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Diamela Eltit:
"La gente tiene que escribir sus libros y que sean necesarios y conmuevan"
El Mercurio de Valparaíso, 17 de junio de 2017
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Desde que irrumpiera en el mundo de la literatura con "Lumpérica" (1983), Diamela Eltit se ha convertido en una de las voces más importantes de las letras chilenas. Aunque esa es sólo una de sus facetas, ya que a través de lo que fue su trabajo visual para el Colectivo de Acciones De Arte (CADA) y sus ensayos, también se ha convertido en un referente casi obligado para temas de contingencia política, identidad de género y poder, por nombrar algunos.
De allí que no sea extraño que haya sido invitada por la doctora e investigadora literaria del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UPLA, Fernanda Moraga-García, al conversatorio "Memoria, género y literatura", que se realizó esta semana en el marco de un proyecto Fondecyt.
Memoria y género
Eltit expresa en forma contundente lo que cree. De allí que considere que "nunca" se abordó "de una manera adecuada" el tema de la memoria en la sociedad chilena. Para la autora de "Fuerzas especiales", la razón de ello es que "es una memoria muy afectada entre el 73 y el 90, obviamente porque se produce un descalabro en materia de derechos humanos, y por supuesto esa memoria fue muy obturada precisamente en los 90".
"Bajo el presupuesto de conservar este hilo de democracia había que mirar hacia adelante pero resulta que el atrás estaba ahí. Entonces yo creo que hubo una gran coerción a la memoria en toda esa década y creo que no ha terminado nunca porque después se revitaliza como mercado, con teleseries, sobre todo el 11 de cada año. Esa es la memoria, por decirlo, oficial, pero hay otras memorias que vienen de otros grupos y espacios y que tampoco son arrasables. Hay memorias que no han podido ser destruidas y ahí tienes el debate si salen o no de Punta Peuco las personas que cometieron crímenes de lesa humanidad. Ahí hay una memoria que dice no", acota.
— El potenciamiento de movimientos alternativos como el Frente Amplio ¿ayudan a tender puentes para rescatar esa memoria?
— Ojalá lo hagan. Sería positivo que piensen en una historia que no va a dar tregua, porque la historia no da tregua.
Desde su perspectiva "habría que ver cómo trabaja la memoria el Frente Amplio, qué memoria trabaja, cuál quiere construir". Considera, eso sí, que "sería bueno que la construyera, porque por primera vez se construye una tercera fuerza política. Antes estaba el Partido Comunista pero estaba afuera y ahora se construyeron una serie de espacios nuevos que confluyeron en esto que se llama Frente Amplio. Hay que ver cómo más allá de las retóricas políticas, qué memorias quieren construir, porque todavía no está lo suficientemente elaborado por parte de ese grupo".
— Pasando a otro tema, ¿cómo percibe los movimientos feministas en el Chile de hoy?
— Todo movimiento que aspire a una emancipación, cualquiera sea, es bienvenido. Uno pensará en unos más próximos que otros, más interesantes, y se preguntará también si no hay ciertas modas pero que son retóricas. El punto está en la asimetría, en la desigualdad.
"La cuestión está en las estructuras -continúa-. Por ejemplo, la federación de estudiantes de la Universidad de Chile en más de cien años ha tenido cinco mujeres (presidentas) y las últimas tres se han dado en la última década. Entonces, la pregunta es por qué se produce una asimetría de ese volumen, qué pasa ahí, y uno debe preguntárselo con la mejor disposición a buscar cuestiones democráticas. No se trata de pensar, por lo menos yo no lo pienso así, que una mujer valga más que un hombre. Pero tampoco pienso que un hombre valga más que una mujer", añade.
La literatura
Diamela Eltit no elude ningún tema que se le consulte. Es así como asegura que "no sé para dónde camina" el genio creativo chileno.
— ¿Es difuso?
— No. Yo creo que está en construcción siempre y la gente tiene que escribir sus libros y que sean necesarios y conmuevan. El propio ambiente, no de la sociedad, sino el literario.
Por lo mismo dice que "me parece bien" lo que actualmente está pasando con algunos éxitos editoriales como las dos partes de "La historia secreta de Chile" de Jorge Baradit. Si bien, advierte, que no lo ha leído "todavía", "entiendo que está hablando de Arturo Prat, Bernardo O'Higgins, o sea de los próceres".
Y añade: "Estamos esperando a que Baradit hable de la primera novelista chilena, Rosario Orrego, por ejemplo, que por lo demás era madre de un joven que luchó en el Combate Naval de Iquique (Luis Uribe). Entonces, esperemos que Baradit saque la mirada sobre los próceres que eran bastante curiosos y debilones, y habría que ver qué pasa entonces con ciertas mujeres que construyeron, también, espacios".
— ¿Hay molestia con él?
— No. Yo no tengo ninguna molestia con Baradit, tiene que hacer lo que quiera. En realidad no le puedes cargar a Baradit todo, porque el problema no es lo que hace Baradit o lo que no hacen los otros, tampoco las otras.
Respecto a su propio trabajo, la autora de "Por la patria" comenta entre risas que "no sé si ha evolucionado" desde que publicara por primera vez una ficción en 1983. "Efectivamente hace años ya, (pero) por otro lado como si fuera ayer, nada es real", dice. "El tiempo es muy subjetivo. En un momento es ayer y en otros momentos es un siglo, ni siquiera 30 años, sino siglos. Depende un poco de dónde estés parado para pensar eso. Pero pienso que he estado explorando mismos territorios con diferencias, pero son tan amplios que todavía no se acaban", reflexiona.
— ¿Cuál es el libro suyo que más la enamora?
— De mis libros, todos tienen su problemática y su historia, que se me han olvidado en general, porque una vez que se publican se van… como que se van de la casa. Pero siempre el que más me desvela es el que quiero escribir, y después que se escribió me desvela si es que tengo otro.
