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Alfabeto para nadie. Presentación al libro de Gómez
Editorial FUGA, 46 páginas, 2007

Por David Bustos
Publicado en Lanzallamas.org. Febrero de 2009


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La poesía de Cristián Gómez O. no me es desconocida, lo vengo leyendo desde ya hace cerca de diez años. Esto, sin embargo, no significa que haya cual taxidermista, puesto un rótulo a su escritura. La razón de no rotular la escritura de Gómez es que ha variado. Variado desde por ejemplo Inessa Armand hasta ahora. ¿Hacia dónde ha ido? ¿está variación qué representa? Son cosas que de pronto pueden verse contestadas en esta presentación.

Alfabeto para nadie, editorial Fuga (2008), cuenta con 22 poemas, y cuando digo poemas siento que no estoy siendo justo con lo que todos convencionalmente entenderán por poesía. La idea de escritura poética ha ido perdiendo cada vez más su estatuto para ir recogiendo los aires de otros lenguajes. Sabemos que desde Ulises de Joyce (1922) cualquier idea de estatuto decimonónico es poco serio a luz de las vanguardias. Pero no es necesario ir tan lejos, el manifiesto Non serviam de Vicente Huidobro (1914) o el caso deLos gemidos de Pablo de Rokha (1922), confirman el variado periplo de la poesía chilena. Damian Tabarovsky en su textoLiteratura de izquierda expresa acerca de las vanguardias: “La condición de la vanguardia consistía en llevar una posibilidad hasta su extremo. La condición de la literatura contemporánea consiste en llevar su propia imposibilidad a su propio extremo”.

Este texto que hoy presentamos, tiene algo de eso, de llevar su propia imposibilidad al extremo, por eso la cantidad de recursos que el autor despliega; poemas como micro historias, ejemplo el poema: “Que inacabable empieza”; episodios o escenas cotidianas, pienso en el texto que da nombre al conjunto de poemas, el manejo de los títulos cobra también relevancia, ora como condensaciones narrativas ora como poemas dentro del poema; el espacio donde deambula el sujeto es otro aspecto a destacar dentro de lo que podríamos llamar su geografía sentimental.

Observamos variaciones de sentido, bajo una idea que también varía sobre un eje que compromete el sentido último del libro. Es decir, un entramado abierto que hace sistema precisamente desde su vocación de apertura. Otro aspecto que subyace en el texto es su contenido generacional. Estas situaciones que señalo, más seguramente otras de Alfabeto para nadie, no son excluyentes, porque la orientación del sujeto nunca es definitiva respecto a lo que refiere.

Cuando señalo los espacios en que deambula el sujeto por ejemplo, pienso además en la relación con su mirada, propia de alguien nacido al principio de los 70’, literariamente formado en la llamada generación de los 90’ y de ahí que podamos atisbar en un estado generacional, ópticas más bien oblicuas y entramados multidireccionales. Veamos el poema “Clase”:

Voy a hablar, entonces, de una letra.
Del componente, simplemente, de un alfabeto.
Cada lector, dicho sea de paso, tiene su propio rostro.
La vida no es tan corta como se piensa.
Entró al cuadrilátero dueño de una inexorable
indiferencia. Tiró unos guantes
como para tantear la noche.

La indiferencia a la que alude el sujeto va de la mano con abolir cualquier autoridad, sea por su inestabilidad y sospecha, de que las cosas no son lo que aparentan o hay cosas que son y nadie ve. Esto puede apreciarse también en la dinámica del texto, su sinergia y recurrencia, por ejemplo cuando el título de un poema puede ser tomado como un micro relato. Tomemos el poema número 8:

“Encendí un cigarrillo y miré a mí alrededor con la esperanza de encontrar un rostro conocido. Pero no tuve suerte. Los clientes parecían extras de una mala película de presidiarios a los que nadie dejaría al cuidado de una moneda de cien pesos”.

Y a su vez este mismo título lleva el poema 10, sin embargo el contenido del poema no es el mismo. Pero dialoga con el poema 8. ¿Qué quiero decir con todo esto?
Más que responderme, decir que detrás de esta dinámica algo parece escabullirse. Ejemplo el poema 13:

Pero puedo dar fe
de que esas fueron sus
últimas palabras.
Tiempo atrás
había dicho
algo parecido
como si estuviera
citando a algún
personaje que
yo debiera
conocer,
un dato
que no
cambiaría
el rumbo
de la rueda
de su fortuna
ni el hecho
de haber
dejado
la historia
cuando el
culpable
estaba a
punto de
confesar
después de
haber sido
sometido
a una larga
lista de
apremios
ilegítimos
(lo que en
nada modifica
los hechos,
sino a lo sumo
lo que ellos
signifiquen.

Estábamos en que algo se escabulle, y estábamos en la dinámica del texto. Pues bien, cuando señalé que este libro podría ser generacional, quise con eso también decir que desde ese mismo ámbito es político, no olvidemos que en los finales de los 80’ culmina la dictadura de Pinochet y en los 90’ comienza gobernar la Concertación (con sus respectivas concesiones y negociaciones) y en el mundo el muro de Berlín es derribado con el consecuente quiebre de las hegemonías. Es decir cambian las reglas del juego. Nada de estas cuestiones son irrelevantes para entender el tema de la autoridad en el ámbito del sujeto. Incluso el poema anteriormente citado, abre esa perspectiva. Lo que interesa según creo, no es lo meramente político sino la magnitud del daño. Me explico, cuando Alfabeto para nadie usa tales o cuales recursos cuando vuelve sobre algo y luego hila con una calle por ejemplo Allavillú o una escena cotidiana propia del hogar, estamos en presencia de un sistema nervioso textual, producto de los quiebres y datos históricos anteriormente señalados. En su libro de ensayos políticos “Pequeña crónica de grandes días” Octavio Paz señala: “La anormal persistencia de ciertas lesiones históricas (…) no es signo de vigor sino de incertidumbre e inseguridad. Es una dolencia psíquica no menos perniciosa que la pérdida de memoria histórica. Asimilar el pasado, inclusive las derrotas, no es olvidarlo: es trascenderlo.”

Por eso no es casual que la enfermedad ronde este libro ejemplos los poemas: “Incurable”, “Alfabeto para nadie”, “Doña Inés de Suárez ya no existe”, etc. No es aventurado pensar en Alfabeto para nadie como un cuerpo enfermo y sus poemas síntomas que nos indican de dónde proviene la dolencia.

Un sistema orgánico entonces que ya no es coherente con el capital de inversiones del país. Me parece oportuno en este punto señalar la relación de Alfabeto para nadie pueda tener con la nueva novela negra, también llamada novela social de estos tiempos que ha desarrollado Ramón Díaz Eterovic, eso por un lado, y por el otro el enorme aporte en este caso de la poesía de José Ángel Cuevas. Ambas escrituras situadas en el ámbito de la memoria.

Vuelvo a Paz en el contexto de la entrega del Premio Tocqueville, el escritor mexicano se pregunta: “¿Cuál puede ser la contribución de la poesía en la reconstitución de un nuevo pensamiento político?” Y se responde: “No ideas nuevas sino algo más precioso y frágil: la memoria”.

Ahora cito el poema 15 en su epílogo: “Av la paz: allí donde se hicieron los funerales vigilados del poeta” o el poema 20: “un ángel de espaldas a la historia ha caído víctima de un viento inexorable”

Un paréntesis abierto: Hace unos años atrás le pregunté a Cristián acerca de ese paréntesis abierto y ambos comenzamos vía mail a divagar acerca de eso, yo le decía que me había topado con un poeta turco que tenía en un texto esa particularidad, en fin. El paréntesis abierto es una tónica en los libros de Gómez y en este libro aparece en varios poemas por ejemplo “Doña Inés de Suárez ya no existe”. Bueno creo que a estas alturas del partido podríamos señalar que ese paréntesis abierto en la obra de Gómez es el paréntesis abierto de todo un país, un síntoma que nos señala que nada se ha cerrado y que todo sigue sin resolverse.

Dominick La Capra señala en su libro Escribir la historia, escribir el trauma, que “las reivindicaciones de verdad son, no obstantes pertinentes en las obras de arte, tanto en el nivel de la estructura general como en el de los procesos de entramado, pues aportan visiones profundas (u omisiones, a veces) sugieren líneas de investigación para los historiadores (con respecto a los procesos transgeneracionales de “posesión” o acoso por los fantasmas, por ejemplo) y plantean al arte interrogantes legítimos a partir del conocimiento y la investigación histórica”.

Para ir terminando, y el poeta Gómez pueda leer sus poemas que es en realidad lo que ha todos nos interesa.

Decir que una característica de la llamada generación de los 90’ son sus preocupaciones políticas, desplegándose en una multiplicidad de ópticas, basta leer libros como: La Insidia del Sol Sobre Las Cosas de Germán Carrasco, Groggy de Héctor Figueroa, Especies Intencionales de Andrés Anwandter, Siberia de Roberto Contreras, NN de Julio Espinosa, Criminal de Jaime Pinos, entre otros, como para percibir como son expuestas las miradas de una generación situada al centro del cambio. Alfabeto para nadie de Cristián Gómez, es otro buen ejemplo dentro de este panorama. La diferencia de esta poesía, con la anterior, desarrollada en plena dictadura, es que los 90’ abandonaron la militancia y lo testimonial asomándose a otros acentos, es que emergen desde el lenguaje y la crisis del sujeto.

El tiempo dirá, que más allá de los elementos documentales o el virtuosismo técnico de esta generación, quede lo más importante, la conmoción, la honestidad de una escritura interferida por los fantasmas del pasado y por todo lo que este país ha tenido que hipotecar, pero que sin embargo, a mi entender, irrumpe salvajemente lucida.

Para cerrar este comentario, como es debido, termino con unos versos de Cristián Gómez:

Esta fue nuestra playa girón. Por esto nos recordarán/ aunque no paguemos/ ni hayamos pagado/ nuestras cuotas revolucionarias.



 

 

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Por David Bustos
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