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DETESTABLES SENTIMIENTOS

"Conjunto de objetos encontrados
-detestables sentimientos de jóvenes ingeniosos-"

Dalmacia Ruiz-Rosas Samohod
Hipocampo editores, 2006

Por Paolo Astorga Requena


Es cierto que la poesía es ante nada un viaje inexplorado, donde el poeta siendo un ser sensible, prontamente se da cuenta que aún no hay nada definido, ni nada escrito. El sentido último de la creación poética se puede transferir quizás a la acumulación de gritos, algunos de contemplación interior y otros como los de estos últimos tiempos, gritos desesperados (y a la vez bellos) que son la consecuencia de aquel viaje que se acercará cada vez con una marcha más fuerte hacia el vacío, lo inevitable.

Conjunto de objetos encontrados -detestables sentimientos de jóvenes ingeniosos- (Hipocampo editores, 2006) de la poeta peruana Dalmacia Ruiz-Rosas Samohod, intuye y desea desde sus primeros versos confesar sus propias frustraciones ante la existencia, su propia existencia, haciendo quizás un viaje compartido con el lector, una denuncia que parte desde la insuficiencia de sentir hasta tocar o por lo menos acariciar una realidad desesperanzada y llena de hipocresía. Hipocresía que se ha disfrazado de belleza sensual y fina, un cuerpo dolorosamente nuestro, un cuerpo resistiéndose ante el avance de la Nada: "tan sólo te ríes y te peinas/ soy tímida/ mi amigo me maltrata/ no tengo dinero/ la gente me conoce mal/ NADA DE ESTO EXISTE".

Dalmacia confluye sus miedos (y también sus esperanzas) bajo una atmósfera hostil. Es esta hostilidad la que repercute en la realidad confesada por el Yo poético, una solitaria forma de expresar y denunciar a toda luces que el mundo se desintegra ante manos llenas de esplendor: "sobre una cama/ todo está manchado y al revés/ todo es precario y va hundirse/ todo tiende a disolverse/ todo flota/ entre cuatro altas paredes".

Y mientras el viento de estas palabras se va profundizando en sus heridas, las definiciones ya no importan, son simples desencantos, objetos inútiles para la escritura, como para la definición de nuestros entes en el mundo; en su realidad: "no me interesa saber si soy hombre o mujer/ no quiero definir/ solo voy a sentir/ porque nunca he sentido/ Nada".

El vacío en los poemas es la tentación de verse sumergido en el silencio, en la náusea que conlleva conocer las inconsecuencias de una ciudad sin forma, pero que paradójicamente, alimenta a la poeta y la motiva a seguir adelante en su marcha estrepitosahcia hacia lo ya sabido; la entrega eterna: "dar el cuerpo a un alma/ dar forma a lo infinito/ y por debajo/ irse a no sé donde/ acaso al principio".

Lo cotidiano se mezcla con los cólicos anárquicos de querer ser algo que tenga una voz, pues esta cotidianidad mediática y a la vez llena de hoyos e hipocresía puede ser como la vida: "he tirado mi joyas de plutonio/ cada día se crea en torno/ una noveleta/ de terror o de misterio/ o de amor/ mi chanchito alimentado con manzanas".

La realidad no está exenta de crítica en este libro. La denuncia ante la indiferencia del ser para con su realidad más próxima o lejana que transita lentamente una profusa pragmática del temor, del dolor, del eterno cansancio maldito: "da náuseas/ el sistema de mierda // ah ah ah oh".

Y extrañamente este breve pero intenso poemario, nos termina con una imagen sacada de alguna discoteca del centro limeño, de algún bar donde la oscuridad se sumerge y no entiende ni su propia oscuridad y el alma errante de algo alguien buscando existir: "ahora soy/ un antifaz plateado/ tendido en la arena// será esta noche un buen momento/ para verlo todo/ con mis pepitas".


 


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Dalmacia Ruiz-Rosas Samohod.
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