"Se preguntó dónde habría quedado El origen de la tragedia, el libro que llevó a su veraneo y al que no tuvo tiempo ni siquiera de darle una mirada. Desde hacía varios años venía pensando en escribir ese ensayo sobre el cambio que había experimentado Chile entre la caída del gobierno de Allende y la época de la llamada 'recuperación de la democracia'. Era el tránsito entre la tragedia y la comedia, desde la épica a la picaresca, desde las masivas concentraciones políticas a los maratónicos recitales rockeros, de la peña folclórica a la salsoteca, de los desfiles populares a Lollapalooza. Por supuesto nunca escribió ni una línea siquiera del primer borrador, pero siempre estaba fantaseando con ese ensayo. Ahora consideró que la irrupción de esos dos pobres guerreros —que traían un último hálito trágico, destinado a morir en el imperio total de la comedia— era el punto final de su ensayo, y por lo tanto ya podía darlo por escrito".
El pasaje anterior se encuentra a mitad de Elige tu pasado, la más reciente y quizá una de las mejores novelas de Darío Oses. No le falta nada, no le sobra nada y se lee sin pausa, con el mismo interés con el que se seguiría un thriller, aunque esta vez se trate de una trama genuinamente chilena. En rigor, en ningún otro país que no sea el nuestro podrían haber sucedido los hechos narrados en Elige..., con el añadido de que esta vez la prosa de Oses es aplomada, segura, más bien escueta, con párrafos sobresaltados que contienen destellos irónicos, escasos arranques líricos o bien sumarias descripciones de un entorno miserable, derruido, arrasado, conformado por el barrio donde se desenvuelve la historia.
Ernesto, el protagonista, regresa de un infernal veraneo en el sur para reencontrarse en su inhabitable domicilio, del que tendrá que emigrar sin saber adónde, porque una inmobiliaria demolerá el conjunto habitacional en el que reside para construir una serie de departamentos modernos. Poco a poco, sabremos que, en contra de lo que dice el título, él no ha escogido casi nada de lo que constituye su existencia, ya que sin autocompasión ni indulgencia por sí mismo, nos va revelando que su trabajo, sus sucesivos matrimonios, sus hijos, hasta su familia paterna, constituyen un desastre, un fracaso que comenzó mucho antes del inicio de Elige... y que, de una manera absurda, culmina en los acontecimientos narrados en esta perturbadora y singular ficción.
Apenas Ernesto se ha dado una vuelta por el cochambroso lugar en el que reside, es asaltado
por dos muchachos heridos, en verdad una niña y un niño, pertenecientes a una oscura organización anarquista armada que huye del cerco policial. Al principio, la agresión es violenta, Ernesto es amarrado a una silla, encañonado e inmovilizado, pero eso dura un Jesús, ya que los chicos, aparte de estar perdiendo sangre y encontrarse gravemente lesionados, no tienen idea de qué es lo que están haciendo ni saben cuál será su futuro inmediato, salvo, claro, la inminente detención y una extensa sentencia de cárcel.
Chachito y la Comandante, como Ernesto bautiza a sus captores, son, con mucha suerte, guaguas de pecho, y si bien ella es mucho más articulada e inteligente que él, ambos están perdidos frente a una institucionalidad que castiga sin piedad estos desbordes y frente a la cual nada pueden hacer, salvo tratar de escapar como sea. En adelante, Elige... pasa a ser la crónica de este encuentro tripartito, caracterizado por los reproches, las acusaciones mutuas de traición, las atracciones y rechazos que se producen al interior del trío, y la gradual aceptación y simpatía que se van generando entre ellos, todo lo cual se expresa en rápidos y contundentes diálogos, siempre nerviosos y naturales, de modo que hacia el final, tanto Ernesto como los guerrilleros urbanos terminan estableciendo una relación que parece indestructible.
Todo esto es, cómo no, pura imaginación o, por parte de Ernesto, simple deseo de que las cosas terminen bien, lo que ni él ni la Comandante ni Chachito pueden creérselo por un instante, puesto que resulta imposible que un rehén y sus secuestradores salgan bien parados de un embrollo semejante. Con todo, los sucesivos intercambios verbales entre los tres cautivos pasan a ser una inaudita y veraz radiografía de los principales temas políticos nacionales que afectan y siguen afectando a los disconformes, los desadaptados, los desambientados de una nación que los ha abandonado.
Elige..., a la postre, es una variación del Síndrome de Estocolmo, muy bien recreado en una intriga sin baches.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El Síndrome de Estocolmo.
"Elige tu pasado", Darío Oses. FCE, 2016. 154 páginas.
Por Camilo Marks.
Publicado en El Mercurio, 13 de noviembre de 2016