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        CORPORALIDAD Y  TRANSGRESIÓN EN
              LUMPÉRICA DE DIAMELA ELTIT(1) 
        Mónica Barrientos
          Hispanic Languages and Literature / University of Pittsburgh
          
          
        En la multitud alguien grita con entusiasmo:  "Bendito sea
 
          el vientre que te dio a luz y benditos sean los pechos
 
          que te  alimentaron". Jesús responde: "No. Benditos sean los
 
          que escuchan la  palabra de Dios y la mantienen."
            Lucas 11:27-28
         A pesar de que cierta crítica haya intentado  mostrar a Lumpérica (2)como un texto de  difícil acceso o de carácter "experimental" por su constitución, es  necesario señalar que este mismo entramado que ha  generado "sorpresas" a un cierto círculo de lectores, es lo que  posibilita la realización de preguntas (o un tipo de cuestionamiento) sobre los  fundamentos de la literatura. Desde el título mismo del texto, que alude a los  seres más marginales, sumado a la "feminización" del término (que  gramaticalmente es neutro), se puede visualizar una lectura fuera de las formas  tradicionales. LUMPÉRICA exige, en  primer lugar, una intimidación (3), de modo que así se pueda  instaurar la "anulación que permita la comunicación con la pulsión  letal" (4) entre texto y lector. Será  entonces, este contacto íntimo (erótico en el mejor de los casos) lo que  permitirá el encuentro y el ingreso a la lectura. El presente trabajo se  enmarcará dentro de tres formas de acceso: un cuestionamiento a las formas  totalizantes de la cultura, el carácter lúdico del personaje y la relación  entre erotismo y escritura.
         Para  ingresar al análisis de Lumpérica se  utilizará la figura del movimiento, por considerarse como un atentado a la fijación, es decir, no permite la  permanencia, el estado, lo eterno. Se observa dentro del texto que existen  diferentes figuras que intentan a cualquier costo de mantener a la protagonista  (L.Iluminada) y al texto, dentro de un marco de formas estables. Dentro de  estos elementos se encuentra la imagen y la racionalización.
         La  imagen -a través de la metáfora del ojo- intenta enmarcar a la protagonista  dentro de una red tradicional de perspectiva; de esta forma se observa una  cámara fílmica -"ojo de la toma"- que constantemente filma los actos  de L.Iluminada, buscando la perfección de la pose. Otro elemento es una  fotografía -"ojo del lente"- que muestra a una mujer (que podría ser  la protagonista) donde se apela al lector, preguntándole sobre la fijación del  corte en la superficie. La racionalización se presenta a través de la forma más  tradicional: la clasificación. Existe en el texto un letrero luminoso que  siempre intenta darle una identidad ciudadana, "(e)l nombre y el apodo que  como ficha les autorizará un recorrido" (5), es decir; sacarla del mundo de  la oscuridad hacia la luz, lo conocido, lo que se puede calificar porque se  conoce. Pero los personajes de la obra eltiana presentan fases cambiantes que  huyen de cualquier forma que intenta atarlos; ante la mirada acosadora, la  protagonista "se castra del ojo que la mira hasta gastarlo" (p.113) y  evita la filmación cambiando   continuamente de pose. Frente al intento de clasificación del luminoso,  ella no adquiere nunca un nombre propio, sino que diferentes apodos y formas:  la quemada, la iridiscente, la mafiosa, la yegua, la vaca, etc. La huida al  intento de apropiación se representa en las figuras mismas a través de la carencia (vacío a todo lo impuesto) que  ellas contienen al no tener una correspondencia con la norma. Esta privación o  ausencia es el marco que rodea a L. Iluminada: la noche, una plaza solitaria,  un espectáculo montado para nadie; todo el espacio se encuentra envuelto en el  juego de contraluz que permite el oscurecimiento del sentido que intenta  erigirse como único y verdadero. La oscuridad permite la obstrucción de la  vista porque no permite crear una organización lógica o formal del objeto que  se tiene frente. Esta "mala visión", producida también por daños a la  cabeza (6), provoca una falla, una fractura  en la categoría privilegiada del conocimiento (logos, dios, padre) que instala  la duda y la autocorrección de la obra que constantemente se re-hace. Ninguna  forma permanece en el texto porque los personajes son tránsfugos, el tiempo es  efímero y el espacio fisurado. Las huellas instaladas son reiteradas en cada  capítulo, ya que cada atentado tiene diferentes contextos y todos  insuficientes.
         El  movimiento encuentra en L. Iluminada y en su cuerpo su primer objeto; de este  modo, el concepto de "identidad" es cuestionado en su acepción misma.  Desde su raíz etimológica que significa "lo mismo", la noción de  identidad "presupone una pregunta por sí misma donde el yo se torna  dramáticamente plural"(7) , de modo que ahora se trata de abolir esta paralización de  la identidad al hablar de subjetividad como "un signo siempre abierto al entrecruzamiento con todos los otros  signos" (8) , lo que permite mantenerlo  dentro de una posibilidad que nunca se cierra. Esta idea de identidad  "pone en duda, cuando no en crisis las nociones tradicionales,  restrictivas y sancionadoras, de la identidad como homogeneidad, semejanza,  valoración."(9) . Por este motivo se ha decidido a hablar de  "subjetividad" para referirse a la protagonista del texto, ya que así  se puede ubicar dentro de un cuadro de múltiples posibilidades.
         L.  Iluminada es una subjetividad que está en constante flujo, que goza de  múltiples formas, apodos y nombres donde cada uno es "desmentido por su  facha" (p.12). De esta forma, la protagonista se presenta vaciada de toda  categoría de legitimidad que  instaura  sus principios en el conocimiento racional de lo calificable; pero además, se  juega entre dos bordes: del vacío producido por la falta de no tener un nombre o una identidad fija se llega a un exceso de nombres (apodos) y formas.  Carencia y exceso hacen que L.Iluminada se presente de forma incierta,  "sospechosa"; por lo tanto, vendría a ser un monstruo (10) formado por una suma de cosas  dentro de un "estado inmediato al caótico" (11) que instaura la duda ante lo que  se creía seguro y verdadero. Pero este vacío no debe entenderse como una  perdida angustiante y dolorosa, sino que "la ausencia pura -no la ausencia  de esto o aquello, sino la ausencia de todo, en la que se anuncia toda  presencia- puede inspirar, dicho de  otra manera, trabajar, y después hacer trabajar" (12); esta no-presencia hace posible  el trabajo, la "productividad" a través del movimiento y la mutación  para así conformar subjetividades múltiples que no soporten la fijeza de los  cuerpos.
         De  este modo, Lumpérica presenta una  teatralidad de apariencias que se re-instalan en el juego de la representación:  un montaje de sujetos que "reapropiados constituyen el escenario"  (p.12), el boceto, una farsa que manejan a perfección. La representación que  los personajes realizan se presenta como algo que no tiene un fundamento  concreto, sino como el medio que manifiesta un vacío al no encontrar una  identidad única. El escenario se presenta como una escena fantasmática  atrofiada por el juego de la luz y la oscuridad (al igual que un teatro mal  iluminado) donde los personajes se desenvuelven para mostrar todas sus posibles  formas y, junto con ello, incrustar la duda al lector: nada es seguro porque ha  sido incansablemente ensayado para provocar "erratas conscientes"  (p.102) de modo que todo vuelva a hacerse y rehacerse. De este modo, el  movimiento se vuelve sobre sí mismo, haciendo que la repetición sea parte del  movimiento mismo. Repetir todo nuevamente por error, falla, falta de  profundidad, por el placer del juego. Todo acto de repetición es una búsqueda  obsesiva, por lo tanto perversa (13) de un objeto que se sabe perdido  de antemano. Esta búsqueda de formas y nombres que L.Iluminada posee, es lo que  la convierte en una "perversa", es decir que busca desesperadamente  un objeto o un instante, pero siempre falla en su empresa; conociendo la imposibilidad  de experimentar ese momento perdido para siempre, se in-corpora al juego de la búsqueda sólo por el placer que conlleva  lo lúdico.
         El  siguiente paso tiene relación con otra forma de atentado a la fijeza, pero que  ahora se genera en las superficies, ya sea del rostro y del texto. De esta  forma, aparece el maquillaje  (disfraz o  máscara), entendido como una actividad considerada completamente femenina que  tiene como función pintar y ocultar las imperfecciones del rostro o del cuerpo  para embellecer. Por otro lado, el adorno, también complemento  femenino, que tiene como intención adherir una falta con el mismo propósito de  embellecer a través de una suma de objetos que se agregan al cuerpo para  completar, junto con el maquillaje, la falta de algo. Estas dos prácticas se  incluyen en el texto sobre las superficies de los cuerpos sexuales y textuales  para conformar un sólo entramado donde piel y página se conjugan al mismo  tiempo y de un sólo modo.
         La  elección de personajes en la obra de Eltit, que se vinculan a la categoría de  "lo femenino", se utiliza para desarticular los paradigmas de  "lo real" en los textos. Por este motivo el maquillaje revierte su  sentido de ornamento estético y pasa a presentarse dentro de otro ámbito: demostrar  la falta de esencialidad que L.Iluminada posee a través de un exceso de  ornamentos para provocar un golpe en la mirada, un trompe l' oeil (p.159) y cubrir las múltiples identidades. El  maquillaje pasa a formar parte de la escena carnavalesca donde todo es  apariencia, superficialidad, simulación y  engaño; así el travestismo, (14) pulsión necesaria e ilimitada  que los personajes poseen, se presenta como   otra posibilidad de simulación que el maquillaje puede realizar. El  travestismo o metamorfoseo, no sólo se da en el aspecto del modelo mujer, sino  en cualquier modelo que se quiera presentar como tal, ya sea literatura,  escritura, significado único, etc. Es por este motivo que las obras se  presentan como subjetividades vacías, ya que el cambio, la máscara, el estar  haciéndose continuamente no permite la inclusión de un original porque éste no  existe, ha sido parodiado por la copia que no le fue fiel en ningún momento.
engaño; así el travestismo, (14) pulsión necesaria e ilimitada  que los personajes poseen, se presenta como   otra posibilidad de simulación que el maquillaje puede realizar. El  travestismo o metamorfoseo, no sólo se da en el aspecto del modelo mujer, sino  en cualquier modelo que se quiera presentar como tal, ya sea literatura,  escritura, significado único, etc. Es por este motivo que las obras se  presentan como subjetividades vacías, ya que el cambio, la máscara, el estar  haciéndose continuamente no permite la inclusión de un original porque éste no  existe, ha sido parodiado por la copia que no le fue fiel en ningún momento.
         Por lo tanto la apariencia viene ha  implantarse  dentro de este gran teatro a  través de la cosmética femenina como parte de la no creencia en la profundidad.  La belleza de L.Iluminada se encuentra fuera del paradigma de mercado (objeto  de belleza para la implantación de modas), sino que "resaltantes en sus  tonos morenos, adquiriendo en sus carnes una verdadera dimensión de la  belleza" (p.13) . Adorno y maquillaje cumplen una finalidad estética que  intenta mostrar la crudeza del espectáculo que ha montado la protagonista; por  esto, es la "ropa en ella apenas funcional": retazos de modas, colores  tenues, desteñidos, opacos. Su cabeza se encuentra rapada y dañada, su mano  quemada y sus brazos cortados; por lo tanto, es una mujer que no intenta  mostrarse en la uniformidad tradicional, sino que su intención es crear  molestia al espectador para que "sólo así sepa de alguna clase de  vida" (p.17).
         El  maquillaje debe aplicarse a una superficie; por este motivo, el movimiento se  traslada de la textura de la piel a la página, porque no sólo se retoca el  rostro, sino también la letra.  De esta  forma, aparece un nuevo tipo de fractura que se produce en los textos y los  cuerpos, mostrando ahora la falla en las superficies o tejidos para atentar  contra la linealidad del  entramado. En Lumpérica se observan dos formas de  atentado: por un lado la herida (tajo),  ya sea en la mano, la cabeza y los brazos, y por otro, el frote (pose), como  exhibicionismo o atentado a la moral y  a  la intención de la fijeza. Las heridas se autoinfieren por la propia  protagonista como medidas de escritura que se traspasan del cuerpo al texto,  haciendo del atentado a la línea continua de la frase y de su sintaxis, una  agresión a la superficie lisa del cuerpo. Escrito sobre el cuerpo o cifrado con  violencia: re-presenta una prueba de la dislocación inicial que desmiente el  carácter íntegro del cuerpo y del texto, mostrando de esta forma que "el  terror y el deseo de la propia blancura y sanidad se manifestará como  errata" (p. 16). El corte, la herida son formas de tachadura que han sido  arrojadas hacia las texturas, haciendo que las superficies aparezcan  fragmentadas; se presentan entonces, como signo y símbolo de las imperfecciones  que denuncian la impureza de la superficie lisa. Cuerpo textual herido o  pre-texto donde el corte -la línea que queda como producto del atentado- se presenta  como la idea de signo que fractura la sintaxis lineal y el orden lógico de la  narración. La tortura (como resultado de los múltiples atentados) y la  inscripción en la piel (tatuajes) pertenecen al mismo repertorio del  desintegramiento, ya que con el dolor de la herida o la tinta de la letra (del  tatuaje) se define una parte del cuerpo que se separa de la imagen del cuerpo  como totalidad.
         La  escritura, como producto del movimiento, y la tachadura (marca) de las  identidades fijas, supone una abertura -producto de la herida textual- donde la  obra se presenta con muchas posibilidades de lecturas y de interpretaciones. La  importancia entonces, también se encuentra en la materialidad, es decir, el  carácter mismo de la letra que se juega en diferentes formas de textualidad  (intertextualidad, intratextualidad, los gramas sémicos o fónicos, etc.); se  trata de producir movimiento a través del frote entre todos estos elementos,  de modo que el contacto entre ellos impida la fijeza de la estructura y de la  lectura. El frotamiento es el medio por el cual la protagonista puede huir de  la posibilidad de ser encasillada en un nombre propio, la manera en que la obra  se mueve junto a los otros elementos que vienen a conformar el entramado: frote  entre personajes, entre las líneas, entre elementos y entre textos: cualquier  forma es válida para instalar la perversión.
         La  escritura es el movimiento que se presenta como máscara de una  trascendentalidad que ha sido tachada de antemano, y el adorno como excedente,  como la "superabundancia del  significante, su carácter suplementario" (15); por lo tanto el movimiento, que  se ha constituido como un devenir constante que se desplaza en las líneas y en  las obras, es el exceso donde los ornamentos de la intertextualidad que se  imbrican en un intersexualidad constituyen la obra a través de un diálogo  activo, se trata de una interacción de texturas lingüísticas, de discursos, de  géneros. El movimiento recae en la explosión -solicitación-(16)  del tejido de la textura de la  obra para conformar una red de significaciones a través del movimiento  constante de las formas cambiantes. Este movimiento produce una acción política, en el sentido de  remecer el aparato cultural (literario, político y social) erotizando la plaza  con su sola presencia. La transgresión se produce, por lo tanto a toda forma de canon, de fijeza con la intención de  mostrar el vacío de los fundamentos. Se trata, por lo tanto, de una perdida  gozosa porque permite el juego y el constante movimiento que se vuelve  nuevamente sobre sí mismo y se presenta como un espejo que refleja la ruptura  de la homogeneidad, la caída del dios y la carencia del fundamento a través de  la explosión de todas las formas fijas, de modo que los residuos se dispersen  en las páginas a través de todo el texto, haciendo que ellos funcionen  diseminados, pero entrelazados por una subjetividad múltiple, de modo que así  "reviente en la letra la pesadilla  de estas noches" (p. 39).
         
        * * * 
        Bibliografía
        - Eltit, Diamela. Lumpérica. Ed. Planeta, Santiago de  Chile, 1983.
          - Sarduy, Severo. Ensayos Generales sobre el Barroco. Ed.  Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1987.
          - Ortega,  Julio. "La identidad revisitada" en Revista de Crítica Cultural Nº 11, noviembre de 1995.  
          - Cirlot, Juan-Eduardo.  Diccionario de Símbolos. Ed.  Labor. Barcelona 1991. 
          - Derrida, Jacques.  La Escritura y la Diferencia. Ed.  Anthropos. Barcelona, 1989. 
        
            Notas
        
          
             (1) Texto publicado en Reflexiones: Ensayo sobre escritoras Hispanoamericanas Contemporáneas.  Priscilla Gag-Artigas comp. Ediciones Nuevo Espacio. Colección Academia.  Monmouth University. USA. 25 BN 1-930879334.
           
          
             (2) Diamela Eltit. Lumpérica.  Ed. Planeta, Santiago de Chile, 1983.
           
          
             (3) Ocupo el término en el sentido que le brinda Severo Sarduy, es  decir, anulación o desaparición de la distancia. Cf. Ensayos Generales sobre el Barroco. Ed. Fondo de Cultura Económica,  Buenos Aires, 1987.
           
          
          
             (5) Diamela Eltit. Lumpérica.  op. cit. p.9. Todas las citas pertenecen a la misma edición, en adelante sólo  aparecerá la página entre paréntesis.
           
          
             (6) Cf. "Segunda escena: la producción del grito", donde  ella estrella su cabeza contra el árbol. Lumpérica. op cit. pp. 19-27. 
           
          
             (7) Cf. Julio Ortega. "La identidad revisitada" en Revista de Crítica Cultural Nº 11, noviembre  de 1995.  En este articulo,  Julio   Ortega realiza un análisis del  concepto de identidad bajo las nociones que postula Paul Ricoeur principalmente  en su texto "Soi-meme comme un autre"
           
          
          
          
             (10) "A monster may be obviously a  composite figure of heterogeneous organism that are grafted onto each other.  This graft,his hybridisation, this composition that puts heterogeneous bodies  may be called monster". Jaques Derrida. Prepare yourself to experience   the future and welcome the monster. Entrevista  de Elisabeth Weber. Internet, homepage Peter   Krapp.
           
          
             (11) Juan-Eduardo Cirlot. Diccionario  de Símbolos. Ed. Labor. Barcelona 1991. p.306.
           
          
             (12) J. Derrida. La Escritura y  la Diferencia. Ed. Anthropos. Barcelona, 1989. p.17.
           
          
             (13) "El perverso explora un instante; en la vasta combinatoria  sexual sólo un juego lo seduce y  justifica. Pero ese instante,    fugaz  entre todos, en que la configuración de su deseo se realiza, se retira cada vez  más, es cada vez más inalcanzable (...) Vértigo de ese inalcanzable, la  perversión es la repetición del gesto que cree alcanzarlo". Severo Sarduy. Op.cit. p. 233.
           
          
             (14) "El travesti, y todo lo que trabaja sobre su cuerpo y lo  expone, satura la realidad de su imaginario y la obliga, a fuerza de arreglo,  de reorganización, de artificio y de maquillaje, a entrar, aunque de modo  mimético y efímero, en su juego". Cfr. Severo Sarduy. Op. cit. p. 93. 
           
          
             (15) J. Derrida. La Escritura y la Diferencia. Op. cit. p.398.
           
          
             (16) De "sollus", en latín arcaico: "el todo" y  "citate", empujar; es decir "hacer temblar en su totalidad"  o "estremecer mediante un  estremecimiento que tiene que ver con el todo". Cfr. J. Derrida. La Escritura y la Diferencia. Op. cit.  p.13.