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«Réplicas» de Diamela Eltit
UN EJERCICIO DESLUMBRANTE DE LECTURA

Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado en La Panera N° 74, Agosto de 2016

 


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A propósito de «Réplicas», su nueva publicación, una colección de escritos sobre literatura, arte y política, Diamela Eltit nos habla sobre libros, autores, el proceso de escritura, su notable trayectoria en el escenario literario, los papeles que la Universidad de Princeton está recopilando, y de la vida misma, un camino que la escritora ha marcado con su singular y poderosa narrativa, así como con los textos de esta última colección; escritos tan diversos como necesarios.

Leer «Réplicas» es un ejercicio deslumbrante de lectura. Los textos reunidos aquí nos invitan a pasear por nuestra realidad actual en sus formatos más críticos, revelando un escenario descarnado, lúcido, informado, pensante. Estos ensayos apelan a un ojo atento, comprometido, o con la capacidad de comprometerse en debates verdaderos y necesarios. Nuestra realidad, a veces feroz, a veces iluminadora, es vista por el infrarrojo de Eltit con el mismo nivel de profundidad con el que ha creado novelas emblemáticas y paradigmáticas en la narrativa latinoamericana, como «Vaca Sagrada», «Impuesto a la carne» o «Jamás el fuego nunca».


UN ARMAZÓN ASOMBROSO

El tejido de la colección se halla anudado por relatos kawésqar, un trabajo que Diamela hizo hace 30 años junto al lingüista Óscar Aguilera. El enmarque, que le resultó preciso e ineludible (y yo agregaría, precioso), sirve para organizar la diversidad de textos, desde el momento en que, de una u otra forma, éstos hablan de marginación y de la necesidad de cursar escrituras plurales donde se cruzan la contingencia política, lecturas literarias, teóricas, sociales. Cada una de las piezas invita a leer de manera crítica, pues el foco presta especial atención a sectores acallados o marginalizados por nuestra sociedad. De este modo, «Réplicas» se erige como un contundente compendio que revisa las preocupaciones e investigaciones más representativas y urgentes del exhaustivo proyecto de la escritora.

La imagen de portada es una obra de Lotty Rosenfeld. La foto muestra unas manos nudosas, una trenza de pelo canoso, y tres líneas digitales. ¿Cómo representa esta imagen el contenido del libro?
— “La portada de Lotty Rosenfeld me pareció exacta para una re-presentación, una síntesis, una visualidad en varios sentidos. Por una parte, en un horizonte muy pactado en torno a la mujer, me parece desafiante la mujer (o el fragmento) de la mujer vieja (de la cual etariamente formo parte), por otra la idea de trenzar, tejer las hebras que se requieren para los temas diversos que abordo. Por otro lado, quiero recordar que usé un título ya usado por ti en tu novela «Réplicas », que me pareció muy propositivo por la multiplicidad de sentidos que alcanzaba como palabra”.

Es genial cómo anudaste, a modo de hilo conductor, el volumen a partir de textos kawésqar y transcripciones. Acá vemos el foco analítico cruzado por el mundo animal y una noción de ecosistema. También podemos inferir el determinado rescate de una oralidad ancestral…
— “Sí, fue fundamental para mí (tal vez lo más importante de todo el proceso) cuando pude articular el libro desde esa naturaleza, la kawésqar, fue emotivo, necesario, teórico, exacto en el interior de mi deseo de articulación de los materiales. En realidad, esos relatos con seguridad son los más importantes de la totalidad del libro”.

Hablas de la escritura literaria como arma para batallar contra la letra burocrática. ¿En qué consiste esta arma?
— “La letra literaria tiene la capacidad de romper con la letra notarial o burocrática por la incorporación de los imaginarios y sus turbulencias lingüísticas, por su fuerza metafórica y su poder analógico”.

Pese a que llevamos décadas intentando reivindicar el papel de la mujer, aún parece necesario alertar respecto a un generalizado machismo, ¿ha habido una evolución en este debate?
— “Sí, tal vez la palabra machismo haya perdido fuerza y opere hoy como tic o caricatura, pero, sin negarla en absoluto, lo que realmente marca la realidad social es (y sigo a Bourdieu) la dominación masculina en todos y cada uno de los estamentos de la vida. De manera objetiva, a la mujer se le paga menos –y a nivel simbólico o real en todos los órdenes de la vida– porque vale menos de acuerdo a cada una de las jerarquías que nos ordenan. Es así y desde luego, aunque ciertas injusticias se corrijan, siempre lo hacen de manera asimétrica, entonces todo sigue igual”.

Muchos ensayos surgen de la situación política de nuestro país. En uno de ellos, apuntas: “El Chile actual simula que ladra indócil un tipo de rebeldía”. ¿Qué rebeldía es esta?
— “Me parece que lo señalé en un texto específico. Sin embargo, las élites mantienen sus poderes intactos y resulta interesante ver el espectáculo del dinero como una orgía masiva para mantener el poder en el lugar más tradicional, todo lo demás parece un simple volador de luces que será siempre necesario pensar y repensar”.

Gabriela Mistral y Marta Brunet son nombres que se repiten en tu investigación. Es especialmente interesante esta recurrencia en Mistral. ¿Qué hay en su figura que amerita revisiones e intensivos estudios?
— “Hace muchos años que me ha interesado la figura cultural de Mistral, es sorprendente y compleja. No se trata sólo de sus negociaciones – que al fin y al cabo cada una de las figuras del canon han hecho–, sino de la simultaneidad de un sí y de un no a la vez. Un tipo de neurosis creativa e intransable. Por otra parte, como lectora no existe ningún momento hasta hoy mismo en que no haya sido una admiradora literaria plena de Marta Brunet”.

Has sido Global Professor en la Universidad de Nueva York y también dictaste clases en la de Cambridge, además de ser catedrática invitada en numerosas otras instituciones extranjeras. Princeton está recopilando otros escritos tuyos. Cuéntanos sobre estas experiencias.
— “En realidad, hace más o menos unos 20 años que viajo como escritora-profesora residente por semestres en universidades, fundamentalmente estadounidenses. 10 como profesora en la de Nueva York, en escritura creativa. Para mí, lo importante ha sido encontrarme con estudiantes de América Latina y ampliar mis saberes. Las estructuras académicas son distintas, pero en tanto invitada o contratada por semestres no pertenezco enteramente a esas estructuras. En cuanto a Princeton, ellos tienen mis archivos o mis cachivaches, como yo los nombro”.

Citas a Rosario Castellanos y reflexionas: “La escritura no sólo portaba una línea de placer, sino un estado considerable de responsabilidad”. ¿Cuál es la responsabilidad de la escritura?
— “Digo responsabilidad con los propios materiales que se eligen, pensarlos, repensarlos, acá no se trata de ‘expresarse’ o de meras ‘intuiciones’ cercanas a experiencias religiosas, se trata de trabajo con los signos y una responsabilidad frente a una misma y sus capacidades, hablo de un riesgo no de mera comodidad o de responder a un mercado y sus demandas, hablo del placer cuando se presenta algo que no se había contemplado y se logra integrar a esa zona más incierta”.

Comentas la necesidad de “pensar” y llamas la atención sobre los peligros que acompañan a las redes sociales, en especial plataformas como Facebook.
— “Facebook está programado de manera rígida a través de su formato, su autor es un multimillonario que vende a sus usuarios en la bolsa de valores, trabaja con la noción de ‘yo’ producida por el neoliberalismo extremo, fundado en el éxito (cuántos ‘amigos’ tienes) y se comunican los ‘logros’ y hasta las tragedias son exitosas por el ‘me gusta’. Leí que no se aprobó el ‘no me gusta’ porque es negativo para la felicidad neoliberal, pienso en un tope de vigilancia global. Pero yo no estoy en contra de estas tecnologías, sólo me parece necesario pensarlas y comprenderlas”.

Tu análisis sobre la clasificación como estrategia de apropiación en el contexto de la “explosividad de las identidades sexuales”, me recordó algunos argumentos de Julia Kristeva; por ejemplo, la hipótesis que sugiere que hay tantos tipos de sexualidad como personas, la particularidad de cada experiencia.
— “Desde mi punto de vista, hay que pensar esta reorganización de las identidades sexuales bajo el prisma de los controles y el mercado. La sigla LGTBI (Lesbianas, Gays, Bisexuales y personas Transgénero), como ya lo he escrito, me parece una forma de captura y de nueva segregación, un código de supermercado y un insumo económico para las ONG. Una simple acumulación que intenta fijar los flujos y aquello incierto, cambiante”.

Escribes “el cuerpo es una ficción… un simulacro… un holograma”. ¿Cómo surge tu preocupación por la biopolítica, y por el cuerpo de la mujer en este paradigma?
— “Sí, el cuerpo en el caso de la mujer y las construcciones dominantes, puede ser una tragedia, un campo expiatorio, un déficit, una zona comercial, un pecado que las iglesias persiguen y detestan, una fortuna para la industria cosmética y la usura generalizada de las cirugías plásticas. En fin, para qué seguir”.



 

 

 

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