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¿Acaso no hay suficientes derrotas por venir?
Por Esteban Abarzúa
Las Últimas Noticias, 20 de julio de 2020
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La fiesta del fútbol honró este domingo como campeón de la segunda división inglesa al Leeds United de Marcelo Bielsa en casa de Derby County: 3-1 le ganaron al adversario que tras vencerlos el año pasado se burló de ellos por un caso de espionaje a mitad de temporada que Bielsa terminó confesando más allá de lo esperable. Son los caminos de la vida.
Hablamos también del Derby County que hace cincuenta años, a través de la figura de Brian Clough, universalizó la leyenda negra del Dirty Leeds de Don Revie. Aquel equipo de los setenta que, según escribió Giles Smith, "cada semana era encontrado culpable de crímenes contra la humanidad".
Los fans de Leeds se reunieron el viernes en la entrada de Elland Road para festejar el regreso a la Premier League, tras dieciséis años de travesía por el desierto. Ahí se embriagaron con cerveza junto a la estatua de Billy Bremner, el pequeño e indomable mediocampista de Revie de quien las malas lenguas decían que coleccionaba restos óseos de sus oponentes. "Ellos piensan que tienen dos piernas, un corazón y un balón. Les vamos a arrancar todo eso de cuajo", advirtió Bremner en la víspera de un duelo contra Aston Villa. Sus amenazas, claro, no se quedaban en el papel. ese Leeds de Revie no sólo te ganaba, te pasaba por encima. Y a los suyos no les importaba cómo.
Con el tiempo incluso los odios más primitivos amarillean hasta acomodarse en otro rincón del alma, a un costado de la nostalgia, y es casi imposible recordar con antipatía a un equipo de fútbol cuando, equivocado o no, intenta ganarse a su gente. Leeds, además, fue el último campeón de la primera división inglesa antes de que se transformara en la Premier League. Quizás era una señal: en tres años, entre 1989 y 1992, cayó el Muro de Berlín, se desvaneció
la Unión Soviética y empezó a jugarse la Premier League. Bienvenidos a la posmodernidad. Después de ganar con Leeds, el francés Eric Cantona se convirtió en ídolo global con la camiseta de Manchester United, el primer campeón del nuevo fútbol.
Si ganar era el mensaje, que Leeds dejara de hacerlo debió ser una especie de castigo bíblico para sus hinchas y Bielsa, sin
ganar un título desde 2004, sólo podía enseñarles que la vida consiste en lo que está antes de la victoria o antes de la derrota y que habitualmente la respuesta es "siga participando". Ese Bielsa que suele caminar 45 minutos hacia su trabajo, desde la pieza que arrienda en el cercano pueblo de Wetherby hasta el centro de entrenamiento del club en Torph Arch. Ese Bielsa que vive en lo que el "Yorkshire
Evening Post" define como un granny flat: un departamento de abuela, de una sola habitación, que los ingleses disponen para seguir viviendo junto a sus padres cuando estos llegan a la edad en que necesitan apoyo y, al mismo tiempo, mantener su independencia. Ese Bielsa que igual se pasa la mayor parte del tiempo en el lugar donde entrena a sus jugadores para jugar rápido y sin pausa, como si cada partido fuera el último de sus vidas. Al lado de su escritorio tiene una cama y una cocina.
Javier Marías, en "Salvajes y sentimentales", dice que el fútbol nos ayuda a descubrir que perder no nos mata. Con Bielsa descubrimos que el triunfo tampoco nos cambia la vida, aunque hay mil maneras de ganar y la única que te acompaña hasta el fin de tus días es cuando ganas el corazón de otro. En "Llévanos a casa", el documental que muestra su primera temporada en Elland Road, Bielsa es el hilo de Ariadna que une los viejos valores con las eternas obsesiones de un equipo de fútbol y al final la voz en off de Russell Crowe, como buen hincha que es, parece un juramento: "Bielsa devolvió la esperanza y el orgullo al club y la ciudad. Dueños, directivos, jugadores e hinchas vuelven a estar unidos. El gigante dormido ha despertado y la revolución no ha hecho más que comenzar".
"You are God", le decían a Bielsa los fans en Leeds hace un par de días. "No", les contestó él. ¿Acaso no hay suficientes derrotas por venir?
