Proyecto Patrimonio - 2007 | index | David Bustos | Autores | 
             
             
             
             
             
             
            
            
            
            CORPUS 
              CHRISTI
            David 
              Bustos
            
            
          
          Ignacio Valenzuela Pohrecky, fue unos de los asesinados en la llamada 
            Operación Albania (15 junio 1987) . Digo uno, porque fueron 
            12 los rodriguístas caídos, el primero de todos Ignacio 
            (a las 12:30 de la mañana) asesinado cobardemente por la espalda 
            en la calle Alhue, comuna de Las Condes; luego, vendría San 
            Miguel, Villa Olímpica y finalmente la calle Pedro Donoso en 
            la comuna de Recoleta.
            
            Hace varios años por casualidad compré el libro que 
            escribió la madre de Ignacio sobre él, un bello libro, 
            emoción y conmoción articulados desde el cuajo de la 
            pérdida. Un libro bio-testimonial con todas las de la ley, 
            que rescata con emergencia la memoria (primeros auxilios de una madre 
            que se esmera por revivir a su hijo asesinado). Lo mismo sentí 
            cuando leí Un canto Truncado de Joan Jara, donde asistimos 
            como lectores a un acto de compromiso litúrgico con el recuerdo, 
            donde la figura del personaje tiene un alto contenido simbólico 
            que además permite una suerte de representación de lo 
            no dicho, lo obliterado por la cultura oficial, como dice Nelly Richard 
            "El compromiso con el recuerdo es la clave central de las elaboraciones 
            simbólicas de los familiares de las víctimas".
            
            Este tipo de elaboraciones (libros testimoniales) que se engarzan 
            con una tradición adyacente a la literatura que proviene de 
            epistolarios, desde las correspondencias de Pedro de Valdivia o Hernán 
            Cortés hasta Las cartas de Petición, formidablemente 
            organizadas por Leonidas Morales, son testimonios de circunstancia 
            que forman imaginarios, elaboran símbolos, relieves o fallas 
            tectónicas, si se quiere, de una situación más 
            que irregular. La dictadura con todas sus letras, con banda sonora 
            y medio ambiente. Libros finalmente, que se acercan a lo que Raymond 
            Williams llama lo más difícil de captar en un período, 
            es decir el sentido y las cualidades de la vida de un momento y lugares 
            determinados: la forma y los modos en que las acciones se combinaron 
            en una manera de pensar y de vivir. 
          Este tipo de escritura, entonces tiene una correlación más 
            de directa de lo que se piensa con las grandes obras de la poesía 
            política chilena de estos últimos 30 años (Canto 
            a su amor desaparecido, La vida nueva, La Ciudad, 
            Vírgenes del sol inn cabaret, La bandera de Chile, 
            Cantos de gallo al amanecer, Lobos y ovejas, etc) que 
            confeccionan correlaciones lingüísticas, sintácticas 
            o testimoniales dentro de un periodo histórico, donde el sistema 
            de representación y legalidad son derechamente un desastre. 
            En la poesía política se construye un espacio de creación 
            y experiencia , un proceso de elaboración dentro de una cultura 
            asfixiada, sea este de resistencia o constatación de lesiones 
            (politraumatismo histórico). Dentro de esta estantería 
            de libros de poesía política está Para matar 
            este tiempo de Esteban Navarro, escrito en sólo dos semanas 
            en plena dictadura y por lo tanto en un espacio de ruptura y resistencia.
          La historia ahora se cierra, Esteban Navarro seudónimo de 
            Guillermo Riedeman estuvo hace poco en la exhumación de los 
            restos del joven Ignacio Valenzuela y presenta este poema escrito 
            con la artesanía de quien empuña las lágrimas. 
            Un poema de carne y hueso, ante el cual nosotros sólo debemos 
            guardar un riguroso silencio y no olvidar. 
          
           
          
           
           
           
            
              SI NO HAN VISTO
              Si no han visto exhumar un cadáver
                No han visto nada si no han visto romper
                El tapón de cemento que cubre el nicho 
                Y arrastrar hacia afuera el ataúd no
                Han visto nada y deberían
                Tiran de la urna la madera se ve
                En buen estado de conservación un poco
                Húmeda manchada pero compacta entera
                Dejan la urna en el suelo que es una calle 
                De cemento y tierra entre dos largos muros
                De nichos y ataúdes y cuerpos en descomposición
                Si no han visto abrir esa urna si no han visto
                Algo que parece vapor saliendo desde la urna
                Como si el cuerpo allí dentro aun respirara 
                Y luego los hombres se inclinan de nuevo
                Sobre el cuerpo o los restos del cuerpo
                Igual como se inclinaron otros hacia veinte
                Años pero aquellos eran los asesinos estos
                Son los protectores del vapor de lo que queda 
                Se inclinan y sacan un trapo de colores
                Que no es un simple trapo sino una bandera
                Del frente patriótico manuel rodríguez
                En perfecto estado esos colores no destiñen
                Para luego tomar la tela que cubre el fondo 
                De la urna desde los extremos y recogerla
                Hacia el centro suavemente para no herir
                De nuevo al malherido
                Y levantan de ese modo los restos mientras
                Sigue saliendo vapor y los depositan 
                En un ataúd nuevo que será 
                Su madera definitiva si no han visto esto
                Si no han visto exhumar el cadáver los restos
                Del cuerpo de quien sonríe para siempre
                En las fotografías que quiso 
                No han visto nada de la vida ni de la muerte
                Luego doblan aquel trapo que no es
                Un trapo sino la vieja bandera
                Del frente patriótico y la dejan sobre
                Los restos del cuerpo para abrigarlo
                Entonces la urna nueva es sellada y sobre
                Los hombros de algunos amigos la trasladan 
                Y hay milicianos que saludan y pañoletas rojas 
                Y palabras estas últimas innecesarias si se tienen
                Los ojos abiertos y una tumba nueva con un grabado
                Sobre la lápida la imagen de un caballo
                Al galope y el nombre completo de ignacio. 
              
              Guillermo Riedeman
              
              
            
          
          Victima: Ignacio Valenzuela Pohorecky 
            - Asesinos: Hugo Salas Wenzel, Alvaro Corbalán, Iván 
            Quiroz, Krantz, Bauer Donoso, Rodrigo Pérez Martínez 
            y Jorge Vargas Bories.