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Diario de vida (y de amor) de un carnicero

Por Diego Ramírez Gajardo




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Fue a fines del 2006 cuando presenté un proyecto de Taller literario a una importante municipalidad, la encargada de cultura le parecía muy interesante mi propuesta, el juntar autores y armar un diálogo literario entre técnica y biografía. Recuerdo, que estaba sorprendida con mis 25 años, y revisaba con duda mi currículo. Yo no podía explicarle a la señora que me había dedicado a coleccionar concursos de poesía, me dijo que estábamos Ok. Luego me comentó, con cierto tono de duda, que era muy importante, y lo recalcó, que le llevara mi papel de antecedentes. Y cuando lo dijo miró a su asistente que también era escritor y conocía mi historia sensacionalista en los diarios.

De ahí vino una vorágine, tratando de limpiar mi vida y mi amor y mi todo, esa parte de la historia fue un poema que se llama “Papel de antecedentes” que escribí la misma noche en que me di cuenta que la vida afuera de la cárcel era más difícil de lo que pensaba. La posteridad fue dedicarme a nada, hasta que por un encargo familiar, una bodega de azulejos blancos, una olvidada carnicería de un block social del antiguo Santiago Centro, llegaba a ser comprada por mi familia. Pero antes, casi un año antes, fue mi hermana Alejandra y mi cuñado, quienes me prestaban los sábados por la tarde su departamento, un edificio hermoso, en la calle Tenderini, el último piso, al lado del cielo, fue ahí donde hice mi primer taller, “El baile de los niños” fue su nombre, porque aun tenía el pelo largo, extensiones y me pintaba los ojos para bailar con los chicos, después de escribirles poemas que ya no me gustan.



En ese edificio convoqué a amigos, compañeras de universidad, amigos de fotolog, conocidos. El primer medio de difusión fue ese diario de vida virtual donde nos fotografiábamos. Yo llegué a ser Golden fotolog, algo si como un farala, como dirían hoy los chicos, que coleccionaba favoritos en mi seleccionada lista de amigos y subía fotos súper producidas de mi vida con poemas llorones; había gente de la poesía que cruzaba ese lugar y me miraba extrañado, habían otros que solo sabían bailar e intentaron leer por primera vez mi escritura ciber cursi que colgaba todos los días, así se cruzó el baile en la escritura. En esa convocatoria, creo que fuimos felices, mirando fotos, escuchando música, leyendo todo lo que a mí me había cambiado a la edad de esos chicos, esa ha sido siempre mi manera de hacer talleres, pensar lo que a mí me cambió la vida a los 17 años, lo que me hizo no dejar de escribir a los 20, lo que me enloqueció a los 23 años, esa es la bibliografía que yo elijo, porque quiero que los chicos que ahora tienen esa edad, vuelvan a temblar con la belleza de esos textos, que sienten la belleza en sus rodillas y la injurien si es necesario antes de escribir, en esos 20 o 30 minutos o una vida entera en que les digo -“ya chiquillos escriban”- porque en esa curatoria literaria está mi hermosa responsabilidad de enseñarles hacer del fracaso de la escritura, una historia de amor.

Con ese taller hicimos el primer libro, aun no éramos editorial, solo un libro hermoso con nuestros fetiches pegados en las portadas, que llamamos “Marcas de dientes”, que eran en realidad marcas adolescentes, de lo que nos quedaba de púber, dibujando, corcheteando por primera vez. Esa noche que presentamos el libro, Gladys y Eugenia leyeron para los chicos, ellas fueron las primeras invitadas, a esto que no sabíamos cómo se llamaba, esto que todos miraban un poco con duda, como diciendo: - “este no se la puede solo, esto no se sustenta”- y tenían y tienen razón, nunca me la pude solo, por eso necesito de estos chicos feroces con corazón de leopardo que habitan esa carnicería punk con sus manos sucias y sus ojos entumecidos por la tristeza.



Después que el 2006 la municipalidad me discriminara por ilegal y mi hermana dejara el departamento de Tenderini, me quedé sin hogar para mis talleres. Así fue como mi padre me presentó esta bodega extraña, -“muy pequeña y muy poco útil para cualquier cosa”- fue la descripción. Entré, subimos la reja, vi los azulejos blancos como espejos de la carne, era la carnicería del barrio, nos contaba la señora encargada, y servía para guardar los famosos quesitos de la señora francesa que chantajeó a los vecinos del block. Era una carnicería, pensé, y me imaginé películas, libros, secretos, viajes, pensé en lo inabarcable y en lo imposible, me enamoré de esa cajita de vidrio, de esos ventanales que peligran el juego de la pelota de los niños, de esa reja siniestra de local antiguo, de esa lucecita de neón que ilumina la vida del taller.

Llegué a la gesta carnicera en julio del 2007. Sin cortinas aun, con los chicos que venían de Tenderini pegamos papeles para que los vecinos no descubrieran nuestras formas de hacer poesía. Pasamos el frío más grande de Santiago, nadie se podía sacar la chaqueta ahí adentro, apenas nos drogábamos con café durante esas horas. De ahí vinieron las ayudas y las donaciones culturales, me fueron llegando mueblas, la mesa, las sillas, cajones, cajas, adornos, trajes, pedazos de mi pieza, llegaron las vírgenes, llegaron las fotografías, llegó Rimbaud y los esténcil donados por mi hermana Camila, ella fue la encargada de fabricar el clásico cuadrito dorado que dice modaypueblo y que se alumbra afuera del lugar. El mismo cuadrito, que perteneció a una tía abuela lejana, en esos marcos neobarrocos que eran el lenguaje perfecto para la convocatoria. Pegué afiches, llegaron nuevos chicos, yo creo que con duda mirando el lugar, todos se perdieron, todos se pierden cuando llegan a la carnicería, no hay otra forma, es la seña, el sacrificio, la iniciación. Me encanta pensar que cuesta llegar, que es un secreto, un misterio, lo político de lo invisible que puede ser mi carnicería, porque es como entrar a mi pieza, y al menos cuando partí con el proyecto, no quería que nadie se enterara, que nadie entrara, quería tener el control absoluto de que entraran solo mis amigos y no esos poetas que odiaba por hombres, porque alguna vez cuando fui a leer con mi mohika dark y mis ojos pintados de niño gato, se rieron y me dijeron “este no es un desfile de moda, es una lectura de poesía”. Y ahí viene el nombre, ahí viene el por qué Moda y Pueblo, se transformó no solo en un disco hermoso de Fito Páez que utilizamos como cita y apropiación, sino además en mi micropolítica de defensa para escribir, hacer talleres, amar al chico del Facebook, no creer en nada, desconfiar de todo, querer a cada uno de los poetas que cruzan mi rincón carnicero, mi furia, mi desorden, mi moda, mi tribu urbana del pasado, y Brian y Lady Gaga y Freddy Mercury y Cortázar y Frida, y todo lo que hago, escribo, sueño, y hago como si escribiera, pero solo lo vivo corriendo el riesgo, y la sangre y el deseo y mi voz de pajarito tímido y mi rabia cuando siento rabia, y mis faltas de ortografía y mis errores y mis imposibilidades que las vuelvo políticas y en llamas; y Silvio y Playa Girón y los compañeros poetas y mis fiestas y el disfraz y las fotografías exhibidas como pasarela al mundo virtual, para que sepan que somos pobres, barrocos, terribles y hermosos, para que crean que todo es un carrete, una jugarreta inocente, tan inocente que hacemos coreografías con los libros en fotocopia, y llenos de brillos los stand en las ferias del libro, para que se note pobreza, se note lo rosado, se note la biografía y se note lo Glam, lo kitsch y la homo erótico al excesos encima de sus ojitos de escritor fome y aburrido. Esa era la apuesta, ese era el nombre, eso era tener mi carnicería punk y tener mi Taller Moda y Pueblo.


 

Han pasado muchos jóvenes poetas y amigos. Han pasado casi 10 generaciones de poetas en estos 5 años. Hemos realizado fiestas como lecturas poéticas, de Frida, del mar, de pájaros, de dark, del circo, del bosque. Hemos realizado más de 10 acciones de arte, intervenciones urbanas, con coronas de reinas de papel de diario, con bolsitas de té colgando en los puentes del barrio alto, o patas de pollo en un block abandonado. Hemos estado dentro y fuera de la feria del libro. Hemos realizado la primera gira de estudio este año y fuimos una familia feliz encerrada en la casa de la playa. Hemos sido felices, ganado tantas cosas y perdido otras.



Durante este tiempo, hablar de modaypueblo es también hablar de mí, y eso es terrible, es como abrir mi diario de vida, soy tan parte de este proyecto que he perdido cosas importantes en la vida por culpa de modaypueblo. Por ejemplo dejé de escribir. Mi amiga Eugenia Prado, una vez me dijo que tenía que volver a la escritura y no convertirme solo en Tallerista, y creo que tiene razón, pero hoy lo veo distinto, quizás también estoy haciendo poesía, cuando armo, edito y elijo hasta el dibujito y portada que pondrán cada uno de los alumnos en sus libros. Estamos creando juntos, y si se me olvidó la poesía en el camino, creo que no me importa tanto, cuando los veo felices, más parte del lugar que yo, que estoy viejo y ya no puedo bailar como ellos, escribir como ellos, o disfrazarme como ellos, es hermoso ver como el corazón en llamas se reparte en cada uno, cuando con más ganas que yo, me convencen de que hagamos la fiesta, que hagamos la acción de arte aunque no vaya nadie, aunque nos lleven presos, que nos fuéramos a la playa, porque -“Diego, tú sabes cómo son los modaypueblo, llegan todos igual”-, me decía uno de ellos, que todo vale la pena, en modaypueblo, así hemos estado en lanzamiento de libros llenos, aunque una lluvia terrible nos hechó a perder la fiesta, hemos sobrevivido, al invierno y ese frío terrible, al verano con y sin ventilador, a la vecina de arriba que nos odia por homofóbica, a los hip hoperos que nos querían quemar vivos cuando recién llegamos, a los guardia y nocheros, a la reja que a veces no pude subir, porque somos tan niñas algunas modaypueblo, hemos resistido a las enemigas fomes y las hemos dejado llorando, porque meterse con modaypueblo, es cruzar la guerra con treinta o cuarenta chicos fieles al proyecto y su historia. Hemos sido pobres en este tiempo, pero no importa tanto sabe, hemos sido novios, parejas estables, he perdido mucho amor con modaypueblo, chicos que se olvidan de mi porque estoy haciendo talleres hasta las 2 de la mañana, he perdido poesía, romances, amigos, pero hay algo que es esa revolución de la comunidad modaypueblo, que lo vuelve todo más lindo.




Una vez perdí un trabajo, porque nunca mandé un correo, porque soy pésimo respondiendo correos y cumpliendo plazos, frente a esto, mi hermana me dijo algo muy cierto, que no todos en la vida me tenían que esperar, que no todos eran como los chicos de modaypueblo, y ahí pensé en lo hermoso de saber que hay un grupo de chicos, de distintas edades y lugares, que me pueden esperar, y solo por eso les quiero agradecer, por haber cruzado y habitado la carnicería, por haber dedicado horas de su vida y su tiempo a esa casa desordenada, sucia, con el techo cayéndose a pedazos, por creer en mí y en la poesía que hacemos juntos. Les quiero agradecer por esperarme infinitamente, no solo por esperar afuera de la carnicería hasta el infinito a que llegue el Diego, y me llaman y sufren y van a la botillería hacer la previa, sino también por esperarme en todo lo que hago, en lo que les invento, en las fiestas, las lecturas, en los libros, en las acciones de arte. Gracias por esperarme con el papel fotocopiado y con la rabia modaypueblo.

También somos una editorial independiente, el primer libro fue Brian, mi Brian, quien conoció la carnicería con su cara de frío en ese septiembre en que nos conocimos. Después se unieron amigos, poetas y alumnos que han hecho de esta editorial un espacio de colores, brillos, escándalos. Hemos hecho de la estética nuestro vestido, nuestra bandera, nuestras luces micropolíticas que hacen que seamos las más arriesgadas, las más feroces, las más radicales.

No puedo dejar de agradecer a la gran cantidad de amigos y escritores que han formado parte de este proyecto, que han asistido a presentar a estos poetas jóvenes o asistido a lecturas, sabiendo que vamos a partir tarde, que somos libros quiltros y fanzineros, pero que generosos aceptan esta invitación porque hacemos o creemos en la poesía de la misma forma. Pienso en Héctor Hernández, Paula Ilabaca, Eugenia Prado, Pablo Paredes, Elvira Hernández, Soledad Fariña, y tantos otros amigos que han habitado mi corazón carnicero.

Este es el diario de vida de un carnicero, que hace talleres como si escribiera, porque así es la vida y yo escribo de lo que vivo, esos son los poetas que leemos, ese es el ejercicio de rebeldía, esa es la resistencia de nuestros 5 años de vida. Siempre pensé que lo único que hacía bien en la vida, era escribir, pero ahora después de estos 5 años, me siento orgulloso de mi carnicería y estoy seguro que es lo más importante que he hecho en la vida, soy medio madre soltera, porque arme todo esto solo, pero en el camino me han ayudado muchos, como los generosos y cómplices escritores que forman parte de este libro. Quiero agradecer enormemente a cada uno de ellos, también a los alumnos que llenaron este libro como un diario de vida y de amor.

Gracias poetas carniceros, gracias por no tener miedo al fuego, ni a la sangre, ni a la patria, gracias por confiar en mí, y cerrar los ojos cuando escriben conmigo, y les pongo música muy triste para hacernos los felices, y perderle el miedo a la página en blanco. Gracias chicos, por hacerme sentir menos solo frente a lo terrible de la vida y lo salvaje de estos tiempos, de la brutalidad que volvemos una fiesta de disfraces para bailar juntos hasta el infinito encerrados en ese hospital carnicero. Feliz cumpleaños carnicería, no te mueras sin mí.

Diciembre, 2012.-

 


*Texto publicado en Dancing Queen (5 años de la carnicería Punk) Editorial Moda y Pueblo, 2012, que contó con la participación de textos de Elvira Hernández / Soledad Fariña / Héctor Hernández Montecinos / Paula Ilabaca Núñez / Roberto Echavarren (Uru.)/ Eugenia Prado Bassi/ Rodrigo Hidalgo/ Facundo R. Soto(ARG.) / Jordi Lloret Pacheco / Ana Rüsche (Bra.) / Yaxkin Melchy (Méx.) / Anahí Malloll (ARG.)/ Lina X. Aguirre (Colombia) / Lucía Egaña Rojas /Norah Méndez (El Salvador) / Mariana Rodríguez (Méx.) / Alice A. Nelson (EE.UU.) / Carolina Benavente Morales/ Carolina Vega/ Leonardo Quezada / Francisco Villarreal / Constanza Marchant / Gabriela Oleas /Fanny León / Gabriela Contreras / Arturo Pinto /Rodrigo Ortega / Diego Zamora / Ronald Bahamondes / Claudia Rodríguez / Álvaro Cordero / Viviana Azúa / Fabián Farías / Boris Vergara / Thomás Rothe / Carla Retamal / Cristián Iturriaga / Cecilia Peña /Eliza Adonis / Diego Maureira / Fernando Neira Acevedo/ Pablo Fernández / Pablo Orellana / Joannes Lillo Romero / Patricio Encina /Alfonso Toledo / Priscila Pino Sanhueza / Valeria Vargas / Álvaro Castro / Luis Venegas / Rodrigo Arenas / Oscar Hurtado / "Daniela "dadá" escárate ite.




 



 

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