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MUERTE DE UNA PARTE DEL HOMBRE AL SACRIFICAR A LA BESTIA Y LA ANGUSTIA
DE LA INSERCIÓN AL DISCURSO TOTALIZANTE EN EFRAÍN BARQUERO
Por Fabiola Salazar Ortega
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El Pan y el Vino, de Efraín Barquero es un poemario publicado en el año 2008, cuando el poeta está en una etapa de consolidación de su obra. La propuesta de este trabajo es encontrar en el poema “El animal marcado”, la presencia del hombre como centro de la poesía, pero, a diferencia de la perspectiva que tienen otros autores al respecto, quienes la entienden como una poesía cálida, acá se abordará el sacrificio del hombre al matar su parte animal para integrarse a un modelo hegemónico al cual no pertenece y vive con angustia.
Palabras Claves: Efraín Barquero- muerte- angustia- hegemonía-El Animal Marcado
Abstract
El pan y el vino, by Efraín Barquero is a poetry book publiced in the year 2008, when the poet is in a stage of consolidation of his working. The propuesta of this work is found in the poem “el animal Marcado” the presencia of the man as a center of poetry, but, to diference of the perspective that other authors have to the respect, whom understand it as a warm poetry, here will be aborded the sacrifice of the man to the kill his animal part to get in to the hegemonic model what he doesn´t belong and lives with anguish.
Key Words: Efraín Barquero- dead-anguish-hegemonic-El Animal Marcado
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El pan y el vino publicado en el año 2008 consta de 57 poemas los cuales en su mayoría no están titulados, pero que encierran en sí un sentido del compañerismo, la humildad y la profundización presente en cada uno de los poemarios del autor. La valorización del pan como un elemento de unión, el reconocimiento de uno mismo a través de un hermano, el comedor como un lugar de encuentros se hace carne en este viaje que representa lo más íntimo y a la vez universal de la poesía de Barquero.
En el presente trabajo se revisa el poema “El animal marcado” a la manera de una denuncia a un “ellos” que serán la representación de un grupo de poderosos, quienes exigen al hombre tomar un camino que lo lleve a “pertenecer” a un modelo cultural determinado. Esta denuncia será simbolizada con la muerte de un animal lo que significará finalmente la renuncia del hombre a su entorno natural en pos de una adaptación impuesta.
Este trabajo propone una lectura diferente de la poesía de Efraín Barquero, la cual ha sido clasificada como “Poesía hogareña” por Ricardo Santelices (1970), en donde se destaca el compañerismo y la calidez humana presente en ella, para ahondar en el sentimiento de defensa hacia la parte salvaje del ser humano, entendiendo como salvaje todo aquello que se opone a la civilización propuesta por el modelo imperante, en donde la uniformidad y el progreso son los valores preponderantes. Caruso lo explica de la siguiente manera: “Este espacio reorganizado fue denominado por Foucault ´serial´, ya que allí no existe una masa indiferenciada sino una serie de cuerpos identificables a través de su distribución en los espacios” (Caruso 38). La masa homogénea tiene directa relación con el ejercicio del poder, en donde la normalización se vuelve un imperativo en la formación del ser humano social.
Por otra parte, Naín Nómez (2008) plantea que en la muerte del animal en el poema a revisar es un paso hacia la libertad, tal como se observa en esta frase:
En “El animal marcado” la relación con la naturaleza se establece a partir del sacrificio del animal, que al igual que el sacrificio humano, genera vínculos de sangre que aluden, por un lado a la libertad y por otro a la muerte como forma de renacer. (Nómez 4)
Pues bien, el sacrificio del animal como un paso hacia la libertad es refutada en este ensayo, en donde se plantea la muerte del animal como un paso definitivo hacia la homogeneidad que nada se relaciona con una propuesta de democracia social, sino más bien, una especie de esclavitud moderna que lleva al ser humano a eliminar todo aquello que vaya en contra de la idea del progreso.
1.1 Poesía humana.
Desde su primer libro La piedra del pueblo (1954) Efraín Barquero realiza un tránsito entre símbolos y signos que se va profundizando en cada uno de sus poemarios. Lo humano como esencial se ve reflejado en la utilización de un locus común que va tomando distintas tonalidades de acuerdo al uso y la importancia que le entregue el sujeto que lo contempla. Santelices lo explica con estas palabras:
La mesa, la cama, la cuna, la compañera, el invitado, el padre, tienen cabida en la poesía de Barquero como sinónimos de realidad viviente, actuante, encerrado un mundo poético que tiene un pórtico, unos muros que tienen vida: el hogar
(Santelices 13)
Esta significación de los espacios y las cosas se vuelve inmutable en Barquero, quien envuelve lo ancestral en un aura que puede no estar en vigencia, sin embargo se vuelve cada vez más honday verdadera. El pan y el vino representa un escape profundamente valioso, considerando que la poesía moderna paulatinamente se va quedando sin tradiciones y sin Dios.
La cálida poesía de Barquero hace pensar en la correspondencia escrita, en los valores sureños de tener comida y bebida para los visitantes, en la mirada como un lugar de encuentro entre un sujeto y otro cualquiera que con solo compartir el mismo pan pasan a ser hermanos. En contra de la poesía del hombre de visión solipsista, el hombre dañado por las guerras o el avasallado o deleitado por el mundo moderno; el sujeto de la poesía de Efraín Barquero es un ser social que se forma a través del contacto amoroso con los demás.
El pan y el vino publicado en el 2008 es una continuación de la búsqueda de la humanidad como una negación al éxtasis posmoderno, en donde – tal como en su primer libro La Piedra en el Pueblo-El poeta sublima el valor del pan, el vino, el compartir, como una tradición que sigue teniendo vigencia mientras haya una contemplación a las costumbres del ser humano, una valoración a su intimidad y una invitación abierta para los caminantes. Su poesía compuesta con palabras simples, pero de profunda intimidad se podría interpretar como una especie de protesta pacífica, en donde invita al lector a bajar el ritmo y volver a mirarse a los ojos para verse en los demás. Su Ser como parte de un todo y su valoración de las tradiciones como un escudo perfectamente labrado, hace que sea un tema necesario de abordar.
En Sobre el pan y el vino de Efraín Barquero: Por una liturgia de la solidaridad el académico Naín Nómez realiza un recorrido por el poemario de Barquero en donde resalta la presencia figuras tales como: El doble, en palabras de su autor:
El Yo se desplaza hacia el Tú o hacia el Él, a veces como alguien distinto que servirá para reafirmar lo mismo, a veces como un desdoblamiento del propio Yo que se experiencia como otro que es el mismo y cuya condición doble no puede borrar” (145).
En este sentido el doble” se plantea como una muestra de la solidaridad entre los hombres que transitan un camino a en vías de extinción, pero que en lugar de deprimirse, parecen poner más interés en conservar sus tradiciones.
En esta poesía los alimentos como una experiencia solidaria están presentes a la hora de recibir a un viajero, de brindar por algo que va más allá del simple acto de comer para transformarse en una experiencia que está reforzando la esencia del ser humano social, transformando el momento de la comida en un proyecto noble y grande. El viaje del hablante entre un “yo” singular y uno colectivo podría confundir al lector que tal vez dejándose llevar por la simpleza del lenguaje podría desestimar la profundidad que este encierra.
En definitiva, cada uno de estos aspectos que se ven reflejados en los poemas de Barquero - designan al individuo como parte de un todo. Es el rescate que presenta en su poesía Barquero y Nómez- a quien el poeta dedica su libro- rescata esta valoración de la humanidad desde la simpleza del pan en una poesía llena de riqueza y espiritualidad.
No obstante, sin negar la calidez antes mencionada de la poesía de Barquero, también se puede visualizar la crítica que realiza el autor a los mecanismos de control social, en este caso a la razón y sus aparatos de normalización que controlan y moldean a los sujetos según las estructuras normativas del contexto.
Para ello, Foucault (1985) plantea que la condición de panoptismo se traduce en la normatividad que se manifiesta en las conductas de los sujetos sociales. Matar al animal es introducirlo a la sociedad, en donde este va perdiendo su forma natural instintiva por medio del moldeamiento de sus necesidades, las cuales toman la forma de la colectividad. La institucionalidad destruye la naturaleza de los sujetos por medio de los distintos dispositivos que realizaran la transición de un sujeto a un individuo.
El dispositivo panóptico dispone unas unidades espaciales que permiten ver sin cesar y reconocer al punto. En suma, se invierte el principio del calabozo; o más bien de sus tres funciones —encerrar, privar de luz y ocultar—; no se conserva más que la primera y se suprimen las otras dos. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra, que en último término protegía. La visibilidad es una trampa. (Foucault 185)
Este efecto de calabozo que se produce en los sujeto sociales, se manifiesta en Barquero, en donde la naturaleza del sujeto se invisibiliza por efecto de la privación de libertad instintiva que se genera en los sujetos. En este sentido, la destrucción del animal salvaje se visualiza cuando este adquiere la condición de panoptismo, ya su instinto se transforma en conciencia, es decir, en autovigilancia. El instinto natural es transformado en instinto social, en donde el sujeto es normalizado en torno a su propio calabozo, que lo moldea y los forma según su instinto social de autocontrol que sigue las reglas y las normas.
1.2 La destrucción del ser
El espacio es expresión y comunicación, es siempre en relación con un “otro”. A esto se debe sumar que el espacio es una representación social de la experiencia local y global de la vida social, es por esta razón que el espacio es igualmente un espacio de resistencia, puesto que se enfrenta el instinto del ser humano con la racionalidad de la vida en sociedad, por lo que el conocimiento o “saber” en palabras de Foucault (1970), es la acción de reproducción de la vida, de la estructura social y su intrínseca dominación. Esta es una parte de la mecánica de la dominación que hace articular las normas, las cuales a su vez son las portadoras de la pretensión del poder. En base a esto se aprecia que la norma no es una ley natural, debido a que tiene relevancia por el papel de exigencia y coerción que es capaz de ejercer en los ámbitos en donde esta se aplica. Su función no es tan sólo excluir o rechazar, por el contrario, siempre está atada a una técnica de intervención y transformación, en una especie de proyecto normativo que se revela a través de los diversos discursos políticos.
En el poema “El animal marcado” (Barquero17) se hace una potente mención al tema de la muerte desde el primer verso “Llegó la hora de sacrificar a mi animal”. La muerte como asesinato de otro ser, en este caso un animal, se presenta finalmente como la muerte de un doble y, desde este análisis, como la muerte de una parte de sí mismo en pos de un objetivo, siendo esto la matriz del poema a estudiar. La presencia de este tema se puede ver específicamente en los siguientes versos: “Llegó la hora de sacrificar a mi animal”, “Yo les pedí ser yo mismo “, “quien lo dejara libre”, “Al verter su sangre”. Se observa que la manera de alcanzar la libertad sólo es posible a través de la muerte, en donde la sangre simboliza el poder ejercido sobre el animal y por mandato de otros. El hablante asume su papel de asesino, a pesar del dolor que esto le provoca, sentimiento que se manifiesta en: “Ellos aceptaron que sacrificara de nuevo al hermano”. Este hermano funciona como una dualidad del personaje debido a que, avanzada la lectura, quien se enfrenta a este poema podría confundirse entre el animal y quien lo sacrifica, considerando que en: “Al eterno doble”, se presenta una aseveración de la indisoluble unión entre animal y hombre, en donde el lector debe asumir que todo el dolor que experimenta uno será vivido de la misma manera por el otro. Esta dualidad se presenta con más fuerza en: “Yo di un grito agudo” “Semejante al primer vagido”. Ambas sentencias muestran la angustia del hombre ante el sacrificio de su hermano y el “vagido” emitido por el asesino, que por definición de la Real Academia Española es: Gemido o llanto del recién nacido, da cuenta de lo necesario de la muerte del animal para el nacimiento del hombre social.
La propuesta de entender este poema como el fin de la resistencia a un sistema imperante, se refleja en el verso “Llegó la hora de sacrificar a mi animal”. En donde el imperativo del tiempo podría entenderse como una clara alusión al acelerado ritmo de la vida moderna en donde quienes se resisten a integrarse deben cargar con el estigma social de ser diferentes .Sin embargo, la participación es virtual, por cuanto no se es realmente parte de un modelo desarrollado y estando rodeado de modernidad, se tienen condiciones de vida precarias, sueldos insuficientes y acceso a la cultura limitado.
El “sacrificio” del primer verso se relaciona con la resistencia que ha tenido el hablante a la integración aludida anteriormente, pero al reafirmar: “Llegó la hora” asume una derrota que no estará exenta de sangre y angustia. En “Al verter su sangre”, se repite dentro del poema constituyendo una primera isotopía .Remite al animal, a lo que ocurrirá luego de que se le de muerte, en cambio, cuando aparece por segunda oportunidad, muestra la consecuencia de la muerte del animal, funcionando como una especie de presagio y el segundo una confirmación, entendiendo además la plena conciencia del hablante con respecto a lo que ocurrirá cuando lleve a cabo su acto.
En cuanto al nivel semántico, es posible ver en el poema versos que aluden a una tercera persona plural: “Yo les pedí ser yo mismo” en donde “les” es la primera alusión a un ‘ellos’ que se ve en el poema y constituye a un grupo ajeno al hablante y que vienen a ser quienes instan u obligan al mismo a matar al animal. La relación asimétrica entre el hablante y esas personas queda demostrada en: “Yo les pedí ser yo mismo”, el pedir demuestra la supeditación del hombre a esos otros que no tienen identidad. Los otros versos en donde se menciona a un “ellos” se refieren al pacto de sacrificio del hablante a la bestia a la vez que conforman una isotopía dentro de su estructura: “Ellos aceptaron ese pacto” en donde se establece la especie de sentencia que realizan “ellos” al hablante del poema, quien en ningún momento se muestra dudoso de cumplir el mandato, sino que lo acepta.
La supeditación mencionada se advierte en el poema con la imagen de un acto de vigilancia de parte de los otros al hablante, a la vez que hay un apremio para que lleve a cabo la acción, “Llegó la hora” demuestra que es una imposición la que se plantea y el hablante la acepta con angustia en el verso “Ellos aceptaron que sacrificara al hermano”. La referencia al “Hermano” reafirma la unión de sangre entre el victimario y la víctima conformando al final del poema ser una misma persona quien ocupa ambos papeles dentro de la enunciación.
La palabra “Sacrificio” presente en los versos: “Llegó la hora de sacrificar a mi animal” y “Ellos aceptaron que sacrificara al hermano”. Constituyen una segunda isotopía dentro del poema, la cual tiene una fuerte carga emocional que lo separa de un crimen común para convertir el acto en un tormento que afecta tanto a quien lo produce como a quien lo padece. El sacrificio remite al heroísmo del Jesús bíblico quien muere por el bien de la humanidad, no obstante, sufre cada uno de los segundos que está crucificado. El diálogo que mantiene Jesús con su padre físicamente ausente al cual le reprocha el sufrimiento que padece ,se evidencia en el poema en la mención del “Ellos” incorpóreo ya observado, siendo ambos finalmente un monólogo para quienes están sacrificando su existencia sin obtener respuesta.
Finalmente, habiéndose cumplido la orden del sacrificio al animal “Ellos” se alejan del hablante, dando a entender que es una separación definitiva. “Ellos se apartaron de mí desde entonces”. Esta separación remite a esos poderosos que a través de servidores van coartando la libertad del hombre y que no tienen rostro ni identidad alguna y solo se denominan como “Sistema”, pero que en caso de no responder a los requerimientos de las personas, no toman forma para enfrentarlos, sino que funcionan a nivel simbólico, por lo tanto inaprensible. De acuerdo con esto, Foucault asegura que el poder se ejerce sobre el individuo sin importar quien lo ejerce, pero sí hay una preocupación de que se obedezca.
Esta visión de un otro más poderoso y sin identidad, remite a la visión del Estado apreciada en el libro Hijo de Ladrón del chileno Manuel Rojas, quien a través de Aniceto Hevia, reclama las imposiciones que hace el Estado al ser humano y destaca la invisibilidad de este, por lo tanto, a la imposibilidad de encararlo, teniendo que aceptar entonces las ordenes como un sino. Esto queda demostrado en el siguiente fragmento:
Bueno, yo nací en Buenos Aires, pero eso no tenía valor alguno; lo valioso era el certificado; nunca me sirvió de nada el decirlo y las personas a quienes lo dije no demostraron en sus rostros de funcionarios entusiasmo ni simpatía alguna; faltaba el certificado; y los peores eran mis compatriotas: además de serles indiferente que fuera natural de Buenos Aires, no lo creían, pidiéndome, para creerlo, un certificado. Tipos raros!, a mí no me creían, pero le habrían creído al papel, que podía ser falso, en tanto que mi nacimiento no podía ser sino verdadero (Rojas 12)
La visión del indocumentado como alguien imposibilitado para moverse dentro de la sociedad se relaciona con la homogeneidad impuesta que plantea este ensayo en donde el individuo debe adaptarse para poder moverse dentro del espacio dominado. Los certificados en general cumplen la función de validar al hombre y de identificarlo como parte del sistema en el cual se desenvuelve.
A la vez, el hablante también hace referencia a un “nosotros”, en donde podría simbolizar a la sociedad que debe someterse al tipo de discurso propuesto por el modelo. El verso “Muerto en todos nosotros” se refiere a la libertad con la que el ser humano nace, ese lado salvaje o natural que se debe dejar de lado cuando uno pretende adaptarse a una sociedad que tiende a la uniformidad en donde hay patrones capitales ineludibles. Las aprensiones son inherentes al ser humano desde su nacimiento: las conductas propias de hombres o de mujeres, el tipo de lenguaje que te permita ser parte de algo, la vestimenta, los programas de televisión, etc. Todo lo que parece exclusivo o especial no es más que una variable más de todo lo que se impone y el ser social debe adoptar siendo el precio la renuncia a su animalidad. Además en “A quien ahogamos por nuestro apuro en nacer”, puede funcionar como una alusión a quienes se someten a un sistema con tal de sentir que pertenecen a algo importante sin considerar las consecuencias que esto podría traer. En este caso, la muerte no aparece como una cuestión definitiva dentro del texto, debido a que el rostro del animal muerto queda perennemente reflejado en el rostro del hombre sin embargo no puede aflorar y esa es la angustia que debe cargar el ser humano como una cruz de la cual no podrá desprenderse a lo largo de su vida.
El peso de la muerte que carga el hablante termina siendo de una responsabilidad compartida: tanto de quienes lo obligaron a cometer tal suicidio como de quienes ahogan esa parte de su ser aceptando el sacrificio como una forma de vida que será un sello de dominación que desde entonces deberá cumplir quienes hacen un “pacto” con quienes tienen más poder. En: “Ellos aceptaron este pacto” y “Entre el hombre y la bestia” queda claro para el lector que el pacto de sangre presentado en poema no es entre dos interlocutores distintos sino que es uno solo que somete a su bestia en función de darle un lugar al hombre que “Ellos” necesitan.
Desde la postura de Araujo (2007), el cuerpo es analizado como un espacio que es normalizado, en base a una domesticación de los impulsos, tanto sexuales como pasionales e instintivos del propio sujeto. El cuerpo es instrumentalizado por medio de la autocoacción e internalización de normas jerarquizadas y de esta forma se utiliza al cuerpo o la sexualidad como medio o estrategia de exclusión (Araujo, 2007). Visto de este modo es un objeto o mecanismo ordenador y organizador de la estructura social. Siendo entonces esta normalización el objetivo principal del asesinato o más bien suicidio, que comete el hablante contra la bestia.
En “A quien ahogamos por nuestro apuro en nacer” se observa una dominación del “otro” para poder alcanzar el “deber ser”, por lo que la dominación es siempre la representación social que se manifiesta para el “otro”, los individuos son ubicados estratégicamente para tal actividad, puesto que el orden y la dominación van de la mano con la gestión homogénea de la sociedad, procedimiento pues, para conocer, para dominar y para utilizar, a esto: es preciso anular los efectos de las distribuciones indecisas, la desaparición incontrolada de los individuos, su circulación difusa, su coagulación inutilizable y peligrosa; técnica de anti deserción, de anti vagabundeo, de anti aglomeración. Se trata de establecer las presencias y ausencias, de saber dónde y cómo encontrar a los individuos, instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos.(Foucault, 2008). Para no estar fuera de lo que es considerado normal entonces el ser humano debe ejecutar a lo largo de su vida varios pequeños y grandes sacrificios que le permitan pertenecer a la vorágine de la modernidad hipotecando muchas veces el descanso, la reflexión íntima y el espacio para el ocio o la simpleza.
De acuerdo a lo anterior, se advierte que una vez instaurada la actividad de dominación del cuerpo, cuando ya se identifica como objetivo el “deber ser” como objetivo de prestigio o “normalidad” social de los individuos, es cuando cada uno de los sujetos se transforma en agentes del panoptismo descrito por Foucault (2008), ya sea por presión y reproducción social, convencimiento o derechamente por la extirpación de “ser” de los sujetos y su devenir experiencial como efecto de una individualidad siempre colectiva.
Conclusiones
Es posible observar que el cuerpo es destinado como depositario de experiencias ajenas a la propia conciencia del sujeto, las que fraguan y enajenan el saber propio e instintivo de cada sujeto, existe una apropiación del cuerpo por parte del poder. En este sentido, el cuerpo es invadido y conquistado por ejes estructurantes de dominio cotidiano, en este caso “las normas y las leyes”, es la manifestación de lo contra-instintivo y contra-natural, es la clara conquista del conocimiento por sobre lo instintivo.
La contrariedad, el sentido propio y natural de las experiencias son negadas y apropiadas por las normas que a su vez pulen, refinan, miden y moldean las actitudes, los razonamientos, los intereses y las ideas en base a un deber ser (cuerpo social) por sobre el ser. Debido a esto el ser humano que decide participar del sistema que se le ofrece, debe estar dispuesto a sacrificar esa parte natural, entendiendo que es un impedimento para funcionar efectivamente en una estructura social que privilegia la uniformidad ante todo.
La fuerte crítica que realiza el poeta hacia el estilo de vida moderno, en donde el sujeto se ve constantemente amenazado por un modelo hegemónico que es dañino tanto si se reniega de él como si se acepta se presenta a través de La rebelión del hombre en el poema estudiado; está simbolizado por la imagen del animal lo cual constituye la parte natural del ser humano que este debe asesinar para encajar en el discurso dominante.
El discurso lárico presente en la poesía de Efraín Barquero aparece en este poema no como una rememoranza melancólica sino que como un presente que sangra y emite vagidos de dolor en donde se presenta una disputa entre un “yo” y un “ellos” quedando el individuo sometido en pos de una pertenencia colectiva, pero a la vez marginada.
Lo que ocurre con una persona que termine adaptándose a un sistema que no le reconoce como parte de él, es la alienación, la cual se vive en países como Chile en donde la visión de país desarrollado no es más que una ilusión para la mayoría de los ciudadanos, pero que se intenta mantener a través de discursos y placebos que dan una impresión de inclusión a quienes no la tienen. Una persona con un celular con internet no es necesariamente una persona más informada y más inteligente y siempre será considerada de menor valía por quienes manejan condiciones de poder distintas, al igual que el hablante del poema, quien no por sacrificar a su animal pasará a ser uno de “Ellos”, por el contrario, inicia la separación definitiva.
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