Daniel Plaza (1968) ha recibido diversos premios por su labor creativa, entre los que se cuentan el del Consejo Nacional del Libro a la Mejor Novela Inédita y el de la Municipalidad de Santiago. En 2002 se publicó El corredor, su primera ficción, alabada por la crítica y elegida dentro de las mejores de ese año por este medio. Acerca de Desierto, su siguiente obra, destacados especialistas han coincidido en que se trata de un relato excelente, que entrega una alta dosis de expresividad, un inusual brío dramático, pese a su reducida extensión y que, en conjunto, logra una intensidad lírica y un estilo sin baches dentro de la actual narrativa chilena.
En Ruta, de reciente aparición, estamos frente a un volumen ya característico en la producción de
Plaza: corto, ameno, desconcertante, irreprochable, profundamente humano. Raquel Olea manifestó a propósito de Desierto algo que ahora se aplica en plenitud: Plaza "funda su eficiencia en el trabajo de escritura, de la literariedad de una prosa certera, poco adjetivada y sin adornos". Y efectivamente a Ruta se pueden aplicar esos calificativos y otros: intensidad sin artificios, la edificación de un mundo fantasmal, que bordea lo no dicho, aunque sentido con hondura; que arma un universo nebuloso, aun cuando es fácilmente reconocido por el lector, tanto por las localizaciones geográficas, como por el personaje central y quienes le rodean, sea a la pasada, sea para quedarse en nuestra memoria.
"El calor golpea en la calle. Las veredas se ven limpias y vacías. Salvo
un par de autos estacionados, el resto es abandono. Tres hombres conversan junto a una heladería, dos cuadras más adelante. Al pasar, lo observan. Los escasos negocios configuran un panorama silencioso. La calle es pura quietud. De vez en cuando, alguna persona entra al restorán. Dos empleados municipales barren la vía pública, mientras la brisa desordena las hojas secas que se acumulan frente a un tarro de basura".
El pasaje, al inicio de Ruta, puede darnos una idea relativamente aproximada de lo que encontraremos a lo largo de este ejemplar: aridez, soledad, contención, frases cortas y
precisas, carencia total de verbosidad y, sobre todo, un cuidado y esmero en elegir los vocablos que, por decir lo menos, resulta encomiable. Por cierto, estamos en el Norte Chico de nuestra nación: Combarbalá, Puente Negro, el embalse La Paloma, Ovalle, La Serena, son localidades reconocibles por cualquiera, si bien Daniel Plaza genera la fuerte impresión de que las estamos conociendo por primera vez: las descripciones apenas se detienen en detalles como nombres de pasajes, hoteles, bancos, ferreterías, puestos de fruta o, por lo general, el vacío de un panorama que, poco o nada sirve para comprender la
subjetividad del protagonista, de quien gradualmente vamos conociendo lo mínimo y esencial. Si bien en Ruta abundan los diálogos, ellos cumplen una función que, por decirlo de manera amable, solo sirve a propósito del innominado héroe para cumplir con los mínimos requerimientos de la subsistencia en un ambiente que, sin ser hostil, parece más bien el escenario de un recorrido ausente de propósitos claros: comprar, comer, buscar alojamiento, rememorar a su pareja o a otras personas con quienes compartió trabajo.
Al atravesar peladeros o carreteras despobladas, el personaje central va anotando trayectos de una perspectiva que, tal como manifestamos en la cita previa, son el resto del abandono.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
EL RESTO DEL ABANDONO
RUTA de Daniel Plaza. Narrativa Punto Aparte, Santiago, 2021, 95 páginas
Por Camilo Marks
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 9 de enero de 2022