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Diego Maquieira:

LOS SEA-HARRIER EN EL FIRMAMENTO DE ECLIPSES
Poemas de anticipo
Santiago de Chile: F. Zegers, Editor, (1986)

Por Manuel Espinoza Orellana
Publicado en Literatura Chilena creación y crítica. N°39. Invierno de 1987


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Este pequeño volumen, y sus poemas —como dice su editor en la contratapa— "constituyen sólo una primera muestra de una obra todavía en pleno proceso de gestación." ¿Es una justificación, o es una advertencia? Al lector es posible que no le interese saberlo, y el crítico, si lo tomase en cuenta, diría que una muestra en proceso de gestación no le permite establecer conclusiones. Los tomamos, en cambio, como textos en si, presencias estructurales que el lector puede convertir en formas para un desciframiento. Y para ello, si intentamos una comparación con su primer libro "La Tirana", podríamos constatar una diferencia plausble: en "La Tirana" hay un confinamiento temático que la movilidad del lenguaje no llega a quebrar. En estos textos, en cambio, una visión integradora de ambigua nominación abre el límite y muestra la aventura. Y diríamos que ese límite es siempre el de un mundo referencial aludido más que descrito. La presunción de una atmósfera de caos hace que el discurso postule sus propias relaciones en una asociación constante de elementos que antagonizan el sentido de las imágenes: "El Demonio va a venir a consolarnos / va a venir con su infinita belleza." (Baroque Behavior).

¿Qué hay en esta poesía de D.M.? En primer lugar la singularización de un universo verbal, que es un replanteo de las formas del habla cotidiana como vehículo de comunicación generalizado. Esas estructuras operan en todos los niveles de la sociedad chilena con diferentes recursos expresivos. Luego D.M. realiza un trabajo con ellas y obtiene un ensamble de elementos, cuyo resultado es un texto en que permanece un modo directo de expresión, la naturalidad del ritmo y el sentido cotidiano de las construcciones gramaticales, esa sintaxis pragmatizada de un modo elocuente y exacta por los chilenos. En segundo lugar, el juego de los referentes. Y esta combinación de formas y supuestos mensajistas denota, y es verificable, un sentido de equilibrio por el cual el texto se convierte en mundo estético. Y estableciendo un antagonismo gráfico por el que podría resaltarse la corriente general de su textualidad, de pronto encontramos eso de:


“Estoy continuo en lágrimas bañado
Rompiendo el aire siempre con suspiros;
Y más me duele nunca osar deciros
Que he llegado por vos a tal estado
Que viéndome donde estoy y lo que he andado
Por el camino estrecho de seguiros,
Si me quiero tornar para huiros,
Desmayo viendo atrás lo que he dejado;

He aquí la referencia a Garcilaso poniendo el contrasentido de una forma soneteril que alude a una tendencia en el amamantamiento y absorción del español, que es, también, el medio por el cual se percibió una imagen de la cultura, que habría de ser una camiseta pegada a los huesos del mestizo.

En estos textos hay diseminado un fulgor que puede ser una incitación a explorar, o puede ser una falsa señalización conducente a un encierro en que los signos se pierden en sí mismos.

Una tendencia “trasfondista” organizaría sin más un mundo de significados, pero, ¿se puede aún calificar así un poema? Todo sistema de signos impone unidad, y ésta, sólo puede darse en la organización de un referente. Lo calificable es entonces la naturaleza de ese referente. D.M. hace de su discurso un modo de mostrar fragmentos, que, en si, corresponden a formas de la exterioridad, pero con ellos realiza un sistema de relaciones cuya atmósfera es ambigua, tocada de absurdidez, y la fantasía le permite descubrir lo utópico en los elementos de lo real. Si el objetivo es disgregar las apariencias lógicas del discurso y retrotraer su estructura al vacío de lo marginal, suponiendo que, entre el mundo institucionalizado culturalmente y la negación de él sólo puede existir el vacío, es decir, marginalidad es igual a un lugar en que impera la nada, sobre la que el lenguaje debe ser “reencontrado, reelaborado y por lo mismo reescrito”, entonces el discurso de D.M. es una alegoría de lo disperso, se trabaja con la sinrazón de toda imagen preconcebida y se atomiza la unidad aparente de sus símbolos reflejándola como una superficie de contradicciones.

Es en todo caso, en su presencia objetiva, un acto de ludismo del que surge una estructura textual cuya trama se abre al aprovechamiento de la arbitrariedad del signo, lo que permite al poeta el acercamiento de identidades diversas, hasta diluirlas en la ambigüedad de una relación puramente estética. De ese modo el texto, encerrado quizá sobre sí mismo, otorga la posibilidad de un acercamiento plurivalente que hace dispensable su condición de ser parte de una obra mayor en gestación.



 

 

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LOS SEA-HARRIER EN EL FIRMAMENTO DE ECLIPSES
Poemas de anticipo
Santiago de Chile: F. Zegers, Editor, (1986)
Por Manuel Espinoza Orellana
Publicado en Literatura Chilena creación y crítica. N°39. Invierno de 1987