Literatura: La más joven de todas
A propósito de "El marido de mi madrastra" de Aurora Venturini
Por Diego Zuñiga
Revista Qué Pasa, 26 de junio de 2012
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La juventud está sobrevalorada. Por lo menos en la literatura, en el cine, en la música, esperamos demasiado de las nuevas generaciones, sin pensar que la edad es un detalle, y que la genialidad proviene, siempre, de un lugar que desconocemos, cercano a la epifanía. Aurora Venturini es eso: una epifanía, una sorpresa, una escritora genial que nadie esperaba y que apareció en 2007, cuando el jurado del premio Nueva Novela de Página/12 -Juan Forn, Rodrigo Fresán y Alan Pauls, entre otros- abrió el sobre con los datos del libro premiado, Las primas, y encontró que la autora de esa novela brutal tenía 85 años y se llamaba Aurora Venturini.
Buscaban a un autor joven que tuviera una novela distinta, única, y se encontraron con una mujer que ha publicado más de 40 libros, que fue amiga íntima de Evita Perón, que su primer libro recibió un premio de manos de Borges, que convivió en París con 
Camus, Sartre y Simone de Beauvoir, que le escribió el prólogo a unas crónicas de un cura exorcista y que está obsesionada con Lionel Messi, de quien dijo: “Es un gnomo. Lo hicieron crecer con hormonas, lo estiraron. Igual quedó chiquito. Qué le habrán puesto. Porque la pelota se le pega a la punta del pie. Lo deformaron y salió mejor”.
Ésa es la mirada de Venturini. Nada es normal en su mundo. Nada es normal en el mundo, pensamos después de leerla y entender por qué han dicho que es la escritora más joven y original de Argentina. Quizás sólo Hebe Uhart -que tiene más de 70 años- le hace el peso. Pero si en los cuentos de Uhart encontramos familias al borde de la locura, en las historias de Venturini llegamos cuando ya no hay nada que hacer. Familias llenas de personajes deformes, con retraso mental, con problemas en el lenguaje, pero excesivamente humanas, como las que conocimos en sus novelas Las primas y Nosotros, los Caserta --ambas editadas por Mondadori- y ahora las volvemos a ver en El marido de mi madrastra, su último libro de cuentos.
Lo decía Beatriz Sarlo: la marca de un escritor es su sintaxis. Y en los cuentos de Venturini encontramos una sintaxis particular, frases sin comas ni puntos, que parecen perder coherencia justo en el momento en que ella las vuelve a tomar y nos sorprende. “¿Cómo se le ocurrió escribir una novela con párrafos enteros sin signos de puntuación?”, le preguntaron. Dijo: “Porque estoy loca. Si pongo el signo se me va la idea”.
Leemos sus relatos porque no nos cansamos de la voz que los cuenta. Porque ese mundo lleno de seres monstruosos, a ratos, resulta ser un espejo perfecto de nuestras vidas.
