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Diamela Eltit: “Bolsonaro habría estado feliz con esta ministra: es una vergüenza”
Por Daniela Cáceres Villalón
Publicado en El Mostrador, 14 de mayo de 2020
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La llegada de Macarena Santelices al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género ha sido un tema que ha marcado la agenda de las mujeres durante este período de pandemia, donde la población femenina del país ha sufrido un rebrote de la violencia intrafamiliar, por lo que el nombramiento de la ministra ha despertado una serie de críticas e interrogantes como: ¿era la persona correcta para este cargo? A estas y una serie de problemáticas más se refirió la escritora chilena Diamela Eltit, Premio Nacional de Literatura 2018, para El Mostrador Braga.
“El nombramiento de esta persona como ministra de la Mujer es una agresión a las mujeres chilenas. Carece de una mínima preparación cultural y conceptual que le posibilite ejercer su función. Está colonizada por un machismo que conocemos muy bien”, dijo Eltit.
En palabras de la autora, la ministra es “violenta, clasista, racista y de un nacionalismo furioso”, ya que “según sus palabras recientes, piensa en solucionar conflictos sociales mediante guerra y muertes. Así lo expresó con motivo del estallido chileno. Está en contra de los migrantes de manera explícita y eso, desde luego, incluye a las mujeres que podrían acudir a su repartición”.
En esa misma línea recordó su parentesco con Augusto Pinochet, quien fue tío abuelo de Santelices. “Ella lo utiliza como capital simbólico pretendiendo ser su heredera. Su terrible nombramiento es el resultado del estado de excepción y del drama terrible como es la pandemia. En un Estado enteramente democrático, habría implicado una protesta imparable. Pero, claro, la actual ministra solo es comparable con el ultrafanático converso Mauricio Rojas. Bolsonaro habría estado feliz con esta ministra. Es una vergüenza”.
-Aparte de Santelices, ¿había otras opciones en la derecha chilena?
-La derecha cuenta con mujeres liberales que tienen una formación en la materia. Yo no comparto sus posiciones fundadas solo en derechos pero filiadas de manera irrestricta al capital. Se puede pensar en La Comunidad Mujer o el CEP, entre otros espacios. La locura de este nombramiento –como si fuera poco todo lo que está pasando– también ignora, agrede y ningunea a las mujeres de derecha que cuentan con aptitudes. Pero, claro, ellas pertenecen a este Gobierno que las ignora y las desvaloriza.
El ministerio arrastra una mala fama desde el liderazgo de Isabel Plá en el estallido social. Pareciera que ese punto de inflexión marcó un antes y un después en la retina de las mujeres. En ese contexto, Eltit, señala que “el Ministerio de la Mujer se probó a sí mismo durante el estallido. Nunca se relacionó con las mujeres víctimas de la violencia policíaca, ni se movilizó para entender y atender los fundamentos de las protestas multitudinarias de las mujeres. Se detonó en ese ministerio una forma de evasión e inexistencia”.
La otra pandemia: la violencia contra las mujeres en distintas esferas
Las mujeres han sufrido distintos efectos colaterales que ha dejado la llegada del COVID-19, algunas de ellas están viviendo situaciones graves de agresiones físicas y psicológicas por parte de sus parejas, otras están trabajando más que nunca a causa del trabajo doméstico no remunerado y otras, al igual que miles de chilenos, han perdido sus fuentes de ingresos, situación que se agrava si son migrantes.
“Las mujeres de clases medias y las mujeres pobres son la 'zona de sacrificio humano' de este modelo económico. Un modelo fundado en la acumulación de riqueza que está exenta del pago de impuestos en relación con sus ganancias. Una riqueza que explota los cuerpos de las mujeres mediante infrapagos y la obligación emocional de entregarse a labores impagas de cuidados. El nivel de riqueza es posible por la explotación de las mujeres. Los multimillonarios empresarios exprimen al Estado mediante fundaciones y empresas tercerizadas con las que están relacionados. Y, a la vez, se esmeran por despreciar al Estado que explotan”, dijo.
“Este neoliberalismo intensificado es un modelo hegemónico de masculinidad y allí las mujeres, incluidas sus adeptas, son discriminadas. Las mujeres son las desiguales de esta desigualdad sin límite que nos recorre y que hoy es indiscutible”, agregó.
Para la escritora, “son las mujeres que ya están emancipadas de los antiguos imaginarios de sujeción, las mujeres descolonizadas de los mandatos masculinos, las que unen derechos y cambio social, las que darán sus batallas para atenuar y luego revertir esta situación”, porque “así lo ha demostrado la historia feminista que ya tiene más de un siglo completo de lucha. Los hombres no lo van a hacer por ellas y menos la periodista Santelices”.
-¿Qué lectura hace del momento actual de crisis?
-Chile desde octubre 18 abandonó lo que conocíamos como "normalidad". La trágica pandemia llegó para remarcar de modo indesmentible lo que se visibilizó durante el estallido. Hoy, vemos minuto a minuto la fragilidad y las deficiencias que el sistema consiguió imponer como normal. Existe una geopolítica de la injusticia que afecta, pienso, al menos a un 75% de la población.
“Habría que resignificar la palabra 'normalidad', no solo frente a la enfermedad sino también ante las graves y prolongadas secuelas de la enfermedad social que ha provocado el neoliberalismo. Hay que pensar en el fracaso parlamentario de la oposición. Una oposición parlamentaria que en una de sus partes se alió a la derecha y otros de manera simbólica no pudieron salir de la red neoliberal en la que están atrapados. Literalmente viven bien del Estado y apuestan por un ejercicio interminable”, añadió.
Dentro de su visión, la narradora rescata a “figuras muy importantes” como “Izkia Siches y el Colegio Médico, que con un discurso sereno y afectuoso se impuso al terrible autoritarismo de Mañalich y su fracasado liderazgo fundado en éxitos y guerras. O el joven Gustavo Gatica, estudiante de historia, pese a su dramática condición de ceguera por un crimen policial, mantiene su posición solidaria y activa. Hay que romper el elitismo. Mirar con detalle la sociedad civil y sus organizaciones, la fuerza de la Coordinadora Feminista, los barrios, las épicas de las regiones, la necesaria descentralización”.
Por último, Diamela Eltit se refirió al mundo intelectual y qué pueden hacer desde su tribuna en estos momentos, señalando que puede “hablar de las escritoras chilenas. A diferencia de nuestros colegas, un grupo considerable de ellas han creado diversas organizaciones para defender sus derechos autorales y han difundido la precariedad que atraviesa al gremio en este tiempo. Pero también muchas han construido un frente nacional de rechazo ante las graves situaciones sociales que afectan al país. Un número consistente de escritoras hoy representan un frente no solo lúcido y activo, sino también inédito en la proliferación de sus organizaciones”.
“Quiero destacar que, más allá de la diversidad de sus escrituras y la pluralidad de sus estéticas, las escritoras y críticas literarias chilenas hoy lideran el mapa literario local y latinoamericano”, finalizó.