacaciones de invierno
                      Y todos los más chicos están con bronconeumonia
                      En la fotografía vemos el grupo de amigas en la fiesta
                      Por lo menos volados se les pasa el hambre.
                    64
                    El asunto que nos ocupa esta tarde es de suyo importante
                      Pongamos atención no nos dejemos llevar
                      Por nuestros propios anhelos
                      Y permanezcamos en esta sala con los 5 sentidos
                      El sujeto que veis allí sentado con la vista vendada
                      Es un típico ejemplar comunistoide socializante el renacuajo
                      Altamente peligroso para todo y desde todo punto de vista
                      Mírenlo detenidamente al detenido
                      Grábense hasta el último detalle de su rostro
                      Y ahora distinguidos colegas quién desea propinarle
                      La primera descarga eléctrica al invitado.