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NAUFRAGO, AUTOEXILIO DEL SIGLO XXI
Reseña al libro “El Naúfrago” de Pedro Hesse

Donsatula


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“Fui el Hanta del caminante
La peste negra del comandante
Extraño mi fealdad de antes
Una noche galopante”.

Si consideramos el planeta tierra como una “gran nave apestada y sin rumbo”, el naufragar es la gran alternativa a  lo que Baudelaire llamó Spleen, ese tedio ignominioso y sin ir más lejos, muchas veces, planificado, organizado, ejecutado y controlado por los entes de dominio.

Desde este punto cardinal nos plantea su poesía, Pedro Hesse, desde sentir el “sonido del silencio” desde lugares que se enmarcan en un territorio que cultiva la libertad. Hay un transitar de un aquí para allá de un ahora. Se tilda un pasado levemente, pues no se conoce el futuro. Se conjugan los avatares de la lucha en resistencia y la pasión.

El poeta “científica” el paseo por la urbe, lo vuelve un muestrario de códigos sociales que va descifrando en las palabras seleccionadas en sus poemas. Hay inmediaciones y catálogos, fórmulas precisas que clarifican el sentimiento, él dice:

“Cuando estamos bien tú y yo,
sueño que no te encuentro,
me desespero buscando entre la niebla
de amaneceres opacos de estrellas”.

Una cantidad monstruosa de humanas y humanos poetas transitan por las calles apoyados por sicólogos, psquiatras, gurúes, yoga, reiki. Ellos han invertido la cruz, sienten su peso en el lomo, buscan la salvación en las páginas médicas del capital. “Náufrago”, descienden de la nave apestada, zaratustrea, con fonéticas en un claro ritmo, danza en los callejones, iluminando rostros enfermos, hace extensiva su invitación, une a sus compañeros, se regocija pujando, hace efectiva la crítica, cuestión a la que le temen los poetas, a saber :

“Los Poetas quieren sentirlo todo y terminan dejando los ríos de oro
hirviendo sin peces,
puesto que sólo quieren atrapar los diamantes más brillantes,
Sin antes saber pescar,
sin antes aprender a nadar,
sin siquiera tener la posibilidad de sumergirse entre el óxido que corroe
los corazones con escafandra.
¿Cuántas palabras al oro hirviendo hemos sido capaces de lanzar?”

De maneras infinitas, de decires  poéticos, la cuestión  del otro se hace presente. Es sin duda alguna esta poesía un referente a la lucidez que podemos tener entre tanta obnubilación. El viejo ciego del Lazarillo, veía más que éste, más aún, observaba los movimientos, se adelantaba a los actos del Lazarillo. Hoy, con toda la información a tiro de piedra, con toda una cuadrilla de autores y con mochilas cargadas de artefactos…navegamos ciegos. Pretendemos sistemáticamente , dar cuenta de algo que no entendemos, nos aferramos a causas sólo por el hecho de gastar tiempo.

El autor de “Náufrago”, da un chispazo de luz, lo hace desde la trinchera del descontento, de cierta forma es una explosión que nos  exhorta, a buscar en nosotros lo que necesitamos. Nuestro cuerpo es nuestro territorio, desde el cual debemos extender, sin afán de dominio, la lucha de los sentidos. El cuerpo carece de definición RAE, es una construcción táctil, de actos, de emociones. Nuestro hablante sabe lo que pasa : nos están violando, luego, nosotros resistimos testamentando el respeto hacia la otra y otro, y nos dice:

“Conversamos de mujeres
No de tetas,
Ni de culos
Ni de pezones
Sino de mujeres
Y lo que embellecen al mundo”

Pedro Hesse, hace de su primer libro una salvedad, al conglomerado de poetas y libros de poesía de este tiempo, sonoriza las palabras. Si prestamos atención con una exhaustiva lectura, apreciaremos, el canto de ninfas borrachas y el llanto de poetas ciegos, quienes laberintan la ciudad, buscando eso llamado creación.

 

Durante la presentación


 

 

 

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Naúfrago, autoexilio del Siglo XXI.
Reseña al libro “El Naúfrago” de Pedro Hesse.
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