La escritora es la quinta mujer que obtiene el galardón Diamela Eltit y el Premio Nacional de Literatura: "Ojalá sea el punto de partida" Por Fabián Llanca Publicado en Las Ultimas Noticias, sábado 29 de septiembre de 2018
A través de una llamada telefónica Diamela Eltit se enteró de que había ganado el Premio Nacional de Literatura 2018. Desde la Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional, Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, le habló a través del auricular para felicitarla y decirle que se había convertido en la quinta mujer en ganar el galardón que se entrega desde 1942.
"Ojalá sea el punto de partida, porque hay muchas mujeres muy talentosas. Efectivamente hay una asimetría que la cultura tiene que reparar. El que se trate de un premio nacional es algo a lo que hay que responder y debe haber una participación igualitaria, ese es el horizonte", comentó la escritora.
Más tarde y en contacto con Emol, reveló que la celebración sería en su casa con su marido, Jorge Arrate. "Estamos asando una presa de pollo, así que vamos a almorzar aquí. Creo que es muy estimulante todo como para salir así con histeria, ¿no?", apuntó.
Eltit estudió literatura en la Universidad de Chile y mientras afinaba su estilo narrativo incursionó en el arte performático como fundadora e integrante activa del Colectivo de Acciones de Arte (CADA), junto a Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Fernando Balcells y Juan Castillo.
El libro de ensayosUna milla de cruces sobre el pavimento, (pdf) de 1980, fue el punto de partida de su producción editorial que reflexiona sobre la sociedad chilena y su identidad. Tres años más tarde vino la primera novela, Lumpérica, (pdf) en que aborda a través de un relato fragmentado y disperso la marginalidad encarnada en la figura de L. Iluminada.
"Escribí con un censor al lado, en el sentido más simbólico del término, porque yo sabía exactamente que mi libro iba a dar a esa oficina. Entonces, tuve varias censuras: por una parte, este censor real que estaba allí aunque yo no lo conocía; por otra parte, las censuras que yo misma podía pensar —las mías—; y después, todas las censuras estéticas que uno trabaja para escribir un texto", ha dicho respecto del proceso de escritura de esta novela.
Luego vinieron Por la patria, (pdf) de 1986; El cuarto mundo, de 1988, y El Padre Mío, (pdf) libro basado en testimonios de un vagabundo que lucía una retórica incesante. "Su vertiginosa circular presencia lingüística no tenía principio ni fin. El barroco se había implantado en su lengua móvil haciéndola estallar", argumenta Eltit en el prólogo del volumen publicado en 1989. De su estadía en México, donde ejerció como agregada cultural, surgieron la novela Vaca sagrada, de 1991; y El infarto del alma, (pdf) en que hace dupla con la fotógrafa Paz Errázuriz.
"Fue una deliberación muy dinámica, consensuada y muy fundamentada. Se revisaron todas las candidaturas", apuntó la ministra de las Culturas respecto del proceso definitorio del reconocimiento. La secretaria de Estado destacó de la ganadora "su calidad, su constancia, su trayectoria, su perseverancia y su lenguaje nuevo y distinto. Será muy interesante para los docentes aprender a leer a Diamela Eltit".
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Primera entrega
Este año es la primera vez que los premios nacionales son entregados por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, debido a la reciente entrada en vigencia de la ley que modificó la institucionalidad cultural.
El jurado que se reunió en la Biblioteca Nacional estuvo encabezado por la ministra Consuelo Valdés e integrado por el rector (s) de la Universidad de Chile, Rafael Epstein, en representación del titular, Ennio Vivaldi; el rector de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Jaime Espinosa, en representación del Consejo de Rectores; la profesora María Eugenia Góngora, de la Academia Chilena de la Lengua, y Manuel Silva Acevedo, el poeta que ganó el Premio Nacional de Literatura 2016.
Desde ayer, Diamela Eltit se suma a la selecta lista de mujeres ganadoras de este reconocimiento, que integran Gabriela Mistral, que lo obtuvo en 1951; Marta Brunet, en 1961, Marcela Paz, en 1982, e Isabel Allende, en 2010.
Fantasmas en el paradero
Leonardo Sanhueza
Hace un tiempo me tocó presentar junto a Diamela Eltit el libro El paradero, de Juan Balbontín, cercano satélite del CADA en sus primeros años, quien a poco andar pasó a una especie clandestinidad literaria. La circunstancia fue iluminadora, ya que ese librito legendario, a casi cuarenta años de su escritura, parecía venir también a esclarecer un poco el trayecto artístico y literario de la autora de Lumpérica. El relato de Balbontín era un telón de fondo que hablaba de los orígenes, de la temperatura ambiente y del peso de los días en que ella comenzó a ver su propia obra: días de fantasmas urbanos, gente que parece a punto de deshacerse en el aire mientras espera la micro frente a las ruinas de La Moneda y sus viejos significados.
La obra de Diamela Eltit enfoca justamente esos puntos invisibles aunque mayoritarios de la sociedad: pueden ser prostíbulos o grandes supermercados, pero siempre son lugares en donde los sujetos comunes tienen su existencia hipotecada por variados poderes. Es decir, pone toda su atención en lugares básicos que, como el paradero de micros, dejan a los sujetos expuestos en su vulnerabilidad, en su soledad, en su opresión, en su abandono social, mostrando las grietas por donde una comunidad es forzada a escurrirse hacia un inframundo cotidiano y conservar acaso sus cuerpos como única seguridad. Quizá por eso su impulso vanguardista, radicalmente rupturista, aunque determina su lenguaje en una zona de interferencia entre el neobarroco, las acciones de arte, el teatro y los estudios culturales, queda sin embargo sujeto a la tradición del realismo social y, como ocurre con Manuel Rojas y su Hijo de ladrón, echa a andar su compleja maquinaria narrativa en el territorio paradójicamente marginal de la vida corriente.
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Diamela Eltit y el Premio Nacional de Literatura: "Ojalá sea el punto de partida".
Por Fabián Llanca.
Publicado en LUN, 29 de septiembre de 2018
