ARDUO TRABAJO DE ESCRITURA
"Déjalo ser". Cuentos. Diego Muñoz Valenzuela. Editorial Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2003, 163 págs.
Resistencia al olvido
Por José Promis
Revista de Libros de El Mercurio.
Viernes 2 de Julio de 2004
La narrativa de Diego Muñoz Valenzuela ha quedado hasta hoy marcada profundamente por los efectos del golpe militar, que tuvo lugar sobrados treinta años atrás. El régimen de Augusto Pinochet fue para él, como afirma en el prólogo a la antología Cuentos en Dictadura que editara junto a Ramón Díaz Eterovic casi simultáneamente con este volumen, una "guerra a la cultura", un periodo durante el cual "la mayoría de los chilenos tuvimos que aprender a sobrevivir, haciendo frente a la represión y también, por qué no decirlo, a la tristeza, al terror, a la desesperanza, al miedo instalado en la mesa cotidiana". Estos mismos sentimientos, explícitos en la boca de algunos de sus narradores, o disfrazados por las actitudes de desesperación, iracundia o amargo escepticismo de otros, alientan también en los relatos que Muñoz Valenzuela ha publicado bajo el título Déjalo ser (Diego Muñoz Valenzuela. Editorial Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2003, 163 págs.)
Se trata de diez narraciones breves que van desde el ámbito sentimental hasta el del horror, pasando por registros costumbristas, paródicos e, incluso, cercanos a la ficción científica, cuyo propósito común es representar con los sombríos tonos de la desesperanza la alteración de los modos de existencia que ha sufrido la sociedad chilena a partir de 1973. En la mayoría de los relatos escuchamos, por lo tanto, a voces que hace treinta años ºpertenecían a "adolescentes chascones con el corazón lleno de fuego y de poesía, ardiendo hasta los tuétanos" y que ahora rememoran los ideales del pasado, mientras tratan de subsistir en medio "de los que están dispuestos a vender su madre por quitarte un centímetro del terreno que pisas" ("Después de treinta años"). Por la misma razón, en cada uno de ellos podemos reconocer la presencia de los motivos característicos con que la narrativa contestataria ha denunciado reiteradamente el despilfarro de los valores humanos que se produce en sociedades que han sido dominadas por cesarismos políticos y su consecuente dictadura económica: la dificultad del heroísmo en una sociedad herida por la desconfianza ("Foto de portada"), el crimen como justicia ("Vientos de cambio"), la indefensión del individuo en el modelo neoliberal ("Mirando los pollitos"), la imposibilidad del vínculo afectivo ("Yesterday"), el reencuentro con el padre perdido ("Adagio para un reencuentro"), la parodia macabra de la iniciativa privada ("Apuntes para una historia siniestra") o la denuncia irónica de la deshumanización consumista ("El día en que el reloj se detuvo"). Todas estas situaciones, como es de suponer, conducen a una visión de la historia nacional que también hemos visto reiterada en numerosos relatos chilenos contemporáneos. El pasado y el presente, el ayer y el hoy percibidos como momentos históricos de ilusión y caída, recorren en doloroso conflicto las páginas del volumen. Los narradores y personajes de Muñoz Valenzuela resisten dificultosamente recordando los ideales desaparecidos con la secreta convicción, como dice alguno de ellos, de que si están aquí es porque en algún momento "cometimos una traición, por insignificante que sea" ("Después de treinta años").
Los nuevos relatos de Diego Muñoz Valenzuela se inscriben, pues, en una línea que se reconoce con facilidad dentro de la narrativa chilena actual, caracterizada por la intransigencia de su denuncia y el aliento de una ira no sofocada que, a pesar del transcurso del tiempo, se resiste a la conciliación y mucho menos al olvido. En esta honestidad, y no tanto en su dimensión literaria, radica el mayor valor de estos cuentos, ya que Muñoz Valenzuela no es un narrador cuya prosa fluya con natural flexibilidad. Más bien da la impresión de un arduo y responsable trabajo de escritura que, desafortunadamente, no siempre es exitoso.