
          
        
        A propósito del artículo de Ruiz y Alfaro
        Estamos de acuerdo, pero nunca tanto
        David Bustos 
        
        
         
         
        
 
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        El debate acerca de la decadencia de la  poesía a raíz del artículo de Felipe Ruiz, sólo trae buenas cosas a mi  entender. Lo primero es la posibilidad de sacar la voz, de verbalizar y articular  algunas ideas respecto de la situación de la poesía y el campo en que ésta  transcurre. Dicho esto vamos al point.
          
          1) La tesis del ángel y el demonio siempre  me ha parecido media intragable. Por un lado están los poetas que desean  publicidad, fama, becas y premios y por el otro los poetas piolas, conscientes  del oficio de escritor que no polemizan o si lo hacen los hacen desde un colchón  ético.  Esa situación a mi entender tiende  a situar a los buenos poetas en una casta monacal, sin contradicciones,  absolutamente coherentes e íntegros, cuestión que sabemos en la realidad no  existe. Porque todos tenemos nuestros demonios y nuestros ángeles a cuestas. Quiero  decir no hay blanco ni pureza absoluta, ni negro sin algo de blanco. ¡Ojo! lo  incontaminado puede ser leído también como elitista y conservador. El poeta  aurático, parco, alejado de los debates del campo, para mí no se eleva ni un  centímetro de la tierra, todo lo contrario, la escena se teje con debates, publicaciones,  puntos de vistas, divergencias, contradicciones, etc. En absoluto desde el  mutismo o desde las glorias de los premios. 
          
          2) No creo en absoluto que Ruiz sea  ingenuo ni menos romántico, discrepo con Alfaro. A mi entender Ruiz hace  circular algunas creencias (etiquetas) que tienen como resultado beneficiar su  propio grupo o sus propios gustos personales. Ese acto es plenamente estratégico  y en ningún caso ingenuo. Uno puede o no estar de acuerdo, pero Ruiz se  desplaza a través de la maleza con motivaciones concretas. 
          
          3) Aclaro que el articulillo que escribí,  trata de evidenciar lo nocivo de insertar una lógica binominal en el campo de  la poesía, como también la idea que tanto ronda a Ruiz de dividir, segmentar la  poesía en poéticas dominantes versus dominadas. Ese era y es mi punto central.  No me referí en ningún momento a la nv, no lo hice porque desde el momento en que  surgió la idea de fumigar e incinerar, me pareció, que cualquier colectivo o  asociación de poetas, que tuviera como objetivo o pretensión soberbia barrer  con otras poéticas era perse violento. Un remember que pasaba por el cedazo  estético algunas prácticas que representaron lo peor de las dictaduras. Reconozco  que la voluntad de instalar al fumigador no tiene nada de ingenuo, sino todo lo  contrario busca la inscripción de una poética versus todo aquello que es  percibido como amenaza. Es como una pugna entre el grito y el silencio. 
        4) El campo de la poesía es pura  convivencia, vecindad o indiferencia, pero todos pertenecemos nos guste o no a  la poesía chilena con obra o casi sin ella. Algunas obras estarán más  legalizadas que otras, pero las piezas se disponen en horizontalidad y no desde  una perspectiva vertical perversa. Segregar entre barrios altos y barrios bajos  es maniqueo e irrelevante. Astutas formas de aislamiento –diría- que se  orientan hacia el abuso y la concentración del poder.
          
          5) Alfaro a lo menos es ambiguo, por un  lado niega a la nv como escena, sin embargo todo el rato habla de ella. Dice  que hay una o más escenas más poderosas. O sea se muerde la cola, por un lado  los niega y se siente profundamente alejado de ese proyecto y por otro “agradece también sus críticas (que en varias ocasiones las  he juzgado de claras y precisas)”.  Su  relación con el tema (nv) es ambivalente, y me parece que está bien que lo sea,  sólo que  los “otros”, los que están radicados  en la vereda del frente levantan pancartas que dan por acabada o muerta la nv,  aquello es a lo menos sospechoso.  Es como decir: quiero que  la fiesta de estos vecinos pachangueros se termine pronto, hacen ruido y no  dejan concentrarme en mis libros sobretodo en la noche cuando elijo leer. 
          
          6)  Nadie tiene los derechos de propiedad de fumigar y el derecho a dar por muerto  a un colectivo o grupo de poetas que se identifica por ciertas  características.  Dar por muerta a la nv  o desaparecida, sería apagar el incendio con bencina, el tiempo dirá si está  muerta, resucitada, o lo que sea. Es decir, no criticar lo que encontramos como  nefasto, ocupando la misma formula a la que estamos en oposición. 
          
          7)  Estoy absolutamente de acuerdo con Alfaro respecto a la buena salud de la  poesía chilena es cosa de leer: El recolector de pixceles, Vaho, Guía para  perderse en la ciudad, etc, etc, para darse cuenta que hay nueva producción y  de la buena.  
          
          8)  Las cosas se amplifican mucho. Los poetas traductores y silenciosos, versus los  poetas cacareros e insidiosos. El poeta ultraindependiente v/s el poeta  oficial. Los buenos y los malos, los colas y los machos, los fachos y los  zurdos. Manejarse bajo esos parámetros binominales, creyendo que unos tienen  razón en desmedro de otros, no sé…es como demasiado fácil. Ronda muchas veces y  sobretodo por el lado del puerto, que el poeta debe ser puro: no ve tele, no  postula a becas (porque ahora está la derecha), no publica en editoriales  grandes porque es súper independiente. La poesía como sacerdocio, como camino a  la beatificación. Me parece que eso es igual de pretencioso que el poeta  vedette, que aparece y reaparece todos los meses por las bambalinas de los medios,  diciendo y desdiciendo lo que se le venga a la cabeza.
         9)  Por último, no creo que la nv sea el infierno, ni que los poetas lectores  silenciosos sean el cuerpo de cristo. Ese estado de polaridad es débil,  monocromático, un revival del realismo socialista miope a estas alturas. Es  como decir que el último libro de Matías Rivas es malo porque es cuico. Eso es sí  que es decadente, penca, charcha.