Al hablar de la novela femenina chilena, o mejor dicho, la novela escrita por mujeres, los únicos nombres que continúan en los escaparates de librerías y en las empolvadas cubiertas de los libros son los de las indiscutibles Bombal y Brunet. No olvidemos que ambas incursionan en el terreno de la novela en las décadas de los treinta y cuarenta. Actualmente en Chile, al hablar de novela escrita por mujeres, caemos en numerosas interrogantes y desconcertantes silencios que no pueden dejar de preguntarse ¿hay novelistas mujeres en el Chile de hoy?, ¿la mujer que escribe novelas continúa en esa milenaria tradición del silencio y el susurro, de la escritura a hurtadillas?
Es fácil encontrar poetisas pero no mujeres que escriban largas novelas. Al menos esta es la situación en Chile, verificable por la cantidad de estudios y textos donde simplemente no aparecen las novelistas.
Todo este preámbulo que a mí me parece necesario, es para llamar la atención sobre el surgimiento de una nueva novelista y una nueva novela: Lumpérica de Diamela Eltit. Sugestivo título netamente femenino, porque intuimos que alude a "lumpen" y posiblemente a América, matriz tierra que engendra a nuestro continente. Lumpérica es ambas cosas: la historia de una mujer del lumpen denotada en el texto por la configuración: L Iluminada. También es una mujer marginada de América, desposeída de bienes, de identidad, mujer-lumpen, mujer vagabunda en una fantasmagórica plaza de Santiago de Chile circundada por otros marginados: Aparecen en extraños ropajes... más bien una suma de trapos los envuelve. (p.26)
La definición más cerca a un posible argumento en Lumpérica es la ambigua historia de una mujer en una plaza asediada por extrañas presencias y vivencias, donde ella misma es una interrogante en un lugar público que parece ser el único sitio posible para su existir, Está enferma o más bien se enferma de estar en ese estado (p.29). Porque esa "permanente enfermedad", esa condición de mujer-lumpen mujer que permanece en la inmensidad de la plaza es el único espacio narrativo vital del texto. Sin embargo, de la infatigable presencia de L Iluminada aparecen sub-historias, sub-textos, sub-fragmentos que vuelven, no obstante, a gravitar dentro del espacio de dicha plaza.
Una de las sub-historias más fascinantes, es la de un interrogador y un interrogado. El primero siempre pregunta por L Iluminada, por mendigos, locos, esperpénticos habitantes de una plaza pública que se torna cada vez más en un espacio amenazador. El interrogador podría leerse como el torturador que asedia al Chile de hoy, la víctima, el ciudadano indefenso que contesta por el terror al silencio. El trasfondo y el fondo de todas las escenas es la plaza que se ve fantasmagórica como algo irreal para ejemplificar un sitio de opereta o un espacio para la representación (p. 40).
El espacio representado en Lumpérica es múltiple y las escenas aparentemente inconexas, están seguidas por otras escenas que tienden a explicar o a reivindicar lo escrito anteriormente. Por ejemplo, cada escena está acompañada por acotaciones como: Comentario, indicación, errores. Todos estos vocablos aluden a la palabra escena y esta es precisamente la estructura de Lumpérica, estructura como escena fragmentaria cinematográfica, pero también literaria ya que cada escena o mejor dicho cada narración de la escena es una re-elaboración de la anterior. Confluyen en este libro el texto o la historia de una mujer anónima en la plaza pública, luego su caída en el sentido físico y literal. Esta caída está acompañada nuevamente por el interrogador que no es otro que un torturador, en la plaza: un espacio circunscrito y reglamentado. Una vez que se le ha conocido bien se percibe inmediatamente cualquier extrañeza. (p. 130)
El lugar es la circunferencia de otra historia o mejor dicho una posible lectura: Chile, el espacio cerrado amenazador como la plaza solitaria en el toque de queda y la mujer L lluminada con un trozo de cal en su mano intentando escribir la historia de lo que no se pudo decir, porque al final del texto se mutila, desaparece. Decíamos que en Lumpérica confluye la historia central de L Iluminada, la reflexión de la historia como quien hiciera una película por medio de cortes y superposiciones sistemáticas. También Lumpérica, al postular o elaborar sobre lo dicho, es una obra de intensa reflexión sobre la escritura que no es uniforme sino que se va modificando, gestando, naciéndose. Es la historia de L iluminada como asimismo una colección de poemas que no siempre siguen la lógica de un discurso racionalmente construido sino más bien, nos inducen a reflexionar y a hacer acotaciones y proyecciones hacia el interior de esa plaza que circunscribe al texto, pero también lo abre a numerosas especulaciones y posibilidades. Lumpérica es una novela difícil, o no entiendo a Lumpérica. Todos estos cánones nos fallarían porque aquí la escritura es una aglomeración, un núcleo de tejidos que abarcan lo erótico, lo violento, lo monstruoso de la represión y por cierto, la poesía. Leerla no es tarea fácil pero sí necesaria para comprobar como trabajan las novelistas chilenas en la actualidad y a la vez para cerciorarnos que a lo mejor esta novela nos incita a proponer una nueva manera de leer, al darnos cuenta que Lumpérica es un discurso diferente, la voz de una nueva mujer.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com LUMPÉRICA
Diamela Eltit. Santiago, Las ediciones del Ornitorrinco, 1983, 195 pp
Por Marjorie Agosin
Publicado en América Joven, N°42, año 5, febrero-agosto de 1985