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"El
Cuarto Mundo", de Diamela Eltit
Por
Ágata Gligo
Revista Mensaje
N°377. Marzo - Abril de 1989
A propósito
de Lumpérica, la primera novela de Diamela Eltit, calificada como
"experimental", expresé en estas páginas, (Mensaje N°
343, octubre 1985), que las innovaciones de la forma, la mezcla de novela y poema,
la ruptura de la sintaxis no eran, en su caso, juegos gratuitos, sino provenían
de una innegable necesidad. En su segunda novela, Por la Patria (Ediciones
del Ornitorrinco, Santiago, 1986), la escritora profundiza el camino iniciado:
construye el lenguaje quebrando las frases —en una estilización del habla
mapuche— utilizando palabras que repiten como al descuido las mismas sílabas,
en un desprecio aparente por la eufonía que
sin embargo la obtiene, y restableciendo luego el equilibrio con la introducción
de vocablos y giros elegantes y clásicos, normalmente portadores de conceptos
o sentimientos arraigados en amplias capas sociales: un lenguaje formado por elementos
diversos y en tal sentido mestizo, en concordancia con el acontecimiento narrativo
(Mensaje, N° 355, diciembre de 1986).
Los rasgos aludidos configuran
en las dos primeras novelas de Diamela una voz literaria tan original y personalísima,
que en no pocas ocasiones la atención de la crítica y del público
se ha centrado en los elementos rupturistas y experimentales del estilo, dejando
de lado el contenido o considerándolo secundario.
En El Cuarto
Mundo (Editorial Planeta, Santiago, 1988) la autora vuelve al tema de la dependencia
familiar, —simbólica, violenta y maravillosamente unida a la opresión
en Por la Patria— explorando nuevamente sus orígenes a través
de la metáfora del incesto. Esta vez los protagonistas son dos mellizos,
un varón y una niña.
La primera parte de la novela es narrada
por Maria Chipia, el hermano, desde el momento de la concepción de ambas
creaturas en el útero materno. En un lenguaje tradicional, casi académico,
da cuenta de su asombro y permeabilidad frente a lo femenino — "pude percibir
muy precozmente su verdadera índole y sus sentimientos hacia mí"—
y de las fluctuaciones entre su faceta andrógina y la necesidad de la pareja
humana: "Rozándonos a oscuras y también prendado del miedo
desarrollé el pensamiento de que, para mí, no había verdaderamente
un lugar, que ni siquiera era uno, único, sólo la mitad de otra
innaturalmente complementaria y que me empujaba a la hibridez". El muchacho
se debate entre el sofocamiento de la unión forzada y un vislumbre de esperanza
en esa unión: "Con el mundo partido en dos, mi única posibilidad
de reconstrucción era mi hermana melliza. Junto a ella, solamente, podía
alcanzar de nuevo la unidad".
En la segunda parte, narrada por
la hermana, reaparece por momentos la ruptura del lenguaje y la fuerza expresiva
que han perfilado la narrativa de Diamela Eltit, llevada a su punto culminante
en Por la Patria.
La pareja de mellizos acusa una pertenencia ambigua
a un mundo "sudaca": "una raza que persiguen aislar con la fuerza
del desprecio" (...). "Sabemos que hemos nacido de una mala maniobra
de Dios. Sin cansarse, repite obsesivamente 'soy un digno sudaca, soy un digno
sudaca' mientras las sílabas se trizan en el muro de contención
de la casa".
El Cuarto Mundo presenta como la obra anterior,
diversos planos de realidad. El momento de la concepción, la dependencia
en las relaciones familiares, el incesto, la revisión de los estereotipos
femeninos, cierta violencia callejera, constituyen el tejido visible de esta novela
corta, elementos estéticos que la autora repite con un tratamiento estilístico
diverso. No olvidemos que Coya, la magnifica protagonista de Por la Patria,
comienza su relato intentando pronunciar la palabra madre y relatando su propia
gestación.
Aunque las contradicciones y concesiones de las relaciones
interpersonales y del erotismo conllevan de algún modo el eco de las contradicciones
y concesiones de un universo histórico-político latinoamericano,
me parece que en El Cuarto Mundo no se logra entre los distintos niveles
de opresión la perfecta integración de planos característicos
de Por la Patria. Predomina una mirada psicológica, menos social
y más individual, que explora con crudeza y finura a la vez los intersticios
del amor y del odio que constituyen la dependencia. El adolescente Maria Chipia
dice: "Su vanidad crecía como la oscuridad invernal. Viviendo en
si y para sí me utilizaba para reflejarse en mis pupilas, para leerse en
mis pupilas, para apreciarse en mis pupilas". Para luego expresar: "Habituado
al olor de mi hermana, todo lo demás me parecía insoportable."(...)
"No me era posible pensar la vida sin mi hermana".
En
el lenguaje de El Cuarto Mundo, "gramaticalmente" más
claro, Diamela Eltit ha hecho accesible para muchos lectores un universo expresado
con anterioridad a través de una alta condensación poética.
Sin embargo, personalmente, apuesto al bello y difícil camino de sus dos
primeras novelas, citando un párrafo de George Lukacs: "La tarea del
escritor empeñado en concretar su visión del mundo viene determinada
por sus intenciones y tal es el sustrato fundamental del que brota ese estilo
que al fin se convierte en texto".