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LOS LIBROS

Por Alejandro Lavquén

Impuesto a la carne (Seix Barral). Diamela Eltit, reciente ganadora del “Premio Iberoamericano de Literatura José Donoso”, nos entrega una novela donde madre e hija  conviven asediadas constantemente en un mundo que las desangra sin contemplación. Pero sobreviven gracias a la “lucha anarquista”, según manifiesta la narradora (s), con que se oponen a sus celadores –los médicos- cuyo simbolismo no es otro que el imperio del poder. Estos médicos son como los políticos, en vez de proteger desamparan a quienes debieran prohijar. La analogía es concreta. Madre e hija (son Bicentenarias) llevan padeciendo doscientos años de penurias en un país que no permite un tránsito feliz ni la plenitud de los burdeles (en el buen sentido, digo yo). Doscientos años de maltratos y desangres para beneficio de otros. Madre e hija viejas, cansadas, discrepantes, se recriminan, se comprenden, se aferran y distancian, como en una transición pactada. La mayoría de las veces se rebelan, pero también se agotan y ceden, quizá “en la medida de lo posible”, sólo eso. No es pecado tal vez. Son humanas. Habitan un país que brota y desbrota entre calamidades, incomprensiones, injusticias ¿Será aquel país un infierno permanente? Sin solución a futuro, incuestionable para los ciudadanos, para así no parecer anarquista o terrorista ¿No habrá jamás solución? Muchas interrogantes se desprenden de Impuesto a la carne, escrito en el modo tan peculiar de Eltit para tratar sus argumentos, apetecibles para muchos y arcanos para otros.          

 

Ricos y pobres (LOM Ediciones). Reedición -en la colección Libros del Ciudadano- del reconocido documento de Luis Emilio Recabarren, Ricos y pobres, con ocasión del Centenario. El texto fue dado a conocer, por su autor, en una conferencia dictada en Rengo el 3 de septiembre de 1910. En él, Recabarren entrega la otra mirada de Chile en un momento histórico donde se pretendía ocultar la llamada “cuestión social” y la oligárquica de la época se enseñoreaba saqueando las arcas fiscales para celebrar los cien años de “república”. Muchos de los conceptos, vertidos por Recabarren, al paso de los años mantienen vigencia al llegar al Bicentenario: “Hay progresos evidentes en el siglo transcurrido, ello no puede negarse. Pero esos progresos corresponden a la acción de toda la colectividad y en mayor proporción, si se quiere, a la clase proletaria que es el único agente de producción, de creación, de ejecución de las ideas y de los pensamientos. Pero esos progresos ostensibles, son precisamente la causa de la miseria proletaria. El progreso está construido, pues, con cuotas de la miseria. Pretenderá la burguesía destruir estos hechos pero no conseguirá destruir la verdad. Ante estos hechos, ante estas verdades, ¿puede haber entusiasmo y motivo espontáneo y justificado para que el proletariado se asocie a las festividades centenarias? ¿Será sectarismo de nuestra parte cuando sostenemos este hecho? Exponer la verdad no es sectarismo. Deducir la consecuencia lógica de esa verdad no es sectarismo. De lo expuesto en el transcurso de esta conferencia, se deduce que de todos los progresos, de que el país se ha beneficiado, al proletariado no le ha correspondido sino contribuir a él pero para que lo gocen sus adversarios”.

 

Historia del libro en Chile (LOM Ediciones). Historia de libro en Chile, de Bernardo Subercaseaux, es un texto de real interés para conocer el proceso de desarrollo de una herramienta vital en el conocimiento y aprendizaje humano. Expresan sus editores sobre este trabajo: “Intenta desentrañar las complejas relaciones que se han dado entre el libro, la cultura y la sociedad, desde fines de la Colonia hasta el Chile del Bicentenario. El autor evalúa las políticas respecto al libro implementadas por la Concertación; examina el fenómeno de la hiperinflación del consumo de masas y las nuevas tecnologías digitales, que han significado un cambio epistemológico para el lector. Plantea, además, la idea del libro como fenómeno dual: bien cultural y bien social, pero nunca desvinculado de la sociedad que lo crea”. El presente volumen es una edición corregida, ampliada e ilustrada, de la publicada en 1993 por la misma editorial. A pesar de las encuestas que apuntan a una baja comprensión de lectura, y desinterés por el libro en nuestro país, es posible asegurar que esto puede ser superado. La historia del libro en Chile está plagada de inconvenientes y censuras, pero siempre el libro ha cumplido una función social que permanece hasta el día de hoy, y eso no se puede desconocer. Subercaseaux pasa revista a todas estas problemáticas y aporta de manera substancial en el análisis de esta materia.   

 

 

 

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