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          Rozándole 
            la nariz a la poesía
          Por 
José Ignacio Silva A.
Publicado en 
El Periodista, Agosto de 2006
 
 
David Bustos (Santiago,1972) no es una voz nueva en la poesía joven 
chilena. Desde hace un buen tiempo sus poemas han circulado en varias revistas, 
figurado en unas cuantas antologías, y principalmente, ha sacado a la luz 
dos libros de poemas, "Nadie lee del otro lado" (2001) y "Zen 
para peatones" (2004). Ahora ha llegado a las librerías el tercer 
volumen este poeta, becario de la Fundación Neruda y guionista de telenovelas, 
llamado "Peces de colores" (LOM, 2006).

  
Hay 
unas cuantas cosas que se pueden desprender de la lectura de este libro. La primera 
de ellas es que se nota que este libro es una suerte de continuación de 
"Zen para peatones", en el sentido de que aquí nuevamente 
nos habla una voz continuada, una voz singular que mantiene un tono que busca 
mantener una suerte de escepticismo, una suerte de juego introspectivo, que regala 
imágenes interesantes que sirven para retratar una agradable lucidez que 
reluce no pocas veces en estos versos. Bustos ya tiene un sello, una voz clara, 
una crónica que tiene cuerda para rato.
 Otro aspecto interesante 
es que se nota que Bustos no hace oídos sordos a la tradición poética 
chilena (como la gran mayoría de los poetas jóvenes de la actualidad); 
así nos encontramos con guiños a Huidobro, Neruda y Lihn, pero también 
hay referencias a sus compañeros de generación, como Andrés 
Andwandter y sus "Especies intencionales". Más que apostillas 
y gestos oportunos, queda claro que David Bustos es un poeta que está atento 
a lo que sucede a su alrededor, y que tiene la habilidad para traducirlo en versos 
e imágenes, usando sus propios medios, sin recurrir a citas literatosas, 
ni echando en cara que es un lector atento. Eso siempre lo agradecerán 
quienes saben apreciar la buena poesía.
 Ya sea un pez que estrella 
su nariz contra su prisión de vidrio, babosas, o Jesucristo sangrante (imágenes 
que no tienen que relacionarse entre sí necesariamente), Bustos nos transmite 
acertadamente, entre otras cosas, una precariedad, una sentimiento que se retrata 
con un verso elocuente, "Pero sólo logramos rozarle la nariz a 
la poesía", quizás un melancólico leitmotiv, que 
unido a la feliz habilidad de Bustos de articular este sentimiento (que existe 
a raudales en nuestra sociedad) con gracia y sagacidad, da como resultado un conjunto 
de retazos, consistentes y profundos. Una crónica de un hombre particular 
y su tiempo particular y circunstancias particulares, y, por fortuna, un buen 
libro de poemas.
David Bustos
"Peces 
de colores"
LOM, Santiago, 2006, 79 págs.