Proyecto Patrimonio - 2022 | index | Diamela Eltit | Autores |
«Réplicas. Escritos sobre literatura, arte y política»
Diamela Eltit. Santiago: Seix Barral, 2016, 408 páginas
Por Mario Federico Cabrera
INCIHUSA-CONICET/UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
San Juan, Argentina
federicodavidcabrera@gmail.com
Publicado en Revista Mitologías hoy. Vol.º 15, junio 2017
.. .. .. .. ..
La tarea efectuada por Diamela Eltit en Réplicas. Escritos sobre literatura, arte y política, leída a la luz de los señalamientos borgeanos acerca de que cada escritor exhibe una genealogía y a la vez modifica la percepción que el lector tiene de cada uno de los actores inscritos en ella (Borges, 2005), se constituye en un ejercicio crítico a través del cual se convoca a una multiplicidad de voces para deconstruir y repensar los recorridos del cuerpo, la subjetividad y la escritura en el marco de las sociedades contemporáneas. En este trabajo, Eltit se construye como lectora de los discursos de circulación social esbozando herramientas diversas que van desde la crónica urbana hasta la crítica de arte, a través de registros que alternan entre la formalidad de las revistas científicas y las complicidades pactadas en textos de circulación masiva o en entrevistas.
Los escritos reunidos en este volumen permiten dar cuenta de un acercamiento a la figura de la escritora por cuanto se aboca a la construcción de genealogías literarias y culturales que manifiestan no sólo un posicionamiento estético-político sino también el modo en que opera el habitus, en términos de Bourdieu. Es importante destacar, al respecto, que uno de los grandes temas que dan unidad al libro es la interpelación feminista a la razón patriarcal como sistema semiótico que naturaliza la opresión y la exclusión en alianza con la lógica neoliberal del capitalismo tardío. En consecuencia, la literatura y la crítica literaria, para la autora, hallan su fundamento en un imperativo ético y político: intervenir creativamente en la producción simbólica de la sociedad para deconstruir hegemonías y promover cambios.
El arte de tapa exhibe una fotografía de Lotty Rosenfeld, con la que establece una complicidad artística, política y afectiva en distintos pasajes del libro. La imagen, construida sobre la escala del gris, dirige la mirada hacia unas manos femeninas interceptadas en el acto de trenzar cabellos. La escena admite una doble lectura en relación con el movimiento crítico tejido en la escritura de Eltit: recupera el fragmento de lo cotidiano como escenario de tensión que demanda la reposición de sus conexiones con lo no mostrado o lo no dicho y escenifica metafóricamente el gesto de hilvanar voces y materiales diversos (imágenes, discursos, historias y noticias, entre otros) en la construcción del espacio textual. La arquitectura del libro, en consecuencia, se configura como un entrelazamiento de múltiples niveles y materiales.
El primer gran nudo u horizonte de sentido lo constituye la incorporación de fragmentos de relatos del pueblo kawésqar recopilados a mediados de la década del 80 por el lingüista Óscar Aguilera e interpretados por la autora como marco para cada uno de los siete apartados del texto. Según afirma la autora, esta decisión responde a la necesidad política de recuperar desde la contemporaneidad la voz de sectores marginados por los poderes de la historia y, además, responde al imperativo de ampliar el campo simbólico de la cultura para elaborar críticas basadas en la creatividad y en la memoria. Cada relato, en su función de pórtico, inaugura un recorrido y perfila un comportamiento por parte del lector.
El primer apartado se inicia con un relato titulado “El murciélago”, que presenta una descripción de la actividad nocturna despojada de negatividad y es reelaborada como un elogio a lo sutil y la delicadeza. El conjunto de textos agrupados aquí gestan una genealogía de figuras femeninas en las disputas por los escenarios políticos y literarios entre las que confluyen escritoras como Clarice Lispector, Marta Brunet y Rosario Castellanos; activistas como Camila Vallejo y Constanzx Álvarez Castillo y la imagen mítica de Medea. Los recorridos a través de estas figuras la llevan a elaborar posicionamientos respecto de las políticas de la literatura y del cuerpo femenino. En primer lugar, ubicándose entre las múltiples intersecciones entre literatura y sociedad, señala que “la escritura literaria llegó hasta el escenario social para dislocar la hegemonía de la letra burocrática” (Eltit, 2016: 13) a la que concibe como el reino del discurso autoritario. Por otra parte, desde un enfoque feminista inspirado en lecturas posestructuralistas considera que “... el cuerpo de la mujer está asediado y cautivo por la hegemonía y cualquier debate emancipador de su condición provoca un pavor inconmensurable en la totalidad de los estamentos, muy especialmente en esta derecha-dinero que tenemos” (49).
El segundo apartado se inicia con un relato que lleva el nombre de otro animal, “El huemul”, cuya descripción se concentra en dos momentos o dos estados de su ciclo vital: como víctima en la cacería o como agente principal en el movimiento de fuga. En ese doble régimen de acción/ existencia, la autora se acerca a los símbolos convocados por dos grandes figuras/ madres de la escritura femenina chilena: Gabriel Mistral y Marta Brunet. En ambos casos, la estrategia de Eltit consiste en poner en funcionamiento la doble valencia del huemul para pensar en las construcciones de género asociadas a las escritoras y el modo en que ellas las interpelan. Leyendo las cartas de Mistral, indaga en las escenas de goce y de dolor en las que el cuerpo ocupa la escena principal a pesar de que en la construcción de la imagen pública de la poeta opera un silenciamiento de todos aquellos episodios que la alejan del encuadre moral de “maestra de la patria”. Este desencuentro se sintetiza en la pregunta con la que Eltit inicia uno de sus escritos: “¿Qué haremos con el lesbianismo de Gabriel Mistral?, ¿Cómo podremos ingresar su deseo y el tránsito de su deseo en los espacios públicos sin escándalos y sin ofensas?” (86). En el caso de Marta Brunet, el análisis se focaliza en el despliegue narratológico de las figuras femeninas en sus novelas, a partir de la hipótesis de que en estas narraciones no se propone una redención del mundo femenino sino que se señala críticamente las múltiples modalidades a través de las cuales la sociedad produce lo femenino.
El tercer apartado se inaugura con el relato “El canelo”, referido a la experiencia del cuerpo y la memoria como estrategias de sobrevivencia de los seres humanos. En este nudo significante, Eltit realiza una serie de homenajes a figuras consagradas de la literatura y de la crítica cultural. Desfilan por estas páginas nombres con los cuales la autora ha construido vínculos de fraternidad y convergencia estético-política a lo largo de su carrera tales como Nelly Richard, Julio Ortega, Francine Masiello, Pedro Lemebel, Nicanor Parra, Margo Glantz y Néstor Perlongher, entre otros. En el texto “Las tramas del boom” discute sobre las condiciones geopolíticas que hacen posible la emergencia de este fenómeno literario y elabora dos interrogantes al campo de la historiografía literaria al señalar el reducido número de autores que incluye (a quienes califica como “rockstars”) y la ausencia de las figuras femeninas. Desde otras coordenadas, el texto “Beckett, hoy, ahora, aquí mismo” resulta de gran valor a la hora de pensar en la autoconstrucción de la escritura que Eltit ensaya en estos escritos. En efecto, al leer a Beckett, formula la idea de una estética posthumana que rompe la cadena de los significados como verdades lineales y clausura la transparencia de la comunicación como estrategia refractaria del agotamiento del sujeto en el imperio del mercado (173-174).
La cuarta parte se inaugura con el relato “La nutria”, en el que el discurso se desplaza el foco de atención de lo referencial hacia el acto de habla y exalta la vocación por la hipótesis como estado permanente. Desde esta perspectiva se propone la lectura de un amplio corpus de escritores noveles como testimonios de la multiplicidad de cambios que acontecen en el presente. Algunos de los nombres que protagonizan este apartado son Rubí Carreño, Rodrigo Cánovas, Beatriz García Huidobro, Mónica Ríos y Nicolás Poblete.
La sexta parte del libro, si bien se inicia con el relato titulado “El erizo marino”, presenta una continuidad semántica respecto del apartado anterior. En los textos que conforman este agrupamiento, la autora hace uso de la crítica cultural y de la crónica urbana para argumentar sobre problemas de la cotidianeidad y de las clases populares. Los textos proponen una perspectiva múltiple para discernir y evaluar los procesos políticos y económicos contemporáneos, indagan en una crítica poscolonial y sientan posiciones frente a la aparente democratización del conocimiento por vía de la explosión de las redes sociales. Uno de los acontecimientos que recorre el libro es la experiencia del terremoto de febrero de 2010 puesto que, desde el punto de vista de la autora, la catástrofe señala un punto de crisis social, política y económica respecto de la hipermercantilización y la desigualdad en la sociedad chilena. En este orden de reflexiones, se permite leer en el descontento social del terremoto el preanuncio de los masivos repudios a los efectos del neoliberalismo que tienen lugar a partir del 2011 en el cuerpo de los estudiantes.
El último de los apartados está encabezado por “El ciruelillo”, texto que enfatiza en el carácter lúdico y estético de un árbol que no cumple con una función nutricia. En este sentido, el texto preanuncia uno de los grandes temas que atraviesan las entrevistas aquí incluidas: la crítica a los postulados que reducen lo político y lo social a lo demostrable para ingresar en los moldes del discurso cientificista. Para la autora la literatura y la crítica literaria, como dijimos al comienzo, son necesariamente políticas porque interpelan la producción de sentidos que preordenan y determinan el funcionamiento de los sujetos en el mundo. Este agrupamiento de entrevistas se cierra con el ensayo “En la zona intensa del otro yo misma”, en el que elabora la noción de “literatura okupa” para pensar su propia actividad escritural: “... mi deseo se funda en una especie de literatura ‘okupa’ que se aloje y se desaloje en lo abandonado, en lo transitorio, y que sobreviva apelando a un flujo de baja intensidad en perpetuo movimiento” (380)
Como consideraciones finales acerca del libro, se puede señalar que el mismo puede leerse como una performance que ejecuta un desplazamiento particular por el complejo aparato del habitus intelectual de una figura en la que confluyen una perspectiva feminista y una larga experiencia militante frente al autoritarismo militar y del mercado y que cuenta, además, con una amplia trayectoria literaria y académica. El libro se presenta también como una carta de navegación que recurre a materiales diversos y que circula por múltiples terrenos a través de los cuales se ejerce la crítica que no es puramente discursiva sino que se funda en la más cruda experiencia del terror dictatorial y de la violenta pauperización, exclusión y fragmentación de los sujetos en el escenario neoliberal.
BIBLIOGRAFÍA
BORGES, Jorge Luis (2005 [1951]), “Kafka y sus precursores”, en Otras inquisiciones. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 131-134.