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(1938-2022)
Sylvia Molloy, la relevancia de una gran discreta


Por Diamela Eltit
Publicado en Revista Ñ, 15 de julio de 2022



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Cualquier texto que apunte a despedir a una figura literaria tan relevante como Sylvia Molloy, será siempre insuficiente. Porque abordar su recorrido implica internarse en territorios signados por la precisión analítica que la llevó a escribir ensayos ineludibles. Escritos que circulan incesantemente y de manera primordial en los estudios literarios académicos. Y precisamente en este ámbito, el académico, se desarrolló su vida cultural generando una escuela de pensamiento entre sus numerosos estudiantes.

Maestra en espacios tan importantes como Yale o Princeton, Sylvia Molloy, fue también una figura central en los estudios de literatura hispanoamericana en la Universidad de Nueva York, donde, entre otros aportes, me parece necesario destacar que ella generó un “Magister en Escritura Creativa en Español”, marcando así un hito expansivo para la lengua en una ciudad marcada por su centralidad en los mapas mundiales.

Pero, más allá de su permanencia en Estados Unidos, sus trabajos críticos atravesaron por distintas y diversas fronteras para consagrarla como una ensayista fundamental, junto a Josefina Ludmer; me refiero a dos figuras que lideraron la escena latinoamericana. Es importante examinar sus emergencias y pensar esas precisas producciones encabezadas por mujeres argentinas que abrieron sentidos e iluminaron, con la potencia de sus trabajos, nuevas estrategias discursivas para seguir pensando, repasando y repensando las literaturas continentales.

Pero Sylvia Molloy escribió también literatura. Leí  En breve cárcel  durante los primeros años de la década de los ochenta. Precisamente el decisivo escritor José Donoso, amigo muy querido, me la recomendó. La leí. O quizás habría que decir, la leímos, porque el texto circuló de inmediato entre las escritoras que conformábamos la comunidad literaria de esos años.

La lectura me resultó intensa, compleja, fascinante. Seguí, de manera admirativa, el hilo conceptual que estructuraba el texto, una especie de tejido depositado sobre otro tejido, una escritura que “escribía” e imponía la escritura desde la letra misma, para generar así una consistente estética fundada en las relaciones entre mujeres.

En breve cárcel  abrió un espacio literario para los dilemas y los diversos transcursos lésbicos. Lo hizo hace ya más de cuarenta años. Lo fundamental e inaugural que este texto porta, es cómo y en cuánto esos cuerpos transcurren y ocurren sin culpas, sin disculpas, sin enmascaramientos, entregados a sus circunstancias y a sus problemáticas.

Así, el libro permitió una emancipación rotunda, inscribió un signo en la medida que rompió un consenso fundado en la heterosexualidad de las mujeres, mediante el ejercicio de una subjetividad dictaminada por parte de la hegemonía latinoamericana. En breve cárcel  posibilitó una forma de expansión, un salto de sentidos porque generó una poética sólida fundada en la letra y en la dispersión de imágenes. Un cuidadoso escenario levantado para generar el final de una relación amorosa. Pero una relación amorosa que solo fue posible iniciarla y terminarla desde el trabajo con la escritura. Un amor “escrito”.

Cuando me encontré con Sylvia en un café en Nueva York, pienso que en 1986, en un breve viaje que hice para participar de un congreso literario, le hablé de su “novela”, ella me dijo que en realidad no era ficción, que había escrito un texto autobiográfico. Quedé completamente sorprendida porque en realidad si bien había un “yo”, me pareció desplazado, nunca monumentalizado sino más bien sometido a un conjunto de poses. Todavía pienso que ese “yo” es inclusivo, envolvente. Todavía la leo como un texto que permite pensar la pericia que requiere la construcción de una novela.

Pero mucho más allá del eterno dilema de los géneros y sus límites o pensando en géneros sin límites, Sylvia Molloy deja un legado consistente. Tuve el privilegio de trabajar algunos años con ella, mantuve encuentros significativos en los que la vi desplegar su inteligencia, compartimos momentos divertidos. La admiré y la admiro. La admiraré siempre.

 

 


 



 

 

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Sylvia Molloy, la relevancia de una gran discreta
Por Diamela Eltit
Publicado en Revista Ñ, 15 de julio de 2022