EL MUNDO ES UN CUADERNO RAYADO
[respiración de un clochard en su laberinto]*
Por Ernesto Carrión
Lugar común y al mismo tiempo estallido puro. Explosión y origen. Rayar la palabra cielo sabiendo que tanto la palabra cielo, como este cuarzo partido sobre los tejados, ya han sido garabateados fácilmente sobre ese pequeño jeroglífico de mimbre que es la tierra. Mover la uña en la línea. Soltar la mano, como decía Durrell, corriendo el riesgo de volvernos locos. Abrir con un poema el laberinto y luego sentarse en él a respirar despacio. Decir y escribir para no decir nada, o para graparse las venas a la carne con la propia saliva. Para abrir los ojos, como iniciando aquí el debate contra el mundo, con el verso que es al mismo tiempo un detenimiento de toda tuerca posible, de todo motorcito, de todo estiramiento de la historia misma. Despellejar o retirar la gran escama de la realidad para entrever el absoluto rojo del “hoy soy”, “ayer fui” o “quizás seré”. Y al final la bruma gangrenando las gargantas; y al garete todos los peces del mundo (que somos nosotros), con la resolana de la duda quemándonos la frente, sobre una marea tan gallarda como engañosa.
Este es el pabellón renacimiento: el milagro de la vida ahorcándose despacio con un cordón de palabras cargadas de relámpagos. Cagadas de relámpagos que intentan con sus destelladas alumbrar a un yo propositivo. A un yo que se afila el ojo, con la ceniza del hombre, ofreciéndole una semilla a su propio espectro. Entonces Mario Santiago Paspaquiaro, contenido en un núcleo incandescente, en algo parecido a una viruta resolviéndose a brincar hacia las pestañas, en un átomo que empieza a fragmentarse -trotando en su calor, corre y nos dice:
Si 1 espejo se acercara a mi cerebro/ vería a su propio espejo sin cerebro
Entre espumas de 1 tierno vacío girasol
Y la ternura del vacío y de lo estéril, nos conmueve.
Ahora entiendo que Mario Santiago/ Ulises Lima, urdiendo las estacas del infrarrealismo, para poner a temblar ese estatus quo medido por el canon y la burguesía (su centro o argolla coital, tendida ante nuestro rostro como un panal de gusanos) provocadores de una retórica academicista, de una simplicidad no ejemplarizadora, menos provocativa, optó por una poesía conversacional al puro estilo de Cummings; sin embargo, parecido a todo lo que habita nuestro desgajado reino latinoamericano, el peso de la realidad se apoderó de sus textos hasta volverlos en una cosa combativa. En una cosa extraña ahí, llena de plataformas surrealistas donde el semen generosamente se derrama, y el alcohol pregunta; donde hay zopilotes goteando al otro lado del teléfono y miles de laberintos torcidos en el cuello de un cisne que una niña acaricia sobre un lago cualquiera. Un moco colgante como tu ciudad o la mía, llena de chiqueros y vidrios, de ácidos y ladrones dorándose los torsos a las dos de la tarde.
Parecido a un búho, apertrechado contra un televisor donde se transmiten los últimos planos de los hongos de una bomba extranjera, imagino que Ulises Lima/ Mario Santiago escribe. Y lo hace con una furia tan trágica, tan caóticamente cinematográfica, que lo que sopla al final, de cada uno de sus poemas, es un peligroso desorden impregnado de la vitalidad más rabiosa. Asombro y candado hecho bullicio sobre el aire viciado de otros ojos abiertos:
Astros de esperma: martillos vivos escupo empujo lanzo al frente
a la calle o labio menguante en que te arrulles
Ni 1 dedo perderé/ ni 1 mano de mis naipes
Tu rocío: tus terremotos son mi hostia/ son mi droga (...)
Caldera de diablos eléctricos
tu piel contra mi piel hace milagros
Contra toda impostura, contra toda falta de oficio (sin perseguir oficialismos) y sin caer en una ordinariez horrenda, en un vacío de significaciones, en una falta de trama; sucede cada poema teatralizado con desparpajo trágico, como una fina travesura que lo que persigue es ofender y cuestionar, no provocar la risa. ¿Y qué decir sobre esto? Si hemos buscado muchos responder esas obesas preguntas celestes, mirándonos las uñas: ese granizo seco donde se arde. Y entendemos que reírse es una evasión válida, perezosamente válida, pero aún así preferimos, igual que tú, sobarnos el cráneo tendido artificialmente bajo el atardecer como una ventana, y decir frente a ese espejo: no es que me ría de mí mismo/ me dobla los tuétanos el existir/ & no lograr borronearlo. Comiéndonos luego el codo, para callar el exilio.
Entonces Mario Santiago/ Ulises Lima, verdadero clochard latinoamericano, va diseñando a través de la liberación extrema de sus formas, de un marginalismo coloquial y de ese recuperado hippismo utópico y retardado que nace contra las grandes transnacionales y el derrocamiento de la imagen, como algo banal y repetitivo (producido para las masas a lo Pop-Warhol) que liderara las poéticas de los 80´s en Ámerica Latina, el mapa cosido en cuero de mestizo de nuestros pequeños templos o manicomios híbridos por excelencia. Mapa erizado, no sólo por el registro de nuestra fauna carnavalesca, sino por provocar la lucha o el enfrentamiento de la imagen contra la imagen, taladrando el “símbolo sano” y la reubicación de sus significados. Decía Bachelard, que el poeta es siempre origen del lenguaje por la novedad de sus imágenes.
Así se arriba a la noche latinoamericana, a esta bellísima odisea sudada por remeros interminables (como un tapete de ingos, mandingos o judíos -así como de niñas, perros y cinturas), yéndose al garete –sin confiar en el cielo; mientras escribes tú o yo o cualquier sin vergüenza que advierta que esto también es perezosa evasión (algo así como una noche de juerga, inflamada de locas y botellas partidas) pero necesaria porque cada célula es un concierto demente, por agotarse. Y hay que ponerle un papel, dejarla garabatear lo que le de la gana, a pesar de que todo ya esté rayado, sudado, llorado a gajos.
El mundo es un cuaderno rayado
El mundo es un cuaderno rayado
El mundo es un cuaderno rayado