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La tipografía del hastío
Notas sobre Arial 12 de David Bustos
Por Andrés Urzúa de la Sotta
Publicado en https://artehacker1.blogspot.com/
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La primera vez que leí este libro recordé a Enrique Lihn. Su carácter. El tono corrosivo y un tanto ácido de algunos de sus versos. Esa personalidad atenta a las filtraciones del ego en la realidad, al espectáculo obsceno y feroz en el que a ratos nos convertimos. Por eso parafraseé al mismo Lihn en la contratapa del libro. Y ahora lo hago de nuevo, con el riesgo de ser reiterativo:
Parafraseando a Enrique Lihn, parece que en esta pasada David Bustos ha terminado por hacer –sin proponérselo, pero conscientemente- una poesía contra el ejercicio de escribir guiones televisivos. De este modo, sería posible reconocer en Arial 12 la inauguración de una clase específica de metaliteratura, la que podríamos llamar como contraguionismo o escritura contraguinística, cuya característica fundamental, más allá de su novedad, está dada por la articulación de un hastío que, casi como una costra o una huella que recuerda al palimpsesto, imprime el ejercicio del guion en la piel, en la voz y en la memoria del autor, erosionando su discurso de manera recurrente y dejando en evidencia la vulnerabilidad del escritor frente al oficio de la escritura.
Y es que al igual que Lihn, quien se propone hacer una poesía contra la poesía, David Bustos se dispone a elaborar un discurso contra la escritura de guiones televisivos y contra el mundo que hay detrás de esa labor: el mundo de la TV. En este sentido, podríamos pensar Arial 12 como un archivo de diversas frustraciones que va a acumulando un guionista de teleseries, de nombre Severino, durante su estadía laboral. Con la salvedad de que estas frustraciones no solo tienen que ver con la experiencia de banalidad que se advierte en el mundo de la TV, sino también con algo mucho más profundo: la sensación del autor de que su trabajo de escritor —escrito en letra Arial 12— está al servicio del rating y, por ende, de la pura rentabilidad. De modo que cada tecleo del computador, cada letra que escribe el autor en tipografía Arial 12, es la reiteración del fracaso de la escritura, es decir, la constatación de que el autor, en este caso, es un títere del mercado que está al servicio de intereses absolutamente contrapuestos a los de la literatura y de la poesía. Cito:
Dramáticos ochenta capítulos que para todos los que escriben son en realidad bastante menos, pero que por razones comerciales se extienden con fuertes fármacos, cirugías, implantes, terapias invasivas que terminan por matar lo que algunas vez gozó de pulso y lenguaje.
El algoritmo de los minutos por página multiplicado por las emisiones, publicidad franja y parrilla.
Un arte de la monotonía
plagado de pies forzados.
(Libreto, p. 87)
Sin embargo, el libro no solo alude al mundo de la TV y al de la escritura de guiones televisivos. También es posible rastrear en él las huellas de otro hastío: el del mundo de la poesía, o más bien, de los poetas. Pues en el transcurso de Arial 12 se alude en diversos momentos a la fauna poética nacional. Se narra, por ejemplo, un correo electrónico recibido desde el extranjero donde un poeta da cuenta, sin pudor alguno, de una serie de sucesos relacionados con el éxito de su obra literaria en el escenario internacional. Cito:
Relata con gracia cómo sus poemas llegaron hasta México sin que él haya movido un dedo de la mano. Allá se publicarán en una prestigiosa antología, asegura. Que solo hay peces gordos y que es una gran cosa. Sí, una gran cosa que lo hayan escogido a él. (…) Narra con alivio que por fin salió publicado su libro de poesía que ganó un premio XL en España y que apenas lo tenga en sus manos lo enviará a tu dirección.
(Noticias del extranjero, p. 41)
El narrador, entonces, parece advertir que la poesía, o al menos el mundo de los poetas, no es un espacio inmune a la banalidad que se le atribuye al universo televisivo o a otros escenarios de la realidad. Por el contrario, el texto da cuenta de una indiferenciación entre la banalidad del mundo televisivo y la del espacio poético, el cual ha sido corrompido por el vacío del éxito, del ego y de la figuración personal.
De esta manera, David Bustos está sugiriendo una suerte de hastío generalizado respecto a la escritura. En sintonía con el libroVirus de Gonzalo Millán, donde el autor se muestra cansado de paladear la moneda verbal, llegando a señalar que sus versos son “como un chicle que ha perdido /hace tiempo su sabor y aroma”, Arial 12 carga con el hastío del mundo que hay detrás de la escritura, el cual termina encarnándose en el verso, transformando la palabra poética en tipografía Arial 12, es decir, en otro escenario más para la manifestación de la farsa y del vacío.
Por tanto, es posible que este, al igual que lo fuera el citado Virus de Gonzalo Millán, sea un libro bisagra en la producción de David Bustos. Un libro donde, producto de la radicalidad del hastío, el autor parece alejarse del verso para volcarse —sin proponérselo, pero conscientemente— a ese otro vacío que es la narrativa.