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CRUZANDO BORDES Y DIFERENCIAS. EL LATIDO DEL SER.
Mercedes Roffé. El Desierto y el Oro. Antología. Stgo, Ril Editores. 2017

Por Eugenia Brito



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El Desierto y el Oro es  el nombre que la escritora Mercedes Roffé ha dado a  la antología  de su obra poética,  aparecida en Ril, Stgo de Chile, 2017. Un compendio de sus poemas  recogidos de sus libros Cámara Baja (1987), Canto Errante (2002), Memorial de Agravios (2002), La Opera Fantasma (2005), Las linternas flotantes (2009) y Carcaj: Vislumbres (2014)

Quizá el más conocido de todos esos libros en Chile sea Cámara Baja, poema que habla desde la pérdida, a partir de la cual  se ensancha en una superficie  ondulante entre tiempos y espacios diferentes,  de modo que la letra adquiere volumen y espesor. El diálogo   no es sólo entre  la figura enunciante y su amada sino  sobre ambas caras de un espejo múltiple y oscilante entre el yo y el otro, entre  el tiempo pasado y el presente, en una vehemente sinfonía de ritmos múltiples: “No llegará / Puedo oír / Tu risa/ cómo podrá no volverse/ la luna a dos  carrillos/ No llegará//Como la sal en el agua/ Como una cúpula de hielo al sol/Como un espejo obcecado/ Como un perro obsecuente//Como un graffiti obsceno// No llegará /De una ciudad a otra / Desde tu risa/ Una estatua de perro en el camino.”

Esa producción de múltiples imágenes cada una produciendo efectos de sentido dispares en el texto lo constituyen como una superficie que se  articula de  modo radiofónico, en un volumen tenso  que interrumpe y espacializa el sentido, a la manera de los diferentes  tonos  y compases  de una frase musical. Dispersando  los sentidos de un campo asociativo similar: “Ve, Almita/ ve/ acalla el lago / Ve, Almita/ ve/ los pájaros, anda, sé buena chica/ diles / que se callen, eh?. A las nubes/ que se callen / eh?  /No puede oír/ no puede oír. / Anda Almita/ diles/ Entiérralos/ Entiérrate/ Entiérralas/ Ah, de las niñas / no te olvides / Entiérralas también”.

Este texto   multiplica el yo de la enunciación,  instalando nombres de otros tiempos como   Hemón, hermano de Eurídice,   como  Shakespeare y desaparece  de la escena dando  un doble mandato: enterrar y no enterrar. En una alusión a La Tierra Baldía de Eliot: “Aquel cadáver que enterraste el año pasado en tu jardín / ha empezado a germinar”, la poeta  habla de  un paisaje que alude  a la muerte y a la necesidad de dar entierro.

En “Canto Errante”, la poeta habla desde una identidad ficticia, elaborada a partir de dotes proféticos de su voz y su canto. Habla desde   edades antiguas desde las cuales extrae  la mezcla de la sacerdotisa y la reina, la  bailarina que atraviesa edades y  siglos para  inaugurar un tiempo sin dioses. Cito “Yo había profetizado la pérdida del reino / yo había visto desfilar las barcas de la locura /Yo había visto el gesto excelso de los sacerdotes del ocio “// Entrañas de los buitres, vosotras/ me habíais develado la destrucción del templo/ Mas / quien oyó/ No hubo en Toledo ni en Alejandría lugar/ la negra lengua del vate. // Yo había profetizado la muerte de los dioses //Mas / quien oyó.

Este don de profetizar  la locura humana  aparece en otro poema de este texto   que dice: “Un niño demente ha salido de mi cuerpo/ y me ha dado / una cítara por destino

Pero  en general el poema es un lamento por la condición caída del ser humano, un exilio que define al ser y más intensamente al que “canta”   su   historia, el artista, la mujer artista, la poeta.

Memorial de Agravios aparece como la lengua de la nostalgia, nostalgia por la pérdida de un centro, de un absoluto que se ha ido definitivamente y del cual no queda sino un eco en la memoria.

Si la identidad de  la escritora es errante, si su  texto parte desde el desamparo de un exilio fundamental, entonces  el presente es un duelo permanente por una memoria que define la falta como la razón de ser de un escenario de huellas de la ausencia. En la página 73 del texto escribe: “ Toda casa que se precie ha de tener/ una tela de araña / un  mortero/ un samovar y una ausencia “.

Ha terminado  la fuerza de la representación, porque se han perdido los sentidos, sólo quedan sus efectos, llegamos al mundo de los signos   que siempre muestran su   rostro vacío,  ilusorio, espectral. Es un mundo bizarro, fantasmagórico, es un mundo barroco y sobre esa pantalla  de juegos espectrales, Roffé se sitúa con el desamparo  de dos tradiciones, la judía y la argentina, latinoamericana, que  se trenzan para dar peso y anclaje a la petición de sentido que insiste en los significantes  de su texto: qué se puede decir bajo la media luz de un  mundo que   cabizbajo  ante  un teatro de luces bajas, inquiere por un guión más justo, quizá más pertinente y democrático. Menos banal , más generoso.

 La Opera Fantasma (2005) se  ciñe a la sombra del significante de un  texto que  comienza por festejar el retorno de  un  habla que   busca su grieta en el mundo de lo ya codificado, en la espera de una nueva episteme que provenga  la fuerza de un susurro: los latidos de vida que se sumergen  en lo que llama en “Egloga Oscura “, p. 100 “ un antiguo lamentar fundante” que se encuentra no por azar bajo la mítica encina de los poemas  renacentistas españoles. Y a la manera de Garcilaso de la Vega, o de Luis de Góngora observa las aguas cristalinas  de los ríos y mares para atender  el curso místico de una posible pregnancia: la de la forma que viene .  Y no por azar nos acercamos a la cultura maya en “Definiciones mayas”. En la América  invadida,  los naúfragos  europeos se definen como conquistadores de un verbo, pero a la vez ellos son “abrazados por ese bosque “.

En  ese abrazo lleno de expectativas, de fusiones inesperadas, choques, encuentros y hallazgos,   se fundan nuevos ritos para   los textos  que  la escritura genera,  quizá dos  cuerpos o dos latidos  - el de Europa y el de América   produzcan inesperados enlaces  dentro de tapices y cantos barrocos.

Las linternas flotantes, (2009) se pregunta otra vez por las nuevas producciones nacidas bajo otros signos   en diferentes escenarios, haciéndose eco de un tejido de diferencias,  nacido “de lo otro en mí “, versos  que se derraman “en el cruce de todos los sentidos “ Y el poema nace como la música desde la danza o el gesto, la imagen y el color. Transtexto de la fuga  y de la recreación.

En el año 2014, Roffé   presenta un nuevo libro Carcaj: Vislumbres, en el que como dice el título,  se avizoran otros efectos y deslices de sentido  urdidos por el tedio o la violencia  o el asombro del “anónimo rumor insomne “ para  detectar  que  el poeta no es más que la huella de una arquitectura impetuosa pero breve,   no exenta de  vacío y miedo, pero también, en sus momentos más felices , en sus “fugas” del sentido común y del estereotipo, como un “tulipán de fe y de piedra”(157) talla la carne de su letra,  múltiple, ruidosa, pero renovada  en la arquitectura de su tradición mística, barroca y   musical.


Abril de 2018



 

 

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Cruzando bordes y diferencias.
El latido del ser. Mercedes Roffé. El Desierto y el Oro. Antología. Stgo, Ril Editores. 2017.
Por Eugenia Brito