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A partir de los 5 años de la  Carnicería Punk
Podemos corchetear los versos más libres esta noche*

Por: Daniela "dadá" escárate ite





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no pienses en la poesía
pensá en escribir algo q’ sea verdad
Cecilia Pavón

Y nunca más volví a escribir poesía. Podría ser el final de un testimonio, pero se trata sólo del comienzo. Porque a la hora de conmemorar los cinco años de la Carnicería Punk, pienso que la poesía es sólo una excusa, y este lugar es más bien un arma en una guerra fría, un búnker para el fin del mundo con el que soñamos terminar, o un paraguas que resiste la lluvia corrosiva del sentido común. También es una estética y ética.  

Más allá de las imposiciones del qué hacer, la ética de la Carnicería Punk instala un cómo hacer. La ética de la Carnicería Punk no se encuentra en ningún manual, sino más bien en una corchetera, y sus postulados son disparados en cada corchete. La ética de la Carnicería Punk es una corch-ética.

Mientras un país lucra con todo, la corch-ética se desentiende de las ganancias. No hay dinero que reemplace el goce de parir un hijo de papel que chilla sus versos desde un libro que es también objeto, pero jamás mercancía.

Mientras un presidente cataloga de emprendedores desde Adán y Eva hasta Nicanor Parra, y la competencia y el éxito personal se convierten en religión de estado, la corch-ética reinstala el trabajo colectivo y la horizontalidad.

Mientras un sistema escolar nos enseña que es uno el que enseña al resto que no sabe, la corch-ética nos sienta alrededor de una mesa donde todos somos iguales, y el ego es un paracaidista no bienvenido.

Mientras la academia se jacta de citar a grandes autores, la corch-ética habla de Gayatri Spivak o Michel Foucault con la misma humildad que lo hace de Gabriela Mistral o Lady Gaga.

Creo que la Carnicería Punk se trata de todo eso antes que de la poesía. O mejor dicho, puede ser la capacidad de transformar todo eso en un cómo hacer poético. Como un territorio sin fronteras materiales, o como una militancia que no necesita credencial. Y claro, como una ética a la que ahora rindo homenaje para así también explicarme porqué continúo inevitablemente ligada a este espacio.

La respuesta podría radicar en que la Carnicería también forma parte de todos quienes están cansados de esperar que ocurran, desde arriba, las grandes transformaciones. Porque aquí desde abajo, en cambio, podemos construir hoy el mundo que queremos mañana.

No vamos a esperar a una ley que termine con el impuesto a los libros y que bajen sus precios, porque ahora mismo podemos fabricar nuestros propios ejemplares autogestionados, a bajo costo. No vamos a esperar a que se abra ninguna calle por donde transite la libertad auténtica, porque ahora podemos corchetear los versos más libres esta noche.

Al principio de los cinco años, tuve muchas oportunidades de acercarme a la Carnicería Punk y no lo hice. Pero luego bastaron unos meses y la participación en una antología, para saber que espero nunca perderle la pista. Especialmente mientras siga siendo tan necesaria como hoy la ética del corchete y la fotocopia, Moda y Pueblo y la Carnicería seguirán formando parte de mis territorios afectivos, literarios y políticos. Aunque nunca más vuelva a escribir poesía.

 

 

 

Texto Publicado en “Dancing Queen” (5 años de la carnicería Punk) Editorial Moda y Pueblo, 2012.

 



 

 


 

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