“Black Session”, es un cordón estelar protegiendo la atómica explosión de los filamentos galácticos, tejiendo las vías por donde se cruzan los planetas. Y en esos grandes cúmulos, donde ella danzaba como corpúsculo de big- bang, soñábamos con lactar una pequeña y nueva galaxia”. Dice el mismo libro y no hay mejor definición.
Los filamentos de esta sesión negra abiertos y desperdigados por un texto que ambienta con escritura madura, el país del propio autor.
¿Su esquema?
Es un vértice, entre el estado de las cosas y la melancolía sobre la que se huye o adentra en el espacio estelar de sus canciones. Metáforas y alucinaciones sobre el dolor, la guerra, las rayaduras, la fiebre, la tortura y todo ese país mitigado por la fantasía democrática y el capitalismo. Su país, el país del autor, es un país que quema. No puedes tenerlo en tus brazos por más de 15 segundos. Y está arbitrariamente opuesto al color de sus ojos, donde se pronuncia la búsqueda de una nueva patria para los que ama.
No puedes leer este proyecto sin llorar desconsoladamente por todo lo que se ha perdido y ganado. Pero esto es sin llorar, porque los que estamos aquí leyendo estamos de pie rezando por la impronta que te deja el amor por algo imposible. No estamos en el país que queremos, sin embargo, queremos fundar una estirpe dentro, una estirpe que es solidaria con sus parientes, con sus amores, con sus hijos, con la pareja, con la madre y sobre todo consigo mismo.
Este poeta, Elías, Satu, sabe lo que dice, y lo dice con prudencia y paciencia, solo él sabe donde se encuentra su cuerpo antes de estallar. Este libro está escrito de noche, en eclipse, en naufragio y tormenta. La posición de las estrellas en cada canción de “Black Session” nos señala donde están los suyos. Quizá basta con quedarse quieto leyendo para entender el animal que se hunde en su lecho, y en sus propias finas estrellas. ¿Nos hemos drogado todos? Al parecer sí.
Estos poemas me recuerdan a la ferocidad con que mi madre me crió en dictadura.
“Black Session”, es un álbum callejero. Y sus vírgenes no están en la gran bóveda sino en la avenida.
“Nos drogaremos lentamente, comunitariamente, antifascistamente”. Dice.
Entonces me emociona y me recuerda a quienes he querido.
Esto no es solo poesía, es una definición, una torpedera, una cosmogonía.
Además la delicadeza es notable, y permite un vacío donde el poema puede adentrarse sin darse tumbos ni golpes consigo mismo.
“Hasta que en Occidente crezcan Cedros” Dice.
Feliz de este viaje por “Black Session”, donde soñamos “con lactar una pequeña y nueva galaxia”.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Crónica de lectura del libro “Black Session”, de Elías Romero, Don Sátula.
Por Octavio Gallardo