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David Preiss SITIOS
(poemas 1989-1999)



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AQUELLA EXTRAÑA RESIDENCIA

¿En qué mito?, ¿en qué colina?,
¿sobre qué nopal instalóse la ciudad?,
¿tras cuál paréntesis amurallada?

Quiso la ciudad ser como la luna, mas era demasiado oscura ;
quiso, luego, ser como la noche, mas era demasiado blanca;
aislada de Lo Eterno como un Caín gigante y bello
la ciudad —poema de ficciones— se hizo errante.

Hijos del polvo
todavía cuentan los mercaderes de La Historia,
aquella extraña y móvil suya residencia.

 


JERUSALEM

Nunca se desvistió Jerusalem, siempre visité los brazos de sus
calles,
arrugadas,
elementales,
hundidas en la piedra;
siempre estuve en sus santuarios y bebí del sabor profano
de sus vísperas, siempre uní mi licor a sus mujeres,
nunca dejé atrás a sus umbrales, no partieron mis abuelos
ni los abuelos de mis abuelos en el largo clavel de las generaciones.

He cruzado el mundo sin dejar Jerusalem.

He desperdigado mi alma como una semilla bondadosa.
He amado en tierra extraña.
He besado mis labios con un carbón encendido
y todavía no enmudezco.
Mis pies se quedaron en la piedra y mis pasos rodean el mundo
como a una laguna sin saciar su sed.
Volverán a Jerusalem sin haber salido de sus puertas:

no tendrá luto mi corazón: serafines y centinelas celan su alegría
como a un mineral sagrado y escondido.
Sólo el mar implorará por visitar Jerusalem.
Por tocar la fragancia de su piedra.

 

EN LIMA

En Lima hallé por dos monedas muertas
dos hombrecillos quietos en su greda, adustas
las mejillas en la soberbia de la tierra reunida,
simulados ambos ojos en el dálmata trazado en la mirada,

en Lima hallé por dos monedas muertas
2 hombrecillos inclaudicables en el doble rostro del coraje;
me asome entonces en sus ojos
y hundí mi manos en el imperio de sus aguas :
ay- postal de Dante-
vi 2 velas naufragando, siluetas resignadas, en su cera extrema....

 

EL JUGADOR

Caen los imperios como ángeles.
Yo te recuerdo mientras juego al billar con el mesías.

(Dios ha lanzado al mesías como león al corazón gris de la ciudad:
luna al mediodía.
Y vienen y van los mensajeros menos mi amor que se mantiene.)

Como ángeles caen los imperios.
Yo te imagino mientras golpeo las lunas
contra la noche verde del billar.

Sobre la noche, un lago blanco,
sobre los imperios mi ausencia entera.

 

LOS FANTASMAS

"se trata de una pieza de relojería
y como tal ¿no depende de ella quizá
el funcionamiento de todo Manhattan?"

Lihn, Monja en el Subway

"Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?"

Borges, Ajedrez

¿Quién es el fantasma?
¿El hombre dormido ante los ojos del vacío
en un vagón del subway?,
¿este hombre
hacia el centro de la madrugada arrastrado
por el subway infinito?,
¿su corazón,
palabra del downtown neoyorquino?
¿Este hombre sucio y pequeñito?
¿O yo,
espeso,
oscuro,
mismo,
que en este ahora diminuto,
-----------------------------en un sistema extremo
de palabras comunicantes, de silencios comunicantes, de infinitos
comunicantes
-extraña alquimia-
alterno oscuridades e instalo
a un desconocido
sin tez, ni párpados, ni sueño
en el subway de la eternidad?

 

ÚLTIMO SEPULCRO

¿De qué abdicar si he perdido mi reino en un juego de barajas?
¿Caídos los imperios cómo temo
al alma no tocada
de una mujer?
Mi frente en la ventana.
Imagino un cigarrillo, eternidades, dunas solas...
No beberé del mismo viento.

Han acaecido todos los milagros;
hemos repletado todos los museos. Nada acontece
bajo los sueños y los trajes; nadie bebe
vino blanco en aquel cristal oscuro:
nada apresura a los amantes y suicidas.
Nadie vestirá ese último sepulcro.
Mármol.
Silencio.
Amanece una semilla.

Ya dividió la medianoche
mas los extremos del fulgor no se tocan.
El día que anochece no es la misma noche que amanece.
Hay pueblos, hay piedrecillas solas,
hay zapatos solos
-hombres viudos- tan desnudos
como dioses muertos.
¡Ah corazón!, estéril rosa
que daña y alimenta...

Un hombre abandona sus brazos:
yo abandono este poema.
No hay palabras transparentes: para el blanco
bajó la luna; para el azul
alumbró la noche; para el silencio
bastó su Nombre.
Ah, por mi alma, escuchad
que profetizo
-con palabras-
que no existen las palabras.

 

BUCÓLICA

Mudos salimos en busca de las huellas de la furia:
abandonadas ciudades transparentes, arribamos
a las villas domadas por negros jinetes.

Hacia el Este, siempre hacia el Este:
pantanos en que la muerte pasta
y la huella ha sido borrada por el trabajo de la tierra.

Sin embargo, he aquí: éste es el lugar.

Aquí los campesinos se fingieron inocentes. Aquí marcaron su garganta
imitando el golpe de la parca. A cinco pasos, respiraron y criaron.
En el valle de los lobos, las ovejas cultivaron su alimento.

Sí: éste es el lugar.
Aquí las llamas ascendieron hasta el cielo
y dejaron nuestro cuerpo entregado en usufructo,
lejos de la tierra y de su gente, en el umbral de la Palabra.

 

NO ES CIERTO

No.

Encargos de la muerte a tiempo de volver por los amigos.
El tránsito metálico que hace respingar
al gendarme de una estación abandonada:
las cosas y las gentes que hacen de una villa el sitio de su lengua.

No.

El comercio del azar con la materia,
los bosques que se mueven lentos bajo el bosque que un hacha decapita,
el pálpito del tiempo entre las ramas
prestas a lanzar un quejido germinal.

No.

El viento colando las noticias de la última vigilia.
Un llamado solitario que recorre los caminos invisibles de la radio,
el rumor creciendo al paso de las tropas
que penetran como el sol un sitio imaginario
donde copula el cardo con la rosa.

No.

La vida inmóvil rotando en torno de su eje alrededor de tus cabellos derramados sobre el lecho.

¡No!

 

CASUS BELLI

De una guerra secreta y olvidada
nadie espera el retorno de los náufragos.
No hay mujeres en la costa
agitando pañuelos en el aire,
no se ven las enfermeras
trajinando en los puestos de combate:
nadie envía un beso en la última postal
y espera el regreso del cartero:
nadie llora al amante que se va
y arroja los dados del azar:
nadie clava banderillas en los mapas
de nuestro descontento
pues en esta guerra secreta y olvidada
nadie ocupa los cuarteles del invierno.
No hay espías en el frente:
nadie mitiga su deseo en una copa
de licor: nadie
vino huyendo del amor:
nadie tiembla a minutos de morir
ni las madres imploran por los hijos
que no vuelven:
no hay soldados en la guerra
donde nadie se enriquece
pues en esta época de paz
nadie llora la muerte de un poema.


 

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