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Poesía ‘mientras tanto’:
un encuentro con Diego Maquieira

Daniel Sánchez Ortiz / Santiago Vera
Publicado en PESAPALABRA, Boletín de Poesía y Crítica, diciembre 2018



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Contactamos a Diego Maquieira gracias al investigador y poeta Felipe Cussen. Maquieira había sido muy amigo de su padre, un diplomático chileno, y Felipe, que había invitado a Ánima Lisa a Santiago para conocer nuestro trabajo y compartir ideas, empezaba a ser amigo nuestro. A Maquieira y a Felipe no los unía la poesía, sino el tiempo; y a nosotros y a Felipe nos empezaba a unir, no la poesía precisamente, sino ciertos injertos que le crecen alrededor y que nos interesaba en adelante pensar juntos. «Son las connections, no el collage, las misteriosas connections», repetiría más tarde Maquieira, y acertaría sin saberlo en la palabra que daba justa cuenta del azar que nos reunía esa tarde en su casa del tradicional barrio de Providencia. No sabíamos muy bien de qué iría nuestro encuentro. Sabíamos sí que Maquieira andaba hace un tiempo reacio a las entrevistas, apartado del mundo de los laureles y los recitales de turno. Y sabíamos también que a nosotros, hastiados de los vates y los prestigios de platea, nos reconfortaba esa ánimo con el que nos sentíamos en cierto modo afines. Lo que sigue registra el pulso de ese encuentro. Nuestras voces, interlocutoras de Maquieira, no aparecen sino como el encauzamiento silencioso del torrente de imaginación y lucidez que el poeta de La Tirana desplegó esa tarde frente a nosotros.


Estoy muy desconectado, totalmente, digamos.

Estoy muy desconectado, totalmente, digamos. Estoy retirado de todo, o sea, no sé nada de nada y… de Lima… no he vuelto hace como 50 años.

Viví en Lima de niño. Ahí aprendí mi castellano, porque venía de Estados Unidos, de Nueva York. Y de Nueva York – Lima, Lima – Santiago. Pero yo nací aquí. Mis padres eran diplomáticos. Nací y después estuve en Bolivia, en México, en Ecuador, Nueva York y Lima. En Nueva York, entre los 7 y los 8 años, y en Lima entre los 10 y los 12. Tenía profesor en casa. No sabía hablar nada. Había borrado totalmente. Lo volví a aprender en Lima y bueno, aquí me lo arruinaron.

El destino nunca más me ha llevado otra vez al Perú. Pero fue una experiencia buena. Ahí aprendí mi castellano. Tuve una institutriz, una especie de cuidadora que era extraordinaria. Era una negra maravillosa que se llamaba Rosario Santa Cruz. Creo que tenía un hermano poeta… o torero y poeta.

Me interesa saber en qué están ustedes. ¿En qué están en el mundo? ¿Qué planes tienen? ¿A dónde creen que va este asunto? ¿Para dónde quieren ir? Porque la juventud tiene un gran desafío. Nosotros estamos retirados ya. Hay que hablar de Ánima Lisa.

¡El futuro es de ustedes! A mí no me gusta mucho la cosa de la música con la poesía. Yo hice una cosa con mi hijo que es guitarrista y… qué se yo. Para leer un par de poemas, componle una pieza para cada poema de acompañamiento. Pero no como mantra, sino como convertir un poema en una canción, además que si tienes un respaldo como una guitarra acústica o una cosa así, te ayuda a leer mejor y tú puedes leer y proyectar mejor la voz porque en el fondo es una interpretación, es una performance leer un poema en público, es una actuación. Te convierte. Tienes que hacerte el puente para tener un público. Tienes que crear un puente. Y a mí no me gusta mucho leer poesía en público porque la palabra sola no se resiste en el aire durante más de quince minutos. Estas lecturas de cuatro o cinco poemas… No… ¡Es muy difícil!

 

 


No creo que haya estudios sobre esto (El Annapurna I)

No creo que haya estudios sobre esto. Me invitaron a la Bienal de Sao Paulo y ahí se expuso antes de ser impreso, pero yo lo hice para los amigos. Yo quise hacer una película en un libro. Tiene mucho que ver con el Perú, es como hacer una sinfonía, pero página por página, es como el masterview, es como la vuelta a la infancia, a la poesía, pero fue como una cosa que hice para mí, es por eso que fue una edición privada. Se hizo con una galería de arte y de pronto vino un curador, se interesó… Esto me interesa, dijo, y se expuso. Primero se expuso en la Bienal, tengo fotos. Se expuso en la Bienal, pero yo no lo iba a imprimir, entonces se hizo el libro como yo quería hacerlo… Pero esto tiene una continuidad, la idea es como un acueducto romano y las piedras son como los arcos. Cuando se usa la imagen de la piedra de los doce ángulos, después hay una diosa que es la que va marcando la pauta, es la que baja del cielo al revés. Tiene un telescopio de allá mirando para acá y se fija en la piedra de los doce ángulos. Creo que lo que están buscando allá está acá, y dónde está es en la piedra de los doce ángulos. Porque nadie sabe NADA… Ningún peruano, ni un arqueólogo ni un egipcio, no saben un CARAJO de la piedra de los doce ángulos… Eso está virgen. Y dije, entonces, la idea es un acueducto, una secuencia, y la secuencia son los arcos, una especie de acueducto. Por eso es que yo le puse El Annapurna. En el fondo es un amigo que tiene el Aconcagua en el extranjero porque está muy solito aquí. Y El Annapurna son varios. Me gustó porque es muy extranjerizante. Lo local… no way con lo local. Los programas nacionales, la identidad… A mí todo eso me importa un carajo. Lo único que sé es que hablo castellano. Cualquier día estoy tan aburrido que me voy a convertir en un poeta italiano que escribe en castellano. Como Garcilaso – no el Inca – que usaba en realidad un castellano que venía de Italia.

Entonces esto se expuso y después se sacó el libro. El curador dijo, ¿cómo lo monto? Como quieras, le dije. Eso no importa porque yo lo veía como una especie de muro convexo. O sea que el poema forma parte y desaparece. En el fondo, no hay literatura. Ese es el punto. Yo gocé haciéndolo y todo lo hice acá. No hay imágenes de Internet, excepto dos, la del mapa del Perú que lo tuve que bajar de Google para mostrar el Cusco, y la de la Hannah Arendt de joven que parece medio rockera. Y lo demás es de libros, libros, libros, libros. Iba a las librerías, me prestaban el libro porque costaba carísimo, sacaba fotocopias y lo devolvía. Esa era la idea.

En el fondo aplicaba la poética de Stravinski, que es la búsqueda de una unidad a través de la multiplicidad en contra del contraste, y yo dije: ¿cómo puedo aplicar la poética de Stravinski? Entonces me puse a buscar elementos afines que van configurando una película. En el fondo se trata de hacer una película. Eso es todo. Una película pero a mano. Cuando tuve la visión, dije: hay que poner muy pocas palabras porque son señales. Y así le fui agregando palabras.

Tenía una pilota, una bastante joven, las mujeres jóvenes son maravillosas conmigo. Yo edité este libro gracias a una experta en computación porque se escaneó todo a una velocidad… Ella me decía qué era lo que se podía y qué no se podía hacer… Amplía, le decía, sube, baja… La pasé increíble.


Es que no sé cómo se siente el campo gravitacional desde Perú

Es que no sé cómo se siente el campo gravitacional desde Perú hacia el mundo. Por eso para mí ha sido tan importante Chile. Cuando yo me fui, me sacaron… Y yo decía: ¡¿dónde nací?!, ¡¿dónde nací?!… Me cambiaba de país, de idioma… PUTA ¿DÓNDE?… ¿ALLÁ? YA, ALLÁ QUIERO IR, y aquí me quedé.

Entonces esto tiene una cosa que… Me cuesta adaptarme, no creas. Yo me tengo que adaptar a una extranjería constantemente para poder vivir, pero eso me ayuda. Yo voy en la mañana, voy a mirar la plaza como si fuera extranjero. Me invento cualquier cosa. Soy un astrónomo escocés que habla algo de inglés, algo de castellano, que está en comisión de servicio por tiempo indefinido porque tiene que sacar algunas fotos de la claridad de la luz en el cielo de Punta Arenas. Punta Arenas me encanta, ahí el cielo te viene a ver. Ahí te visita el cielo. No sé, es increíble la luz y la pureza del aire que hay en Punta Arenas. O sea, a mí me gusta porque el cielo te va a ver. Porque si aquí [Santiago] tú quieres ir a ver el cielo, tienes que subir a una nave espacial… Entonces, eso te pregunto, porque ser heredero, haber nacido en la increíble fuerza que tiene todo. El poema ‘Alturas de Machu Picchu’, por decirte, el que hace Neruda, lo podría haber hecho un peruano, pero no… o lo que hizo Vallejo, ¿lo podría haber hecho Neruda? Entonces es una constelación y da lo mismo donde estés. ¿Yo qué podría escribir viviendo en Lima, por ejemplo? O viviendo en Buenos Aires… Desde dónde tú estás, ¿qué puedes escribir o no escribir? A mí el lugar me influye.

Ahora, el que me aclaró una cosa muy importante es Hawking, el físico, se lo agradezco mucho. Porque yo llevo cuarenta o cincuenta años viviendo acá, no lo sé, no importa, y decía, ¿de dónde sale tanta gente? Por eso me encanta este poema de Cavafis, ‘La Ciudad’[1] , del tipo que no llegará nunca a otra tierra, no llegará a otro lado y andará fracasando por todo el planeta. Me encanta ese poema. Cada vez que me siento feliz lo leo. Y bueno, Hawking decía que la población se duplica cada cuarenta años. Ahí está la explicación. No sé, está claro. ¡Han pasado cuarenta años! ¿En qué momento ha pasado? No me he dado ni cuenta. Por eso hay tanta gente.


Si yo supiera usar un celular (El Annapurna II)

Si yo supiera usar un celular o un computador, lo que haría es imprimir inmediatamente, porque cambia la escala. Y después revisar. Para tener una unidad.

Hay momentos en los que uno produce mucho y después hay que enfrentar la decepción. Botar el 90%. Debes reconocer que durante el proceso estás muy feliz escribiendo a diario. Hay momentos que son maravillosos y que se hacen a través de uno… y apenas uno sabe hablar.

Se produce ahí el estrecho de más… Hay que pasar por un estrecho muy jodido. ¿Qué los motivó a venir a verme, por ejemplo? Ya, habían visto El Annapurna. Ah, ¡lo tienes! ¿Dónde lo conseguiste? Yo necesitaba como digo tomar otra distancia para poder ver. Quedarme callado para poder escuchar. Yo tendría que hacer una visita guiada en el fondo, para ver qué creo yo haber hecho, qué es lo que creo haber hecho, qué es lo que se me dio haber hecho, pues para mí fue más una especie de regalo y se me dieron todas las coordenadas porque… Todo a pie, caminando en el barrio, en las librerías donde estaban los libros, aparecía el amigo con estas pinturas chinas a presión. Ah, el signo ese, ¿dónde está? Te lo voy a mostrar, es peruano. Yo lo modifiqué, yo me identifiqué y dije este soy yo, este es mi retrato interior. Te lo voy a mostrar. Vamos a verlo.

 

 

Esto de acá, esto es peruano. Esto es pre-inca. Entonces, lo que hice yo… Por aquí creo que tengo un ejemplar. ¡Este es mi logo! ¡Hay que jugar! Este es mi logo. Entonces le quité los ajíes porque me confundían mucho. Y lo dejé así, como tiene nueve y M-A-Q-U-I-E-I-R-A son nueve . Yo me hacía algo así, corriendo para que no hagan mierda mi integridad mientras estoy peleando, pero el origen es este. Entonces yo le quité los ajíes. Esto es un plato de cerámica antes de Cristo. ¡Y aquí está la bandera inglesa! Ahora que han pasado cinco años, me gusta bastante así. A lo mejor debía respetar el original, pero dije no, lo borré. Borré todo esto. Quería mostrar un poco la tensión entre las flechas y la dirección. MAQUIEIRA, exacto. Siempre me comen una i. Es gallego, la gente cree que es portugués. Entonces, aquí se usan distintas imágenes. Estos son de Inglaterra, de las marcas en los cereales. Todo lo que me servía yo lo pescaba… Esto sirve, esto no sirve. Y aquí está… Estas son como los pilares del acueducto. Entonces esta es una secuencia y termina acá y empieza otra secuencia. Esto es genial, es una fotografía de fibra óptica con un microscopio electrónico de barrido. Giacometti, claro.

Estas son las connections, las que me importan, no los collage. La primera imagen se me ocurrió en Punta Arenas. Yo digo… ¿Tú has visto alguna vez salir a navegar a un faro? Y tú me dices no. Esa pregunta es algo rara… Está avanzando, aquí lo hice. Esto me demoró diez años en ocurrírseme. Porque yo estaba ahí en la Isla Magdalena… Te estoy diciendo todo el origen. Todo tiene un origen. Yo fui a la Isla Magdalena en Punta Arenas a escribir un poema porque… La Isla Magdalena tiene un faro y me subí antes de que me bajaran los funcionarios porque es un faro habitado y esta isla tiene 800 metros de largo y me dieron ganas de salir hacia el Atlántico. Yo no sé por qué siempre tiendo a salir hacia el Atlántico… Tengo algún gen jodido que desde hace quinientos o seiscientos años atrás me está pidiendo tirar por el Atlántico. Entonces, aquí está el faro de la Isla Magdalena, este es, y yo me subí a ese faro. Yo ya tenía faros en Los Sea Harrier, y en poemas anteriores, en medio del mar. Y eso los de la Nasa y el Pentágono lo pueden hacer porque ese portaviones tiene 400 metros de largo. Ahí cabe hasta la Gran Esfinge de Egipto… ¡CABE! ¿Y saben qué significa el nombre original de la Gran Esfinge?... Esa imagen es un montaje, acá está, yo lo encontré, aquí está. Aquí está todo.

Yo he participado en exposiciones de cosas visuales. Yo no he estudiado nada. Yo apenas he terminado el colegio. He estudiado por mi cuenta. No estudié nada porque mi mayor aspiración en la vida es no hacer nada. Entonces estas cosas son regalos, por lo menos en mi caso. Pero ya de la poesía estoy harto porque a nadie le importa. A nadie le interesa realmente, eso es lo que pasa. Entonces mira, esto de jugar, armar un pequeño juego… Además, yo digo: no hay nada que entender. Porque no ha pasado nada, incluso yo no quise, no quiero dar más entrevistas. Por eso les decía a ustedes, yo feliz de que me hayan venido a entrevistar, pero, ¿para qué?, porque lo que hay que hacer es conversar. ¿Entrevistar para qué? Si lo que importa es la memoria, la conversación natural, directa. Hasta cuándo seguimos con la huevada del autor… ¡JÓDASE EL AUTOR! NO ME JODAN. Hagamos algo que realmente nos ayude a vivir, nos alimente, nos dé de comer.


Yo hablo con los jóvenes

Yo hablo con los jóvenes. Ni con los periodistas ni con los catedráticos porque vienen con una carga de prejuicios. Y yo soy mucho más analfabeto. Entonces digo no… Yo tengo más libertad. Soy más analfabeto pero soy más libre. Y creo que mi libertad vale más que mi cultura. O mi falta de cultura, falta de educación. Entonces este tipo de jóvenes que vinieron, se metieron y querían hacer un libro de conversaciones con varios poetas. Me incluyeron a mí… Hay como diez y se va a publicar no sé cuando, no sé. Alguien lo iba a publicar. Se llama Ars Vitae el libro. Hablé el año pasado con ellos, y me convencieron. Les dije que yo no tenía nada de qué hablar. No sé, yo estaba en ese momento mucho más silencioso, ahora estoy más abierto. Y ahí hablé. Pero no quiero… Quiero desaparecer en eso. No es posible que uno pueda existir sin existir en algún medio. Uno existe cuando va a una lectura o cuando hace un taller. ¿Por qué tengo que existir o depender de los medios para existir? Ni mediático, ni valórico, ni sistémico. ¿Para qué? Sabes qué, hay que retirarse de todo esto. Todos esos conceptos son muy paralizantes. Eso es lo que me pasa.

Oye, desgraciadamente yo me tengo que ir. ¿Sabían ustedes, no? Porque tenía un almuerzo.


Ya voy a cumplir 67 años

Ya voy a cumplir 67 años.

Tengo tres, cuatro librillos… Incluyendo El Annapurna, La Tirana, Bombardo, que es un poema visual; Upsilon que lo publiqué en el 75, tenía 25 años. Después Los Sea Harrier y El Annapurna, no hay más. El Annapurna se publicó 20 años después. Yo publico un libro casi cada 20 años, me demoro mucho. Y la gente… Por decirte ahora no me dicen nada sino después de 30 años, te dicen oye leí este poema que me gustó mucho ¡El feedback lo recibes 30 años después! Entonces nadie me pide que escriba nada nuevo.

Yo decía que la poesía es muy difícil de producir porque es muy caro, ¿cómo así es tan caro? Pasa que para dar poesía se consumen como 7 galones por centímetro, en cambio, la prosa da como 30 kilómetros por litro. Entonces mover la poesía es un gasto de mierda… Muy grande. Te digo, yo lo considero como un regalo y hay que hacer uso de la escritura hasta cuándo puedas seguirla.

Yo había tenido una idea de sacar un poema e imprimirlo e invitar a la aparición de este poema (no al lanzamiento). A la aparición y a la desaparición del mismo al día siguiente. ¡Va a aparecer el poema! Los invito a la aparición con champaña, queso y al día siguiente a la desaparición. Algún día, si pasa el tiempo y no hago nada, porque no es fácil no hacer nada, puede que haga algo como eso.


Ahora estoy estudiando

Ahora estoy estudiando. Escribo siempre, pero sin voluntad de publicar. Estoy estudiando el Masnavi de Rumi, el poeta místico. ¿Ubican a Rumi? Es maravilloso. Yo tengo un libro de él en inglés. Se llama Unseen Rain. Son cuartetas. Siglo XIII. Un tipo que trabajó con todas las religiones y nació en Afganistán, pero murió en Turquía. Y ahí creó la danza derviche y además era un catedrático y poeta que no le daba mucha importancia a su poesía, pero yo sí. Porque él despreciaba su poesía. Decía que eso era para entretener a los discípulos. Pero tiene cosas hechas con nada. Maravillosas. Y eso que lo estoy traduciendo del inglés; el original es en persa. El asunto es que escribió una obra magna que se llama Masnavi que es una obra de seis volúmenes que tiene que ver con la doctrina, con la combinación de religiones, y estoy entusiasmado con eso. Es un poeta místico. Es cosa seria este Rumi. Yo traduje el libro de él que en inglés se llama Unseen Rain.

Yo cuando había publicado La Tirana y decía esto ya se acabó, decía que era un poeta en ‘mientras tanto’. No sé por qué, pero mientras tanto… No quiero… No me imagino que uno va a morir escribiendo. Entonces mientras tanto.

Cuando mi madre fue a Lima el 2008, le encargué una edición de Vallejo, pero peruana. Y en el tomo final, le agregan a Vallejo una línea que nunca escribió. Pero que la Georgette, su mujer, dijo que la repetía: «Hay que ser poetas hasta el punto de dejar de serlo». Eso está ahí y me ayudó mucho porque yo estoy en esa. Yo no tengo por qué… Ni siquiera estoy seguro de haberlo sido… Entonces estoy en esa línea. Conecto esto con esa línea de Einstein, otro poeta de la gran puta. Le preguntaron ¿cuáles cree usted que van a ser las armas que se van a utilizar en la Tercera Guerra Mundial? Y él contesta: «en la tercera no lo sé, pero en la cuarta se van a usar piedras». WOOOOOO, QUÉ MARAVILLA. Ya después de eso, yo me relajo. Eso está consignado, ah.


You welcome

Si algún día el destino me lleva al Perú a hablar de esto, de El Annapurna, hay que llevar este plato. Llevárselo a un experto peruano que sepa. Se lo mandas como una postal a la Embajada de Inglaterra y les dices ‘you welcome’. ¡JA, JA, JA! Porque esa es la bandera inglesa. Pero los ingleses tienen una cuestión que me gusta mucho. ¿Tú sabes la frase que tienen en el escudo real? Está en francés. Es maravillosa: «Que se jodan los que piensan mal». Esos son los amigos que uno quiere tener. JA, JA, JA.

Ah, ah, y espérense, esto es lo último que les digo.

No se preocupen de nada porque no hay ningún, pero ningún ser humano en el planeta Tierra que tenga tu misma huella digital. ¡Nadie! ¡Absolutamente nadie! Ya con eso pueden tranquilizarse un poco.


 



 

Nota

[1] «Dices: ‘Iré a otra tierra, hacia otro mar / y una ciudad mejor con certeza hallaré / Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado / Y muere mi corazón / lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez / Donde vuelvo los ojos sólo veo / las oscuras ruinas de mi vida / y los muchos años que aquí pasé o destruí. No hallarás otra tierra ni otro mar/ La ciudad irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles / Y en los mismos suburbios llegará tu vejez / en la misma casa encanecerás / Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques —no la hay— / ni caminos ni barco para ti. / La vida que aquí perdiste / la has destruido en toda la tierra’»


 

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Poesía ‘mientras tanto’: un encuentro con Diego Maquieira
Daniel Sánchez Ortiz / Santiago Vera
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