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         Novela / Puño y letra /   Diamela Eltit
Novela / Puño y letra /   Diamela Eltit
            Puño y letra. 
          Diamela Eltit. 
          Seix Barral,   Santiago, 2005, 190 páginas. 
  
          Por Javier Edwards   R.
          Revista de Libros de El Mercurio. 
          Viernes 18 de Noviembre de 2005
        
         
        Tanto en sus obras de ficción   como en los textos que exploran el ensayo, Diamela Eltit elabora discursos de   una lucidez difícil de encontrar en nuestra narrativa contemporánea. En ellas   maneja una coherente  estética estructuralista; es leal a su interés por entender   las redes del poder, y muestra una vocación crítica serena y   persistente.
estética estructuralista; es leal a su interés por entender   las redes del poder, y muestra una vocación crítica serena y   persistente.
          
          En Puño y letra Eltit ofrece la lectura que hace del juicio   que se siguió en Argentina a Enrique Arancibia Clavel por su participación en el   asesinato del general Prats y su mujer, Sofía Cuthbert. Esta obra tiene como eje   principal la transcripción literal de documentos generados por terceros y   contempla tres textos breves - de su puño y letra- , que explican los motivos   del libro y permiten dos reflexiones. La primera, vinculada a su puesta en   escena narrativa del libro, al uso literal de documentos ajenos, y a su función   en el acto literario; la segunda conduce al ámbito de su contenido, a los   elementos que muestan los móviles de uno de tantos crímenes políticos ejecutados   durante la dictadura de Pinochet.
          
          Puño y letra tiene que ver con el   juicio a Arancibia Clavel, pero el sujeto juzgado, la reconstrucción de aspectos   del rito judicial, la inclusión de una carta de Augusto Pinochet a Prats, no son   sino un pretexto para instalar un episodio nefasto e ineludible de nuestra   historia en un espacio distinto al del documento original. Diamela Eltit "lee"   en la fuente de los hechos y los inserta en un objeto literario, en un discurso   con una función crítica, estética que los transforma, abriendo la opacidad de su   ocurrencia, el ámbito de su interpretación. Así, la carta de 7 de septiembre de   1973, con que Pinochet se dirije a su "Querido General y amigo" ofreciéndole "la   seguridad de que, quien lo ha sucedido en el mando del Ejército, queda   incondicionalmente a sus gratas órdenes, tanto en lo profesional, como en lo   privado y personal" adquiere un particular contraste frente a los datos que nos   hablan de los principales involucrados en el asesinato; o la inclusión del largo   interrogatorio al testigo-bailarín-pareja de Arancibia, Hugo Alberto Zambelli,   destacan el espacio moral e intelectual asociado a los sujetos que elige el   aparato estatal pinochetista para llevar a cabo su política de   inteligencia.
          
          Como mar de fondo, el crimen impío. En ese retrato adquiere   protagonismo la palabra de la propia Diamela. En la presentación cuenta su   asistencia a las sesiones del juicio, la persistencia de los recuerdos que   obligan este libro; en el texto titulado con el nombre y los seudónimos de   Arancibia Clavel presenta sus impresiones sobre el criminal, su psicología y las   rupturas que el asesinato representa en la unidad de lo militar, lo estatal y la   sociedad chilena, y, por último, en el epílogo titulado "Transversal-mente" nos   conduce al escenario del año de la muerte del matrimonio Prats y de la   institucionalización de "una zona de abusos incesantes" reflejada en el   asesinato, desaparición, tortura de miles de sujetos anónimos, de líderes   emblemáticos de la izquierda y la contrastante satisfacción de la burguesía   comerciante. La propia Eltit sintetiza con propiedad la marca que dejó ese 1974:   "El año de la bomba en Buenos Aires fue el año en que nosotros definitivamente   dejamos de decir. Simplemente hablábamos, no decíamos nada".
          
          Pero el   tiempo del mero hablar ya terminó. Diamela Eltit sigue escribiendo, trasladando   al libro, al espacio literario su ojo radical y certero. Lo hace con excelencia,   configurando una obra que rompe el silencio dándole palabras. Este trabajo, que   no debería dejar de leerse, produce algo más fuerte y honesto que eso que   algunos denominan "desafección profunda".