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De cómo las espadas se disuelven en la sangre
(3 miradas liricas sobre el mestizaje)

Por Wladimir Zambrano

 

 

 

 

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“La historia de la cultura se muestra como un proceso de mestizaje indetenible; un proceso en el que cada forma social, para reproducirse en lo que es, ha intentado ser otra, cuestionarse a sí misma...”[1] nos recuerda Bolívar Echeverría en torno a la realidad sudamericana, no solamente sometida al borde de un capitalismo salvaje y anti-ecológico, sino sorprendida en sus deseos de independencia y su violenta inserción en la llamada “Aldea Global”, la sociedad en redes y sus fenómenos tangenciales como el inmediatismo, lo virtual y lo descartable… Parte de un proceso de complicidad y alienación social, articulado por los imperialismos de turno para socavar el efecto real tras los términos ”Descubrimiento” y “Conquista”, construyendo desplazamientos de significados como si de un teatro de estereotipos y paraísos artificiales se tratara. Aspectos donde lo nacional  y sus productos culturales, poseen un tinte peyorativo y de segunda; un deseo latente de pasar la página de los muertos por la xenofobia, un deseo de maquillar las ciudades enfermas, un deseo… que a pesar de todo es una cicatriz en la negación de la raza (desde los censos poblacionales) o la poca confianza en la producción del arte local.

“Que tiempos estos en que/ hablar sobre árboles es casi un crimen/ porque supone callar sobre tantas alevosías”[2], repetía la voz del poeta para advertir que en el siglo XX los nuevos dones liricos estarían encaminados a desnudar la condición humana ante el fracaso del proyecto de  Modernidad  capitalista, quebrar la forma y definir con luces la aparición de la sangre nacional y los laberintos de la impunidad donde se restableció la raza.

Tres poetas ecuatorianos. Tres momentos distintos. Tres miradas. Un solo objetivo: Reescribir el símbolo del mestizaje nacional…

Primera observación (de abajo hacia arriba)

 “Boletín y elegía de las mitas” de César Dávila Andrade (Cuenca, 1918-1967),  es un extenso poema donde la memoria es individuo y población que se desdobla. El desgarramiento de un orgullo fabricado por el sol. La turba de los muertos que entre cobijas de oro ascienden…

“Yo soy Juan Atampan, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña .
Andres Chabla, Isidro Guamancela, Pablo Pumacuri,
Marcos lema, Gaspar Tomayco, Sebastian Caxicondor”

Nombres divididos (indio y español). Raíces mutiladas y repuestas. El fin del destino de una raza que conoció el poder y la monarquía de los dioses, de pronto sometida por la espada a asumir un peso mayor: el lenguaje y la religión: el bautismo de los nombres, el paso de la lengua imperial al hibrido del quechua y castellano, la transformación de los nombres milenarios, pues como bien se sabe: la capacidad de nombrar retiene y libera, ordena y desplaza...

Padecí  todo el Cristo de mi raza en Tixan , en Saucay,
en Molleturo, en Cojitambo, en Tavavela y Zhoral.
Añadí así más blancura  y dolor a la cruz que trujeron mis verdugos

Oh, Pachacamac, Señor del Universo,
nunca sentimos más helada tu sonrisa
y al páramo subimos desnudos de cabeza,
a coronarnos, llorando, con tu sol”

Por otro lado debemos recordar que este poema fue editado a finales de 1967, cuando el poeta - miembro del partido Socialista- seguía con atención las acciones revolucionarias en el continente (la guerrilla, el movimiento estudiantil, las comunas indígenas) buscando experiencias locales (etnográficas) llevándolo al punto de una transubstanciación con el dolor de los sometidos “que lo instala en la voz de "los otros" y habla desde ellos y con ellos; una forma de recuperar al sujeto "indígena", repensar la historia desde la perspectiva  de los subalternos —y no desde la historia oficial. Una nueva representación del nativo: el indígena reflexivo, resucitado, coherente, en contraste con las identidades fundadas y "memorizadas" a partir del colonialismo y la hegemonía occidental”[3].

“Minero fui, por dos años, ocho meses.
Nada de Comer. Nada de amar. Nunca Vida
La bocamina, fue mi cielo y mi tumba.
Yo, que use el oro para las fiestas de mi emperador
Supe padecer con su luz,
por la codicia y la crueldad de otros.

Pero después de dos años, ocho meses, salí.
Salimos seiscientos mitayos
de veinte mil que entramos”

La exaltación aquí no es producto de un romanticismo utópico, que elabora soluciones quiméricas a corto plazo, sino producto de una dialéctica del sufrimiento en torno a la condición humana (su posible progreso…) y su deseo de poder como fuerza creadora y destructora de significados sociales. Pues la raza fue golpeada, mermada, vejada y deformada, pero no extinta…

“Vuelvo, Alzome!
Levántome después del Tercer Siglo, de entre los muertos!
Con los muertos vengo!
La tumba india se retuerce con todas sus caderas,
sus mamas y sus vientres

Regreso
Regresamos! Pachacamac!
Yo soy Juan Atampam! Yo, tam!
Yo soy Marcos Guaman! Yo, tam!
Yo soy Roque Jadan! Yo tam!

Somos! Seremos! Soy!”

El mestizaje ha obrado su paso disolvente en el bautismo de la piel, pero su conciencia de clase retiene lo esencial para los nuevos giros de la historia.

Segunda observación (de adelante hacia atrás)

Cuadernos de la tierra” de Jorge Enrique Adoum (Ambato, 1926-2009) es una obra monumental publicada en cuatro partes. Los primeros dos volúmenes: I (los orígenes) y II (El enemigo y la mañana) aparecidos en 1952 abordan temas como la conquista y el mestizaje, pero vistos desde la realidad interna del híbrido que crece y se multiplica, buscando un imaginario real para el grupo que empieza una factoría de documentos, la regulación del tiempo en los sueños tribales que dirigen la vista hacia atrás. La reorganización del mapa, las clases y la necesidad de una voz para la historia  que recién empezaba a trazarse como cierta:

“-V-
Mi talismán de barro y el fluvial
progenitor de donde vengo,
me circundan ahora, entre
dulces cilindros y entre herrumbres.
Si alguien me pregunta
mi apellido, yo respondo: Hay
una mujer y un árbol en mi origen,
una mujer y el rayo. Y pienso
en ti, lúbrico arco iris, madre
isla saludable, padre océano
que estás a mi costado.”

Texto ganador del premio nacional de poesía, resaltado por su conmovedora palabra  ante la impunidad de las dictaduras raciales, la injusticia social y el marasmo de la opinión pública ante la lógica de los hechos.

“¿Quién soy,
he preguntado, de dónde
me vino este ser guerrero sin derrota,
este destino de extender la luz
como una mano mojada de resinas?”

Recoge las voces mestizas como imbricadas entre lo  propio y lo ajeno. “Un intento de justificar y explicar la historia, o tal vez de darle una justificación histórica a la voz poética de una nación en ciernes que todavía se dibuja cada mañana a través de la palabra del poeta”[4]

¿Quién me entregó las llaves
de países lejanos, los pasaportes
orales, la tenaz contraseña de exterminio?
De allí regreso y en la noche
o la tranquila ancianidad, reviso
mi fantasma: una cabeza sola, ese
alarido lleno de tierra y dentadura...”.

Los dos tomos siguientes: III (Dios trajo la sombra) 1960 y el IV (El dorado y otras ocupaciones nocturnas) 1961, muestran a un poeta decisivo en su lenguaje lírico, pero con la novedad de la violencia en sus expresiones de cólera. Mirándose en el tiempo pasado de una  actualidad decadente. Removiendo lo sembrado por la conquista española hasta llegar al descubrimiento del Amazonas. Una aventura hacia la muerte, presidida por un sino fatal y luego los días largos, grises y amargos:

“Mi camino. Marcado por los muertos.
Señales a la intemperie en un país
de frío. Esqueletos pelados
por la fiebre. Y cuatro mil.
Cadáveres. Coléricos. Estas
son mis cartas de marear y andar.
El mapa sanguinario a que me atengo
y trazo”

“Allí se libera de toda influencia anterior para llevar hasta límites estupendos la transmutación lírica y antilírica, épica y antiépica de la crónica y el mito"[5]… Allí se estropea la compostura…

Tercera observación (Doble línea Transversal)

Los diarios sumergidos de Calibán” de Ernesto Carriøn (Guayaquil, 1977). Texto ganador de la  Beca FONCA 2009, parte del Quinteto: Los Duelos de una cabeza sin mundo, segundo tomo de su colosal obra: Ø. Es la resemantización de algunos hechos centrales de la historia latinoamericana, configurada en los cabos sueltos o eludidos por la academia y sus programas de estudio; la sucesiva trasmutación de los valores y el planteamiento de una escritura ausente del sentido referencial, el movimiento de los icebergs en la palabra intuición, el universo del presentimiento en el sonido de la pólvora, tacto del oído, que pretende un sitio bajo la oscuridad volcánica de la piel  que nos cubre (aquellos intersticios de luz donde cada hombre es la sinécdoque de una búsqueda).

 “Hasta que el habla aconteció propiamente como diálogo, vinieron los dioses a la palabra y apareció el mundo. Pero una vez más importa ver que la actualidad de los dioses y la aparición del mundo no son una consecuencia del acontecimiento del habla, sino que son contemporáneos” [6] Se explica así otro aspecto importante de la conquista, creyendo sean los ritos un escalpelo de agua que cuestione la vigencia de la epidermis cultural, sus variaciones y sus cicatrices como la imposición de un dios, un culto, un conjunto de señores que lo administran y sus siervos… La conquista se ve acompañada así de la extrema peyorización de lo local ante lo extranjero:

“Yo te voy a contar
que no es verdad que estuvimos alguna vez aquí
 para taparnos la cara
O que subidos a las piernas de los
monaguillos volvimos a constituirnos
como la física experiencia de una familia

Ahora que dios va por el mundo
nadie nos ve ponernos tristes como un pedazo de puerto
(la sed captura a la obediencia
 y se ha tomado las pieles sin importar su forma)”

Por otro lado, en Carriøn, su biografía es la catarsis de sus personajes, así como las de sus personajes son las de él mismo. Escribe desde el pasado en tiempo futuro. Y como si fuera un dios poemático: el presente en él es la antigüedad más próxima a nuestra habitación de deseos. Además presenta laberintos cuyas paredes cambian de lugar y muestran los espacios ocultos donde habitan unos terceros y unos cuartos, a veces conocedores de los rostros que describen el poema, y otras solo conocidos por el autor que muda el espectro de la lógica  hacia el símbolo general de la levedad. Así, cuando leemos las tres partes del poema: Rumiñahui, estamos asistiendo a la descripción de estados reales en la psique del poeta, así como a las palabras que dicen los captores españoles, así como al último general del incario:

“Fuera prudente decir que quisimos su captura para contrariar las conciencias destrabadas Queríamos sus prendas de guerra representando acá mañosamente los homicidios colosales y tanta imaginería poética estrangulándolo todo…

Lo querían torturar hasta volverlo un hombre Así que en ascenso vertical a la hora del almuerzo se echó fuego a sí mismo haciendo volar por dentro los estertores y el canje del aplauso… “

Así llegamos a Calibán, el mítico personaje de La Tempestad, última obra de William Shakespeare, primera obra del teatro isabelino en que un personaje Latinoamericano es representado, surgiendo como el símbolo global de un mestizaje incomprendido y estigmatizado por Occidente. Sino del atavismo, la inestabilidad, la acefalia y la dependencia… Es la recolección de extremidades, huesos, órganos, ojos, lenguas y pedazos de sentimientos que estaban ocultos por la historiografía del vencedor o la infantil vergüenza de las civilizaciones electro-domésticas. Tema que alcanza su clímax en Pieza #52 Prueba irrefutable de la existencia de Calibán cuando el autor intercala en el poema una antigua lista de división racial usada durante la colonia “para la correcta administración del imperio”:

Antes de que la vida nos vuelva
inencontrables
o ruinas en lo que otrora fueran alfabetos luminosos en tardes profundas
déjame decirte que como la piedra
no nos retuerce nada
que si no tuvimos tiempo para reflexionar
sobre cómo se iba confeccionando nuestra
piel ( su pelo bruscamente abierto en seco
- su pájaro posible)
las manos agrietadas que sueñan con jabón
sobre estos ríos de piedra y cóndores de chispa
la moneda que parece ser un sol
pero que solo va llevándose la culpa

(...)

Entonces ya habíamos dejado de lado
Los maderos del muelle
Que como una bandada de cruces concentraba la vergüenza
de nuestro origen//

Su lista de reptil toda torcida por el fuego
como una S :

a) Español: podía ser peninsular (nacido en España) o de ultramar o criollo (nacido en América) El hijo de castiza y español se consideraba español. Dentro de estas casta existía un estrato superior lo dones y las doñas
b) Indios: También llamados en la documentación naturales
c) Negro: Traído como esclavo de África; también se uso negro criollo para los hijos de africanos nacidos en América
d) Mestizo: India y español
e) Castizo: De mestiza y español
f) Coyote: de mestiza e indio
g) Chamizo torna atrás: de india y coyote
h) Mulato: de negra y español
i) Morisco: de mulata y español
j) Albino: de morisca y español
k) Torna atrás: de albina y español
l) Torna ataras tente en el aire: de torna atrás y español (y este se mantenía en esta categoría aunque se mezclara con español, pero si se mesclaba con uno de sus misma categoría “desciende a lo mismo que negro”)
m) Chino: de india y mulato
n) Albarazado: de mulata y chino
o) Barcino de mulata y albarazado
p) Torna atrás negro con pelo lacio de mulata y de Barcino
q) Zambo (chino o lobo): de negra e indio

Al final nada pudimos arrancar de su lugar de origen (nada arrancaremos jamás de su lugar de origen)  y todo este cuento de mundo fue más bien volviéndose un acuario de raíces donde se asoman las estrellas a observar el atigrado de nuestro tajo Donde toda la sangre que hay en nuestro cuerpo es toda la sangre que anda en cueros por un patio iluminado como un desagüe de astillas (´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´)”

Addenda

Como acotación final debemos subrayar el hecho de que los textos comentados apelan al discurso documental sobre cada uno de los símbolos de su universo plástico particular, pues las palabras: Boletín, Cuadernos y Diario,  nos convocan al cuestionamiento de los medios y las formas para producir la verdad.

En los albores del nuevo siglo la poesía ecuatoriana continúa aportando luz a la memoria del espíritu humano. César Dávila Andrade, Jorge Enrique Adoum y Ernesto Carriøn: Tres poetas ecuatorianos. Tres momentos distintos. Un solo objetivo: Reescribir el símbolo del mestizaje nacional…

 

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NOTAS


[1] Bolívar Echeverría, La definición de la cultura, Ítaca, México, 2001, p.189.

[2] Bertolt Brecht, Poemas y canciones, Alianza Editorial, España ,2001

[3] Winston Morales Chavarro (La memoria poética e histórica en Boletín y elegía de las mitas (Mita Llakimanta Arawi), de César Dávila Andrade)

[4] Vásconez Rodríguez Belén, Peñafiel Larrea Freddy, En manos de la poesía, Campaña palabra y tiempo, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2004

[5] Pérez Pimentel Rodolfo, Diccionario Biográfico del  Ecuador

[6] Heidegger Martin/ Holderlin y la esencia de la poesía/ Fondo de Cultura Económica/ 2002



 


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De cómo las espadas se disuelven en la sangre.
(3 miradas liricas sobre el mestizaje).
Por Wladimir Zambrano