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Diamela Eltit, El Padre Mío,
Santiago, Francisco Zegers Editor, 1989
Por Barbara L. Loach
Publicado en Hispamérica Año 21, N° 61 (abril de 1992), págs. 103-104
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El enfoque central de El Padre mío —como el de Lumpérica (1983), Por la patria (1986) y El cuarto mundo (1988)— es la marginalización dentro del contexto de la sociedad santiagueña contemporánea. La autora chilena Diamela Eltit (1949) se ha dedicado a enunciar una estética de la marginalidad, explorando la esencia vital de la gente que se encuentra en la periferia, y recobrando la dinámica lingüística que define el marco de su existencia.
En este texto Eltit nos ofrece la transcripción de una serie de entrevistas grabadas con el hombre llamado "el Padre Mio". El protagonista del texto es un "vagabundo urbano" quien, entre la cordura y la locura, refiere la historia de su vida turbulenta. En vez de recrear el mundo de los marginados, como ha hecho en sus obras anteriores, Eltit presenta directamente la "vertiginosa circular presencia lingüística" del Padre Mío. Del caos de su mente surgen nombres, títulos, enredos políticos, todos obfuscados por las sombras de la demencia.
El proyecto de Eltit, tal como ella lo ha explicado, consiste en estudiar "...mundos cruzados por energías y sentidos diferenciadores de un sistema social y cultural visible" (p. 11). En el relato de este hombre ve una crisis nacional. Una cita del ensayo apunta el nexo de esta historia: "Es Chile, pensé. Chile entero y a pedazos en la enfermedad de este hombre; jirones de diarios, fragmentos de exterminio, sílabas de muerte, pausas de mentira, frases comerciales, nombres de difuntos. Es una honda crisis del lenguaje, una infección en la memoria, una desarticulación de todas las ideologías. Es una pena, pensé" (p. 17). De este modo la vida del individuo logra captar la esencia de un desajuste nacional; la presentación de su relato sirve como un contrasello para el estado actual de esa sociedad.
Obviamente, la ubicación genérica del libro suscita algunos interrogantes: ¿es un documento sociológico, novela testimonial o algo intermedio? Por ser la transcripción directa del habla de un individuo real, no cabria calificarlo como ficción.
No obstante, la ficción reside en el contenido mismo del protagonista/narrador. Eltit decide representar al Padre Mío como narrativa porque cree que "...este relato del relato torna gesticulantes las palabras hasta paralizarlas, mostrando su evidencia monologante, al llevar hasta el límite —trágico o burlesco— el nombre, los nombres del poder" (p. 16). Según Eltit, la fuerza del monólogo del Padre Mío mientras vaga por su mundo incoherente porta su propia dramaticidad.
La importancia de la obra aumenta al considerar la introducción o la llamada "presentación" del texto, un ensayo de unas siete páginas en que Eltit aclara los motivos para la obra. Es una mediación necesaria para establecer los términos de negociación entre la autora y sus lectores, y para destacar el significado trascendente del texto no modificado del Padre Mío. Pero al mismo tiempo que sus comentarios proveen una contradicción racional que contrasta con el habla radicalmente difusa del Padre Mío, estas páginas presentan una declaración franca de su estética de la marginalidad. Eltit se interpone como la voz inteligible de los marginados en un intento por "diluir su ausencia" y recuperar su identidad del anonimato.