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El asma, el arma, el alma
La vida en rojo, una biografía del Che Guevara. Jorge Castañeda
Editorial Espasa Calpe, Buenos Aires, 1997. 540 págs.
Por Diamela Eltit
Diario La Época, Domingo 15 de Junia de 1997
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Jorge Castañeda reconstruye, documentada y distanciadamente, la legendaria figura del Che Guevara en la biografía La vida en rojo. Se interna en un recorrido por una historia que resulta desde el punto de vista estrictamente temporal, reciente, pero, a la vez, desde la actual arrasante sensibilidad política dominante y sus vastas operaciones ideológicas aparece, sin embargo, lejana y semimítica.
La biografía del Che que ofrece Castañeda se erige como un tapiz político en donde se va a incubar un sujeto en constante lucha por obtener una identidad. Pero en este caso se trata de una identidad prófuga, nómada, temblorosa, irritada, que extrae de la acción la certificación de su existencia, una figura que desde el riesgo activa la respuesta angustiada de la enfermedad corporal, un sujeto que desde el ejercicio de los poderes centrales emprende una fuga terminal y funeraria hasta la periferia.
Jorge Castañeda organiza interesantes conexiones cuando describe el mundo militar del Che. Los padres en constantes mudanzas por la provincia argentina, las solapadas desavenencias matrimoniales, el complejo lugar de primogénito, la relación simbiótica del Che con una madre que se vislumbra como incapaz de estructurar un espacio doméstico tradicional. Y es en este contexto familiar donde Jorge Castañeda va a situar detalladamente la irrupción precoz de la enfermedad que va a transformarse prácticamente en lo único que no se abandona porque no lo abandona, en lo más radicalmente inamovible en la vida del Che: el asma.
El asma ocupa a lo largo de la biografía un espacio protagónico absolutamente apasionante si se piensa en la relación cuerpo, poder y política. Cuerpo asmático invadido por la inminencia del ahogo, la asfixia, la estrechez respiratoria, contrasta con la búsqueda de un horizonte abierto, sin fronteras. El Che cumple fielmente el programa asignado por su estructura social acomodada, se titula de médico, pero la biografía permite atisbar, como un ejercicio de lectura posible, que se trata de un protocolo, de una secreta despedida,
especialmente a la madre y a la madre patria, Argentina.
Un sujeto apasionado
Castañeda insiste -cuestión que parece indiscutible- en que el Che Guevara nunca fue en rigor un sujeto político clásico. Lo construye como un sujeto apasionado, disconforme, despojado de los atributos tradicionales, no sólo en lo que respecta a una formación política -digamos- académica o sistemática, sino también en su restringida capacidad de negociación. El Che es reconstruido por Castañeda como un depósito de pulsiones y acciones por las que transita en medio de un paisaje político permanentemente convulso, agitado por la posibilidad de establecer nuevas propuestas frente a los desequilibrios de los poderes locales que rigen Latinoamérica. En este marco, el Che inscribe su registro fundacional y épico junto a Fidel Castro. Así, un médico argentino nómada y romántico, semiespecializado en alergias, vale decir, en las marcas síquicas que inscriben sus nerviosas erupciones sobre el cuerpo y un abogado cubano, reproductor de la ley, se unen en torno a una utopía para refundar el continente. Me parece de alto interés atender a las profesiones de ambos líderes, en la medida que son dos prácticas estratégicas en las que confluyen saberes que controlan a cuerpos biológicos, y cuerpos sociales. Profesiones que no resultan inocentes frente al desenlace de la historia, esto es, la ley como primacía, como poder que sobrevive al siempre precario y finito cuerpo anatómico, escindido entre el asma, el alma, el arma.
El texto va dando cuenta de cómo lo aparentemente imposible se vuelve posible (el triunfo de la Revolución Cubana), pero a la vez -y éste es el trabajo deconstructivo del biógrafo- cómo lo posible se vuelve imposible. Cuando la opción, la utopía, la gesta se realiza, empieza a establecerse un abierto campo reactivo. Los poderes empiezan a evidenciarse en el relato biográfico en toda su dimensión múltiple. Poderes superpuestos que se trenzan alrededor de una Latinoamérica en disputa territorial, económica e ideológica. Una disputa que ya carece de fronteras pues yacen cruzadas las hablas, los conflictos y las órdenes no sólo del conocido dilema Norte-Sur, sino además el excedente emanado de los poderes en pugna entre Oriente y Occidente. En el medio de esta maraña de intereses y movimientos polares, alucinantemente internacionales, el Che Guevara se vuelca a lo nacional, a lo específicamente cubano, a generar, desde Cuba, el modelo primordial reparador de desigualdades. Pero se trata de un modelo sin modelo o bien modelado sólo por el poder del deseo y, por ende, expuesto en grado extremo a la forma de la crisis.
Jorge Castañeda va mostrando, desde la complejidad de los contextos la genealogía del naufragio del texto político auspiciado por el Che. Al parecer la historia no puede desligarse de la histeria en la que batallan los poderes que la forjan. La llamada "guerra fría" es lo contrario, una caldera en ebullición, autoritaria y persecutoria y, recordando a Foucault, un laboratorio de múltiples tecnologías de poderes que se proyectan unos contra otros, unos con otros, unos sobre otros en un espejo infinito que termina por erosionar y normalizar aquellas prácticas políticas rebeldes. El Che guerrillero se reconvierte en economicista, se hace parte de la industria, actúa buscando la pureza, desde una moral rígida y no exenta de dogmatismo. El "hombre nuevo" que propone el Che Guevara se estrella contra la diversidad de poderes que lo combaten y el relato biográfico indica que detrás de cada negociación política la figura líder de Guevara acusa los síntomas de la incomodidad que rodea su participación en los poderes centrales.
El viaje final
Cautivo de sí mismo, de su particular ideario, el Che abandona Cuba para viajar a Africa en un intento liberacionista sin destino. La biografía permite entrever, durante la estancia en Africa, el agudo problema que el Che mantiene con lo otro y su dificultad de leer las diferencias de las prácticas culturales. La enfermedad retorna con la misma fuerza que presenta una empresa devastada de antemano. Pese a la tensión con Fidel Castro, el texto deja leer una devota filiación del líder cubano con el Che, quien, a la manera del padre, avala a distancia al hijo irreverente y ensimismado, impulsado por una fidelidad que resulta conmovedora. Más allá de las intrigas políticas, más allá incluso de las ventajosas conveniencias del distanciamiento -que es un distanciamiento de opciones, de filiaciones, de destino- Castro vela y hasta se desvela por la frágil seguridad del Che.
El viaje final, que será el viaje a la muerte en Bolivia, alcanza un alto grado de dramatismo en la biografía. La enfermedad se hace permanente y casi invalidante, Castañeda reconstruye ese viaje plagado de signos adversos, que el Che va resintiendo en medio de sucesivos ataques de asma que, a la manera de una convulsionada escenografía corporal, parecen marcar un correlato con la inminencia de una muerte prevista y datada desde siempre en el continente cuando el reclamo social se hace imperativo y se vuelve insurreccional ejercicio político.
El asesinato del Che conmueve y remueve las sensibilidades políticas de la época, se hace fin y memoria, leyenda y testimonio. Su cuerpo fúnebre fotografiado se vuelve analógico a la imagen de Cristo en su calvario, su rebeldía se reconvierte en martirio y se promueve en cuanto estética política del martirio. Con su muerte se sellan las marcas temblorosas de un tiempo que se deseó audaz y febril, impaciente en su urgencia por revolucionar, alterando las estructuras dominantes.
Sin embargo, el contundente trabajo biográfico de Jorge Castañeda excede al Che mismo o más bien presenta a un Che excedido que continúa abriendo preguntas en este presente. Un presente que, detrás de su aparente letargo político institucional, mantiene intactas las formas de poder desigual, un espacio social en el que siguen coexistiendo las soterradas divergencias cercadas por las formas globalizadoras que buscan normalizar los conflictos, a través de la agobiante ecuación producida por la inoculación programática del consumo y la deuda como prácticas seudodemocratizadoras. Una actualidad que hace de la memoria histórica conflictiva, una ruina arqueológica.
Y en este sentido, sorteando todas las pertinentes distancias temporales, la biografía escrita por Jorge Castañeda La vida en rojo, nos sigue incumbiendo oblicuamente, en esa zona de disconformidad social crónica e intransable que nos habita.