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Elicura Chihuailaf, el poeta azul, gana el Premio Nacional de Literatura
Por Fabián Llanca
Publicado en Las Últimas Noticias, miércoles 2 de septiembre de 2020
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En un sector rural de Asturias, en España, Elicura Chihuailaf supo ayer que había ganado el Premio Nacional de Literatura 2020. Debido a la pandemia, ha tenido que permanecer largos meses cerca de Oviedo y desde allí participó, el último tiempo, en el debate que siempre surge antes de la entrega del reconocimiento. La distinción, declaró apenas supo que había sido galardonado, "pondrá énfasis en que la naturaleza nos está dando una gran señal: conversando podemos avanzar por el ancho camino del buen vivir. La lucha nuestra es una lucha por la ternura".
Nacido en 1952 en la comunidad de Quechurewe, en la comuna de Cunco, el poeta se nutrió en sus primeros años de los rituales familiares, donde aprendió mapudungun y castellano. Estudió en el Liceo de Hombres de Temuco y obstetricia en la Universidad de Concepción, instancia en que comenzó a perfilar sus tópicos vinculados a la naturaleza y a la reivindicación de los pueblos originarios. Según él mismo ha confesado, la poesía fue asumida partiendo por su propio nombre: mientras la palabra elicura significa "piedra transparente", chihuailaf es definida como "neblina extendida sobre un lago".
Siendo un veinteañero, el poeta publicó su primer libro en 1977, El invierno y su imagen, y una década más tarde lanzó En el país de la memoria. Luego vendría una docena más, entre ellos De sueños azules y contrasueños y Sueños de luna azul, donde manifiesta su preferencia por ese color. "La casa azul en que nací está situada en una colina / rodeada de hualles, un sauce, castaños, nogales / un aromo primaveral en invierno / —un sol con dulzor a miel de ulmos— / chilcos rodeados a su vez de picaflores / que no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efimeros!", escribe en "Sueño azul".
Junto al escritor Guido Eytel editó la revista Poesía Diaria y en paralelo comenzó a trabajar en traducciones al mapudungun, lengua en la que también escribe sus versos. De este trabajo como traductor hay obras de Neruda,
Alonso de Ercilla y Víctor Jara, entre otros.
La postulación de Elicura Chihuailaf al premio mayor de las letras chilenas estuvo patrocinada por la Universidad de la Frontera, institución que implementó una campaña promocional que incluyó "conversatorios" y avisos en medios de circulación nacional. "Es la tercera vez", recordó ayer el autor a través del teléfono sobre las ocasiones en que había sido candidateado. La decisión del jurado fue por mayoría simple, lo que refleja la dura competencia que debió enfrentar, sobre todo cuando había voces que aseguraban que esta vez debía premiarse a una mujer, pues hasta ahora solo cinco han obtenido el reconocimiento.
En una reciente entrevista, Chihuailaf intervino desde este modo en el debate: "Debemos recordar que nunca el Premio Nacional ha recaído en un creador o creadora de ninguno de los pueblos originarios de Chile. Tal vez sea esta una oportunidad para que el jurado del premio contribuya a realzar la pluriculturalidad de nuestro país".
Entre sus poemas más difundidos destaca "La llave que nadie ha perdido": "La poesía no sirve para nada, me dicen / Y en el bosque los árboles se acarician / con sus raíces azules y agitan sus ramas / el aire, saludando con pájaros la Cruz del Sur/ La poesía es el hondo susurro de los asesinados / el rumor de hojas en el otoño, la tristeza / por el muchacho que conserva la lengua / pero ha perdido el alma".
Fronteras cerradas
El dictamen del jurado —leído a través de la plataforma Zoom por la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés— destacó la "vasta trayectoria" de Elicura Chihuailaf y "su capacidad de instalar la tradición oral de su pueblo en una escritura poderosa que trasciende la cultura mapuche". El coronavirus sorprendió al poeta en Barcelona, ciudad en la que participó en actividades literarias antes de que en marzo España cerrara las fronteras para instaurar a un estricto confinamiento. Aunque tenía pasajes para viajar a Sidney, Australia, donde lo esperaban en la Bienal de Arte, tuvo que cancelar los boletos y resignarse a permanecer en Europa hasta que la situación, dentro de todo, se normalice para abordar el vuelo de retorno a Chile.
Punta de lanza
Por Leonardo Sanhueza
Ahora parece que ha estado ahí desde siempre, pero hasta los años 90 era bien raro hablar de "poesía mapuche". En realidad, era bien raro hablar de cualquier cosa que tuviera que ver con algún pueblo originario, más allá de los clichés de la historia y de las hipocresías identitarias nacionales. Símbolos, cantos, cosmovisión: nada de eso parecía interesarles mucho a los chilenos.
La poesía de Elicura Chihuailaf viene de los sueños de sus abuelos y de la tierra en que nació. Quizás por eso uno puede encontrar conexiones entre él y Jorge Teillier, ambos enlazados por las potencias del hogar y de una naturaleza común. Es desde ese lugar que envió un recado al país mestizo, una punta de lanza que ha sido al mismo tiempo una interpelación históricamente justificada y una invitación al reconocimiento de un pueblo tan cercano como desconocido.
Uno de los méritos de Chihuailaf ha sido justamente el de haber puesto en órbita muchos asuntos de la mapuchidad, entre ellos su poesía o lo que él llama la "oralitura". A mediados de los 90, de hecho, fue anfitrión de un encuentro literario en la Frontera que me dejó una postal para el recuerdo: Nicanor Parra bailando un purrún de integración entre huincas y peñis. En más de un sentido el poeta del azul abrió la cancha para hacer visible una cultura que estaba bien a trasmano para los chilenos, allá lejos, en las rucas y fogones de Temuco adentro.
Fotografía superior de Héctor González