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EDUARDO ANGUITA
(1914-1992)
Armando Uribe
Publicado en Revista de Estudios Públicos. N°49, 1993
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El presente texto contiene las palabras de despedida a Eduardo Anguita Cuéllar, Premio Nacional de Literatura (1988) fallecido en Santiago el pasado 12 de agosto de 1992, que pronunciara durante su funeral el escritor y poeta Armando Uribe.
Poeta, cronista y ensayista, entre los libros de poesía de Eduardo Anguita están Poesía entera (una selección de su obra), Palabras al oído de México, Venus en el pudridero, El poliedro y el mar. Escribió, además, innumerables artículos en diarios y revistas nacionales y extranjeras. La belleza de pensar, obra editada en 1987, reúne una selección de crónicas suyas publicadas en El Mercurio de Santiago entre los años 1976 y 1983. Fue autor, asimismo, de dos importantes antologías de poesía: Antología de poesía nueva, coautor con Volodia Teiltelboim (Zig-Zag, 1935), y Nueva antología de la poesía castellana: España, Hispanoamérica, Chile (Editorial Universitaria, 1981)
Hablo a nombre de nadie, el apelativo de los poetas, verdaderos, sinceros, reales; y los otros. El nombre de los poetas es nadie.
Mal tiempo el de las muertes y enfermedades mortales de los poetas. Sospechamos que al fin muere, por enfermedad, accidente, o su mano, y se deja a su vez morir, por causas colectivas, antiguas y divinas.
Recuerdo años aciagos, anteriores a otros más visibles, en que murieron terriblemente poetas de verso, canto y prosa: 1968: Joaquín Edwards, la Violeta Parra, Pablo de Rokha.
No se caracteriza a quien se conoció, bien o mal o más o menos, a quien se amó pues, sacando fuerzas de flaqueza (la de las limitaciones del pecado original) dijo con palabras que son actos y no decoraciones, verdades comunes pero no corrientes.
Hace dos días en liquidación, vi en la calle Providencia (“los poetas son calles”) el grande y delgado libro de la Definición y Pérdida de la Persona. Soy de los que compran de nuevo el libro que me toca. Busqué en los bolsillos y no tenía sencillo. ¡Sencillo! Pasé hoy antes de la misa a buscarlo. Me contestaron: “Se fue. Era el único que teníamos”. Definición y Pérdida de la Persona. ¡El único que teníamos! Se fue.
Dicen, y aun creen, que los poetas son subjetivos siempre, mañosos, y, todavía, arbitrarios, atrabiliarios, caprichosos, imposibles. ¡No pues! Si verdaderos y de absoluta sinceridad, los poetas son los más objetivos entre los humanos. La falta de respeto hacia la poesía y los poetas aquí es cosa antigua y crónica que se hace aguda (en el sentido físico, jamás en el del intelecto, del ingenio) hoy. De los dientes para afuera homenajes... Entre cuatro paredes y en el fuero interno: desprecio. ¿Poe- sía? ¡Qué ridiculez! ¿Los poetas? No son serios. La muerte es colérica —ya lo sabemos (que morir tenemos)—, pero la de los poetas, particularmente sañuda, daña, sin que lo sepa, a todo el pueblo, a toda la nación. La muerte tiene la última palabra y nos deja sin voz. “El poeta es una calle”. “La belleza de pensar”. La calle para que se calle. La soledad de los poetas chilenos no les viene de idiosincrasias psicológicas individuales e inmejorables; ni de maldiciones anacrónicas propias de ser “Poetas”, sino que es la soledad moral del que dice verdades en tierra de sordos (Mario Góngora lo escribió antes de morir). ¿Querrían que les hablara de Anguita, diminutivo y enorme? ¡Claro que podría hacerlo, y hasta con detalles inéditos! Pero prefiero hablar en la muerte de Anguita de lo que hablaría con él —no de él, que está divinamente donde está. Donde Es.
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Armando Uribe: Abogado. Poeta. Profesor de Derecho Minero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su más reciente libro de poemas es Por ser vos quien sois (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1989 [segunda edición, 1990]).
