Forzado a un descanso que no pedí, nuevamente ENNIO MOLTEDO ES NUESTRO SECRETO
        David Bustos Muñoz
         
         
         
         
        
 
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        Al echar mano a los libros que uno desea y  acaricia con afecto felino, me topo con Ennio  Moltedo y Las Cosas Nuevas (Ediciones  Altazor, 2011). La primera vez que leí al Moltedo fue gracias a una compilación de toda su poesía que hicieran los poetas  Guillermo Rivera y Claudio Gaete. Me habían contado de su preparación y como a  dos manos escribieron el prólogo y todo el entusiasmo que pusieron en la  exhaustiva compilación que a uno lo salpicaba  ese enorme y necesario trabajo de estos dos amigos. La verdad que pensé que era  una chochería de poetas buena onda de Valpo, de poetas que respetaban al  caballero y que si Moltedo no era conocido por algo sería. Me puse a leer aquel  volumen, más por amistad que por otra cosa, me di cuenta de mi  error a las  pocas páginas, y sin querer queriendo me hice adicto o miembro de algún tipo de  club invisible de su poesía. Entre los poetas cuando nos leemos siempre vemos  las pifias, la neurótica costumbre de decir, yo le habría sacado esto, le habría  modificado esto otro, etc. Pero con Moltedo extrañamente eso no ocurre. Luego  comencé a releerlo para confirmar mi primera impresión, no vaya ser que  estuviera pasado de rosca, pero Moltedo se me hace infalible, rara vez se  agota, sus libros son sencillamente de cabecera. Ahora con Las Cosas Nuevas me pasa nuevamente lo mismo y me cuesta entender  que en época que se discute el Premio Nacional, el nombre de Ennio Moltedo no  aparezca ni por siaca. ¿Qué sabemos del autor? casi nada, aparte de su deslumbrante  obra. Es como si no existiera realmente, no se ve en recitales o mesas redondas,  ni como jurado de nada. Que yo sepa nunca escribió alguna columna, es un poeta  secreto, un escritor demasiado piola que se consagra en el reino de lo  invisible.
error a las  pocas páginas, y sin querer queriendo me hice adicto o miembro de algún tipo de  club invisible de su poesía. Entre los poetas cuando nos leemos siempre vemos  las pifias, la neurótica costumbre de decir, yo le habría sacado esto, le habría  modificado esto otro, etc. Pero con Moltedo extrañamente eso no ocurre. Luego  comencé a releerlo para confirmar mi primera impresión, no vaya ser que  estuviera pasado de rosca, pero Moltedo se me hace infalible, rara vez se  agota, sus libros son sencillamente de cabecera. Ahora con Las Cosas Nuevas me pasa nuevamente lo mismo y me cuesta entender  que en época que se discute el Premio Nacional, el nombre de Ennio Moltedo no  aparezca ni por siaca. ¿Qué sabemos del autor? casi nada, aparte de su deslumbrante  obra. Es como si no existiera realmente, no se ve en recitales o mesas redondas,  ni como jurado de nada. Que yo sepa nunca escribió alguna columna, es un poeta  secreto, un escritor demasiado piola que se consagra en el reino de lo  invisible.
        Al leer a Moltedo a uno le da por pensar que este poeta  debería ser como el referente de  la  generación de los 90’, una especie de guía espiritual de la renuncia. Como dice  acertadamente Leonardo Sanhueza, los 90’ es una continuidad, no ha existido realmente  un quiebre, hay muchos poetas cercanos a los treinta años que podrían ser por  su escritura, miembros ilustres de esa generación. A eso añadiría una cuña  sobre su origen, acaso que los 90’ comenzaron con Moltedo, con su primer libro Cuidadores (Editorial Universitaria,  1959), ese sería (a mi juicio) el primer libro de esa generación, y el último  aún no se ha escrito. En el plano de la digestión lenta y espaciada, este poeta  del puerto evidentemente nos llevaría la delantera. 
          
          Alguien que escribe cada cierto tiempo, publica y se retira  a su casa o a donde sea. Poseedor de una escritura fresca, sin lirismos ni  chantajes emocionales, un poeta seco y poseedor de una aguda observación que se  vierte en sus imágenes del puerto, la playa, el mar y los pliegues de la ciudad.  Es el típico poeta alejado del poder y que no  hace gala de ese alejamiento, es el típico poeta que no transa y que no hace  gala de ese no transar, es el típico poeta que todos deberían leer y que muy  pocos leen. Si de alguna manera se quisiera revindicar el Nacional o al menos  dar una señal de transparencia, de que no nos está comiendo la publicidad y el  lobby atolondrado (Hahn), Moltedo debería indudablemente ser el próximo Premio  Nacional de Literatura. Pero no me hago ilusiones, sé que en el campo de la  poesía hace rato mandan otro tipo de cosas, como dice Germán: en un país de  patotas el huacho se muere de hambre o nadie lo pesca. 
          
          Moltedo es un poeta que nunca a sentido la necesidad de  figurar ni fundar escuela (one does not write for any reader except one, añade  Wallace  Stevens). Un poeta que libro a  libro demuestra que es de lo mejor en las letras nacionales y que no pone el  grito en el cielo. Si se tratara de confesar gustos adictivos, me parece que  hay dos cosas que me provocan un profundo placer: leer las crónicas de German  Carrasco en The Clinic y leer la poesía de Moltedo. Con eso me basta y sobra.  El resto es el resto. Nosotros. Eternos alumnos de escritura creativa con  pasajes o episodios para olvidar.