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Poesía
de Ernesto Carrión
DEMONIA
FACTORY
Por
Maurizio Medo
La semana pasada Fabián Darío
Mosquera, un joven poeta y periodista ecuatoriano, me envió una primera
batería de preguntas para lo que será un libro de entrevistas con
algunos poetas latinoamericanos, no jóvenes, sino aquellos que ya estamos
entrados en años.
Entre ellas había una que contenía
esta reflexión: Hace poco también leí en una entrevista realizada
por ti la siguiente reflexión del poeta guayaquileño Ernesto Carrión:
"la poesía latinoamericana está atravesando un proceso justo.
La tradición de la ruptura existe. Huidobro, De Rohka,
Mayo, etc. Y ahora, frente a una mal llamada poesía de la experiencia de
España, que produce una cosa tediosa, que gira alrededor de un yo urbano
que como cronista va narrando sus situaciones diarias, aparece Latinoamérica
con libros más elaborados, apoyándose en la desintegración
posmoderna, en los agujeros dejados por el surrealismo, en lo neobarroso parido
en los 80, en los elementos clásicos, aparece, en sí, un trabajo
de mayor elaboración y sagacidad. Se piensa en libros TOTALES. En provocar
experiencias profundas al lector. Estos libros tienen caídas múltiples,
quiero decir, el verso dentro del poema, el poema dentro de un cuerpo, el cuerpo
dentro de un libro, el libro dentro de un conjunto que forma parte de una totalidad,
etc".
Al recordar estas declaraciones de Carrión, sí,
es cierto, aparecieron en la primera entrevista que se le hiciera luego de que
Demonia Factory, este libro, obtuviera el VI Premio Latinoamericano de
Poesía Ciudad de Medellín, pensé: "Qué cabrón
este Carrión. En lugar de hablar de Latinoamérica, en su conjunto,
ha sido capaz de desarrollar en una entrevista su arte poética". Y
es que su escritura, coincidentemente surge "apoyándose de la desintegración
posmoderna, en los agujeros dejados por el surrealismo, en lo neobarroso parido
en los 80, en los elementos clásicos, aparece en sí, un trabajo
de mayor elaboración y sagacidad".
¿Para qué
más si él lo dijo ya todo? Pero hay más, su obra existe solamente
como una escritura en perpetuo movimiento. Más que un work in progress
la llamaría: una perseverancia del vértigo. Ya antes de Demonia
Factory, con la escritura de El Libro de la Desobediencia, Carni vale,
Labor del Extraviado y la Bestia Vencida, títulos que van conformando
su libro, un libro único; el poeta escribía o desde "identidades
negativas" o desde la neutralidad. Articulaba en el sujeto, aquel llamado
yo poético una doblez. De acuerdo con él, cada ser se presenta como
una tesis y una antítesis, como una huída que es, al mismo tiempo,
un arribo. En Carrión el "yo", los "yoes", no son autorreferenciales,
son máscaras. Las máscaras. Como sabemos, son las que establecen
una relación de desdoblamiento del actor con respecto al espacio. En su
escritura Carrión aparece como una locación que busca encarnarse
en una máscara y, al mismo tiempo, en un espacio que interpola tres realidades:
una mitopoética, otra histórica y una literaria. Lo que obra Carrión
con esta escritura hurgando por estos niveles de realidad es la fabulación
de la propia identidad, un carni vale.
En este panorama Demonia Factory
aparece como un desplazamiento. La realidad mitopoética cede su lugar a
la evocación de la carne, es sustituida por el cuerpo. No el propio y sí
el femenino. La evocación de lo femenino hace que Carrión lo reviva
desde un abanico de referencias y planos hasta volverlo, he aquí el retorno
a una de sus realidades esenciales, en un cuerpo mítico. Hablo de planos
refiriéndome a lenguajes. En Demonia se conjuga lo aforístico:
te
gustaba morir violentamente y me enseñaste que sólo éramos
si moríamos
Lo reflexivo:
aquí no existe la
rutina desvirtuada por la ficción de los hombres que no he sido nunca Aquí
existe la ficción de los hombres que nacerán provisionalmente cuando
tú quieras Ahora sé que nunca he sido uno Nunca fui uno No seré
uno El amor no conoce otra forma de existir que engullendo las pieles que cobija
Con lo explícitamente narrativo:
en casa limpiábamos
la casa movíamos los muebles y lavábamos la vajilla que un pariente
que huyó nos regaló con disgusto Ella se recogía el cabello
con un lápiz y me dejaba mirar su cuello delgado como un fuste
Pero
de pronto reemerge lo poético con toda su excelencia y esplendor:
este
es nuestro olor -me dices-
esto somos nosotros: UNO
(Dios está temblando
enloquecido
Detrás de las montañas)
de ahí el diálogo,
la confesión personal.
En la entrevista que citaba al principio Ernesto
Carrión, en un momento me confesó: "ni siquiera creo que escriba
poesía".
Suerte la suya, quizá esa confesión de
parte, asaz en humildad, sea la clave para entender cómo consigue obrar
con el lenguaje como si fuera una cosa dúctil y maleable para ir convirtiéndolo
de acuerdo al ánimo. Demonia es una síntesis, una brillante
síntesis de aquello que llamamos literatura, un bricolaje, un palimpsesto,
una construcción que hace de su arquitecto, Ernesto Carrión, uno
de los poetas que vienen renovando con brillantez la tradición de la ruptura.
Lima, 30 de Agosto del 2007.
(Antares)