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GOTAS SOBRE LOZA FRÍA
Poesía de
Carmen García. (Editorial Cuarto Propio 2010)
Por David Bustos
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El jardín moderno utiliza su talento para ocultar su arte
Horace Walpole
El segundo libro de poesía, Gotas sobre la loza fría de Carmen García (1978), cuenta de cuatro partes. A simple vista no se entiende muy bien el porqué de ésta fragmentación del libro. Luego a medida que un afina el relato en el oído va comprendiendo ese leve despliegue. Probablemente la primea pista a este interesante libro, esté en el primer poema – qué como el texto entero, no lleva título- “La Torre de piedras” ubicadas exactamente en el verso 13. Un poco antes, en el verso 10 del mismo poema, hacen aparición por primera vez las piedras: crujen las piedras/ crujen con la muerte. Digo esto para intentar presentar el fuerte significado simbólico de las piedras en este poemario, que como todo buen texto de poesía, dibuja una figura y desde ahí siempre desde ahí, ramifica sus significaciones. Tomando tal vez como base esa primera “Torre de piedras”. Señalo además que la torre de piedra es una configuración simbólica dentro del jardín zen al que por alguna razón, este libro encuentra cierta filiación, esto lo digo pensando en los materiales que escoge la autora, por la fineza de sus imágenes y por el aire contemplativo que llegan alcanzar estos textos. Esto se podría comprobar en algunos remates de poemas que son vibratorios, es decir quedan sonando en el oído acaso como el canto hiper-vibratorio de los monjes o los cuencos tibetanos.
Decía que las piedras tienen un lugar central dentro de Gotas sobre la loza fría, (una piedra junto a otra hacen el fuego) es difícil no pensar el variado significado que éstas tienen, por ejemplo los judíos cuando llevan piedras a las tumbas de sus seres queridos. Para algunos las piedras en estas sepulturas es la aceptación de la muerte, porque de esa forma con cada piedra, no sólo se hace un gesto de cariño o recuerdo ante el difunto, sino también de aceptación ante la finitud de la vida. La piedra es recolectada del suelo, de la naturaleza y es puesta sobre la lápida, en ese episodio se ejecuta el encuentro con la muerte desde el origen: la tierra.
La piedra tiene cientos de alcances simbólicos, desde el tema de la lapidación hasta las primeras escrituras en las oscuras paredes de las cavernas. Pero siempre cae o tiende a ser atrapada dentro de un imaginario religioso, es decir de ligazón de lo terrestre o mundano con el cielo o la iluminación, según sea el caso.
En otra dirección, es imposible no recordar el libro de Neruda Las Piedras del Cielo (Editorial Losada, 1970) y este verso que se conecta con el libro de Carmen:
No contestaré yo porque no puedo:
así fue el turbulento génesis
de las piedras ardientes y crecientes
que viven desde entonces en el frío.
Pero Carmen García, también acompaña a las piedras de algunos elementos que hacen fuerte su propuesta, por ejemplo: los pájaros, el jardín, la muerte, los antepasados y el padre, por mencionar algunas.
Veamos : 1) Una llave escondida en boca de pájaro
2) Canto que es piedra /hueso de pájaro
3) Desenterrando el corazón de los pájaros
4) Los ojos cocidos y un jardín lleno de loicas
5) El esqueleto reconoce a los antepasados
6) Lámpara quebrada en el jardín de los vivos
7) Una piedra es el padre
Al leer estos versos da la impresión de que fueran títulos de poemas, esto me llama la atención, porque de cierta manera Carmen, trabaja casi como un orfebre la unidad del verso. Esa concentración que podríamos decir energética que constituyen sus poemas son un sello, una propuesta, una forma de modular la expresión textual. Pound en algún momento habla de la poesía como descarga de estímulos. Entonces, es interesante detenerse y pensar cuál es la naturaleza de esa descarga a la que refiero. Bueno, se trata de estructuras simples, sin contricciones formales que evitan las voluptuosidades del lenguaje, capsulas dominadas por un carácter simbólico; escuetas concentraciones del imaginario que emergen del motivo mismo del libro.
Una piedra es el padre/ su noche oscura/ caballo que recorre latitudes/ con una máscara de hierro sobre los ojos.
Piedra negra atraviesa los ríos/ estatua viva en el jardín de los abandonados.
Este latido de la piedra con la piedra, se transforma en objeto de transitoriedad en este poemario, poemas que conocen el ritmo vibratorio de la piedra y su obscena humanidad. En definitiva, estamos en presencia de un libro sutil en tiempos donde prima la brocha gorda y el estruendo. Gotas sobre loza fría ofrece una oportunidad, pero una oportunidad para los que escuchan con los ojos cerrados. Un estado de escritura donde transita y habita el mudo corazón del bosque.