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Presentación del libro Enteógena: Un árbol de palabras soñadas
Por David Bustos
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Leído Totémesis, acepto con satisfacción la presentación de este nuevo libro de Sergio Alfsen Romussi, Enteógena. Pienso en la extraña experiencia de lectura al leer a este autor, su inusual lenguaje. Las variadas y excéntricas preocupaciones de su texto me hacen constatar mis propios desafíos como lector: el intento por comprender se devela como fracaso. Este gesto típicamente modernista, me cuestiona como lector, me niega; pero en ese mismo movimiento, en esa misma tensión, me desplaza de esa arrogancia típica de los críticos -pero de toda la sociedad en su conjunto- la de querer atrapar a los gestos estéticos en categorías cerradas. Así que paso a enumerar:
1. La poesía chilena tiene variantes identificables, imaginarios que confluyen en poéticas epigonales : Neruda, Mistral, Huidobro, Parra, De Rokha, Zurita; por nombrar algunas. Sin embargo el lenguaje de Sergio, no se sentiría cómodo bajo ningún aspecto dentro de esas categorías por muy abiertas que éstas se presenten.
2. Enteógena deriva de la lengua griega en la que éntheos (ἔνθεος) significa "(que tiene a un) dios dentro", "inspirado por los dioses" y génos (γένος) quiere decir "origen, tiempo de nacimiento". El sustantivo "genos" pertenece al campo semántico del verbo gígnomai (γίγνομαι), que significa "llegar ser", "devenir". Entonces podría decirse que Enteógeno alude a la posibilidad de llegar a ser inspirado por un dios, así como al "nacimiento" que esto supone.
3. Podría decirse que desde el título se establece una declaración. Una escritura nacida dentro de sí que se relaciona también con el epígrafe de entrada de Aldous Huxley el cual dice más o menos así (la traducción es mía): estaba pensando que estaría mirando Adán la mañana de su creación.
(Esto remite directamente a Benjamín en sus ensayos prematuros en torno al lenguaje, donde se propone mostrar que la primera correspondencia entre el “nombre” y lo “creado” no responde a una función mimética sino a una facultad divina: Dios ha depositado directamente en Adán la facultad divina de designarle a lo creado su justo nombre. Esto estaría, según creo, relacionado con Enteógena, pues se muestra la lengua en un efecto de caída, una rotura o una fragmentación que impide, desde siempre que la facultad nominativa de las palabras coincida con el reino de las cosas).
4. Enteógena es un neologismo y la primera vez que fue ocupado este término fue en un artículo publicado en Journal of Psychedelic Drugs, enero-junio de 1979 y sus autores son el helenista Carl A.P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, el micólogo R.G. Wasson y el botánico Jonathan Ott. Dicho artículo fue recogido posteriormente en el libro El camino a Eleusis.
5. Hasta aquí con el nombre del libro. Vamos a los poemas: El texto comprende 26 poemas, pero la gracia es que parte esta suma desde el -1. Lo que da un total de 28 poemas, el menos uno inaugura el texto. Un número negativo que puede operar como una sustracción que se sitúa desde el inicio. Es decir, hay una resta inclasificable inaugurando el poemario. Pienso en la sustracción que sagazmente propone Alfsen, se aloja en la propia lengua del sujeto. La pérdida inclasificable que sólo puede invocarse mediante el rito de la palabra.
6. El libro ofrece particularidades como el uso del inglés con el castellano, dentro de un crisol donde se mezcla a pinchazos el mundo indígena, vegetal, biológico, místico, altiplánico, esotérico, mitológico, matemático y hasta cierto coa, por nombrar sólo algunos. Todas estas fracciones pueden ser vistas como categorías quebradas que desde una dispersión simultanea suspenden la comprensión racional del texto. Es decir, Afsen orienta su búsqueda en los límites y esos límites están dados por un imposible.
Veámos que dice el texto: más allá del arnés del numen/ más allá del edén del omen/ más allá del imán del lumpen, / no imagen no semejanza, ASISTOLE SUDAKA:
7. Enteógena puede ser una descarga, un beat que explota continuamente y deviene plurilingüal. El discurso y la articulación ya no son contenidas por la malla del lenguaje, porque ésta ya se ha roto. Constatamos el inicio de la resta de un lenguaje que se orienta hacia lo experimental de una alquimia del vocablo. Como dice el autor: sitia la voz en su cuenca /la alquimia e irraciona en LAS FALCONIDAS DEL CHAVIN (o sea centro o núcleo, en quechua).
8. Como señalaba Enteógena es un neologismo, pero esto no termina en el título sino que se transforma en motor del libro, digamos que el enclave de fuerza del texto entero podríamos situarlo (de)generación de las palabras. Un elemento importante de este procedimiento de neologismos es la invención de palabras nuevas, tomando como base palabras que ya están en uso por ejemplo: Taogeno, protraen, unisonido, duramadre, panspermia, etc. Estas combinaciones actúan como apropiaciones y expropiaciones de una otra lengua, la lengua Enteógena. Ejemplo en mapudungun Pewma, significa “yo soñé”. Alfsen titula un poema Pewmatika, y eso nos lleva al poeta mapuche Leonel Lienlaf con su poema: Pewma dungu, que significa: Palabras soñadas. Lo que por asociación de ideas me deja pensando que Enteógena de Alfsen podría pensarse como un árbol de palabras soñadas.
¿Pero qué es Pewmátika para el sujeto de este libro?
a) El yo en autonomía
b) La correlación que hace la carne
c) Un rezo en el vacío
d) La hipocondría de los paraísos subjetivos
e) Un templo ad infinitum.
9. Finalmente esto me lleva a reflexionar que Enteógena de Sergio Alfsen se comunica con una poética generativa, en la que las formas son las que generan contenido. Una poesía cinética que se autoengendra y que tiene como proceso la construcción y desconstrucción del lenguaje. O sea esa función hegemónica de la comunicación, ha estallado en partículas combinatorias, gracias a la invocación de visiones de mundo, al que sólo es posible acceder a través de las formas del lenguaje.