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Joaquim de Sousândrade: mirada, errancia, poesía

Por Demian Paredes
@demian_paredes




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Si puede pensarse a la vanguardia, en materia de arte y cultura, como apertura y experimentación con lo nuevo; como sorprendentes síntesis, utilizando elementos preexistentes de manera refinada, renovadora y original; como creatividad anticipatoria, adelantada a su tiempo; como parte de “nuestra contemporaneidad”, con afilado ojo crítico, ironía y humor incluso; la obra del brasileño Joaquim de Sousândrade (1830-1902) ingresa con pleno derecho en esta categoría. La editorial Corregidor ha publicado El infierno de Wall Street y otros poemas (Buenos Aires, 2018), un importante volumen de más de 450 páginas –en edición bilingüe, seleccionado y traducido por Laura Posternak y Mauricio Colares–, como parte de su colección “Vereda Brasil”, casi cuarenta títulos de poesía, narrativa, ensayo y teatro. Sousândrade, además, puede llegar a “sonarle” al público argentino y latinoamericano: en su momento apareció un perfil realizado por Luis Chitarroni en sus Siluetas, y El infierno... tuvo, algunos años antes de la presente, una edición en castellano publicada en España.

Apenas considerado un poeta “romántico” más en su tiempo, y hasta bien entrado el siglo XX, Joaquim de Sousândrade fue releído y rescatado para la historia de la literatura de manera pionera por los poetas del concretismo, los hermanos Haroldo y Augusto de Campos, durante la década de 1960, cuando publicaron ReVisão de Sousândrade, y “O inferno de Wall Street” como separata, con la dictadura militar ya instalada en su país. “El infierno...” es una sección, el Canto X, de un largo poema épico escrito y reescrito (con secciones inconclusas) durante cuatro décadas, y publicado en varias ediciones y países, llamado O Guesa.

El nombre del protagonista es un término muisca, que alude a quien no tiene lugar fijo y se encuentra errante. El mismo autor se confunde con su personaje, quien se desplaza por países y continentes, pareciera que observando y anotando todo. Hijo de hacendados en un Brasil todavía imperial y esclavista, Sousândrade tuvo una educación clásica en Francia, en la Sorbona, y posteriormente residió casi una quincena de años en Nueva York –apenas si trabajó unos pocos años, hacia el final de su vida–.

En un texto introductorio a El Guesa, “Memorabilia (1876)”, Sousândrade da cuenta de sus múltiples influencias y criterios creativos: “admiro la grandiosidad de Homero o de Dante; me seduce la terrible verdad shakespereo-byrónica; y la celeste lamartiniana añoranza me encanta”. Agregando: “Dejemos a los maestros de la forma [...]. No es por el Viejo Mundo hacia atrás que llegaremos a la edad de oro, que está adelante, más allá. Lo bíblico y lo osiánico, lo dórico y lo jónico, lo alemán y lo luso-hispano, los unos son repugnantes y los otros, si no lo son, se modifican de acuerdo a la naturaleza americana”. Cruce, hibridación, (¿pos?)moderna y original polifonía: “El Guesa tiene la forma inversa y el corazón natural del salvaje sin academia”: “yo cantaré un nuevo canto, que resuena en mi pecho: nunca hubo canto hermoso o sonido que se pareciera a ningún otro canto”.

Lo antiguo y lo moderno, la tradición y la experimentación, lo regional y lo extranjero confluyen y se emparentan con una excelsa cantidad de autores y proyectos, desde Walt Whitman a Mallarmé, Ezra Pound y James Joyce. Por eso el “Canto I” comienza exaltando la “imaginación divina”, se embelesa con los monumentales paisajes naturales de América, los Andes, y dice: “De la tormenta el rayo; don de desierto, / El azul sertón hermoso y deslumbrante, / Arde del sol el incendio, ¡delirante / Corazón vivo en cielo profundo abierto!”. Y el “Canto VI”, ofrece una mirada crítica: “Pero, ¿dónde el hogar, el Dios, la escuela, las normas / Del ciudadano? –política, del lucro; / Ciencia, sin conciencia; ajenas formas, / Y el extranjero corruptor... sepulcro...”.

El Guesa-Sousândrade habla de un “partir siempre y sin llegar nunca más”. Pero en ese constante peregrinaje llega a Nueva York, con sus trajines incesantes de big city, con sus movimientos y altas velocidades y rotaciones en los diarios y en la Bolsa, con su clase política, instituciones, y personajes históricos. Y cambia la forma del canto, pasando del cuarteto endecasílabo –prácticamente a lo largo de todo El Guesa– al limerick, una forma inglesa utilizada generalmente para desenvolver la ironía y la crítica. Y es esta la operación de crítica y rescate de los hermanos De Campos: separar esa sección, y estudiarla, analizarla y comentarla, ya que desborda y destaca por sí misma, en una creación única.

A continuación, algunas alephianas estrofas:

“–De los incas en los quipus, amautas / San Goethe, Moisés, Salomón, / El Byron, el Dante, / El Cervante, / Humboldt y Maury capitán, // Newton’s Principia, Shak’spear’, Milton / El Corán, los Vedas, el Ormuz, / Las mil y una noches, / Y azotes / Que había dado y llevado Jesús:”.

“(Octogenario Bryant trabajando:) / –Qué bien payan las cotorras, / ¡Jehová! ¡Jehová! ¡Ku-Klux / Creando otros mundos / Profundos, / Hicieron las tinieblas… de la luz!”.

“(Herald abogando la causa chin-comercial:) / –In-God-we-trust ‘not worth its price, / A great swindle is silver dollar’! / Si en Dios creemos, / Descreemos: / Amor pagado más amor debe pagar...”.

“(Vampiros de las tinieblas, ofreciendo el imperio del mundo; Diógenes optando por el baño del océano:) / –‘Tight bird (seeks ‘thousand’)! ‘Smoke’ ‘makes millions’! / ¿‘Ciudadano’ de la gran nación?... / = No tienten a Dios, / Cristianos míos... / –¡‘Vale’! ¡o muere o paga un ‘millón’!”.

Es un ininterrumpido desfile de referencias cruzadas, arcaísmos, neologismos, declaraciones y titulares de diarios, imágenes y símbolos, hay palabras en casi media docena de idiomas. Un torbellino epigramático, una poética vanguardista en su teatrum mundi.

La edición se completa con poemas de Arpas salvajes y Arpa de oro, un prólogo de Luiza Costa Lima (“El campo visual de una experiencia anticipadora: Sousândrade”), un glosario de “El infierno...”, y un apéndice de textos críticos de Luiza Lobo (“Sousândrade: el guesa errante por el mundo”), Augusto de Campos (“Re-www-visión: Gil engendra en gil ruiseñor”), Gonzalo Aguilar (“Sousândrade, poeta para entendidos”), Eduardo Sterzi (“El errante, la tierra”) y Rachel Price (“El mundo antillano en la obra de Joaquim de Sousândrade”). Allí, se amplían las referencias históricas, se profundizan investigaciones, se exhiben los lazos y contraseñas del poeta en la Música Popular Brasileña de 1960. También, el fragmentarismo, la fluidez y el descentramiento “posmoderno”, y se relacionan secciones de El Guesa con la discusión política, respecto al republicanismo, la democracia y la Revolución en Haití.

 

 

 


“Sousandrade ever new”, por Augusto de Campos. 

 

 



 

 

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