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Eduardo Anguita: Territorio aparte

Publicado en revista APSI, N°265, del 15 al 21 de agosto de 1988


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Eduardo Anguita (1914), el poeta de Venus en el pudridero, ha entrado —después de casi 40 años de trabajo literario silencioso— a la escena pública y consagratoria del Premio Nacional de Literatura. Su obra poética, vasta, compleja y casi secreta, es en sí misma un territorio aparte donde resuenan otros clamores y otras agitaciones: un territorio donde el silencio y las palabras se disputan cada espacio posible y donde transitan algunas grandes preguntas sin respuesta.

Lo que sigue es una muestra de sus poemas.

 

Soneto I

Yo desperté una noche enflaquecido
Y más desnudo aun de lo que estaba,
¡Qué vigilia feroz me despojaba
De todo mi pasado y mi vivido!

Miré a la madre de donde he venido
Y era un recuerdo que se me olvidaba,
Rostro desierto, polvo, nube, lava:
Olvido del recuerdo del olvido.

No supe si era en sueños que veía
O si estaba cegado en pleno día,
Si era vestido o bien desolladura.

Sólo sé que quedé sin nacimiento,
Arrojado al dominio del momento,
Sin edad, sin pañal, sín sepultura.

(De "Sonetos del extranjero")

 

 

Prohibición de respirar

Vivo en las paredes donde la muerte
tiene colgada su sombra.
Las ventanas cambian de hueco en mano.
De vez en cuando un cielo visita el cielo de mi cerebro,
debido a él los animales se hacen más pesados y caen.
Porque los sonidos fermentan la tempestad,
yo estudio los gestos de los otros,
su mal hábito de irse acabando por los pies,
e insectos cubren mi estrella de la frente.

 

 

Venus en el pudridero
(fragmento)

Una bala disparada por un niño que te ama, te mata.
La droga del médico que te odia, te cura.
Es la palabra lo que me hizo vivir. ¿Es mentira la droga?
El sol alumbra para buenos y malos.
Aquel filósofo que, para probar la honestidad de su doctrina,
citó a Mucio Scévola cuando testimoniándose
sobrepuso la mano en una llama.
'¡Imposible!', clamaron los discípulos de Nietzsche, y éste,
serenamente, colocó una brasa en su palma.

Y si hubiera anestesiado su mano, ¿qué diríais?

Yo sé: Venimos de la Palabra:
nuestro destino es regresar.
El canto creó al pájaro y no el pájaro al canto.

Entre las yemas recién húmedas del secretísimo rododendro,
un ruiseñor está volviendo a ser canto,
todo canto y solamente canto.

Veo caer al pájaro fulminado por su canción:
corteza vana, luna transitoria,
¡cáscara de su propia luz!

 

 

Venus en el pudridero
(fragmento)

'Hoy' -digo entre estos muros.
'Hoy' -dirán mis descendientes siglos después.
Las paredes están derruidas; el jardín, regado, crecido, cercenado,
ladrado el perro.
Niños serán nacidos, serán viejos, serán difuntos.
Nuevas vísperas, nuevas fiestas, nuevas desdichas.
Rosas a los novios, coronas funerarias.
'Hoy', ayer. 'Hoy', hoy. 'Hoy', mañana.
Reímos. Yo y mi amada reímos;
juzgamos que nuestro 'hoy' es el 'Hoy'.
Reímos, prolongándonos.
Así rieron mis abuelos, sin pensar que vendríámos;
así reirán mañana otros abuelos, echándonos al olvido.
Si los pasados hoy son válidos, este hoy también lo será siempre.
Si el nuestro vale, los demás son inexistentes,
¿Cuál es el 'hoy' realmente único?

'¿Eres tú? ¿Eres tú?', susurra la hoja que cae.
'¡O todos o ninguno!
'Respóndeme, antes que toque tierra'.

Del ruiseñor oigo tres silbos, él reitera uno solo.
Palpita entre aromas y forestas.
Sereno, hace deslizar la noche.
Despierta
la luna hipnótica.

Y apenas te han dado el beso y aún lo gozas
y ya los labios de la moribunda se retractan.
¡Si yo pudiera
volver la flecha al arco, el beso al labio,
la nota a su instrumento!
¿Es verdad que me amó, es verdad que así es?
Cuando me dijo: 'Ahora te amo y para siempre',
¿comprometía al tiempo venidero hasta el punto
que el hoy que ahora vivo debería desestimarse o bien vivirse
sólo como un entonces que logró ser mañana?

Y, sin embargo, qué débil potestad para derogar el pasado.
Allí están sus palabras y tú sientes
que este hoy les traza su contorno para labrar la copa
en que quiero beber toda su muerte.

Decepcioné al gusano:
Lo que ella hizo, lo que ella habló, eso es verdad.
Porque no soy verdad yo, ni es verdad ella, ni eres verdad tú.
Alguien que va a ser dice algo que es.
Todas las bocas son necias; todas las palabras, necesarias.


 

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Eduardo Anguita: Territorio aparte
Publicado en revista APSI, N°265, del 15 al 21 de agosto de 1988