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Ternura y exuberancia: Elicura Chihuailaf publica sus memorias
Por Romina de la Sotta Donoso
Publicado en El Mercurio, viernes 8 de julio de 2016
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"Escribiendo este libro me di cuenta de que yo nunca salí del campo", dice Elicura Chihuailaf (64). Y describe con detalle la fauna y la flora de la casa que ocuparon en Cunco cuando su padre asumió como director de la escuela. "Después, en Temuco, cuando estaba interno, teníamos como patio el cerro Ñielol. Y en Concepción solo escuchaba el rumor de la ciudad. Y porque nunca salí del campo es que, como decía Neruda, sigo siendo rápido mil años después -ríe-. Tengo el ritmo rural; puedo hacer una cosa por día", agrega.
"No quiero salir de mi comunidad, abandonar los bosques que siempre camino, ver los pájaros, sentir el sonido de la poca agua que nos van dejando las 
forestales", reconoce. Por eso retornó a la casa de su infancia, en Kechurewe (Cunco). "Pero conversar es lo que me motiva", exclama.
Es lo que hizo el martes con liceanos likan-antai en San Pedro de Atacama y ante gente de todas las edades en Calama. Y es lo que hará hoy en Vicuña.
"Nuestra gente dice que lo principal en el vivir, que es breve como una nube, es conversar. Cultivar la tierra es necesario, pero cuando uno encuentra la posibilidad de cultivar el espíritu, eso es prioritario. Para eso hay que darse la tarea de encontrar las mejores palabras; por lo tanto, la palabra poética que habita en cada uno de nosotros. Y la mejor palabra poética está en la conversación. Tú te escuchas porque tú tienes verdad", profundiza.
El miércoles, y ante 350 personas, Chihuailaf lanzó sus memorias, "La vida es una nube azul" (Ediciones Universidad de La Frontera, 250 páginas, $14 mil). La fila para las dedicatorias duró 90 minutos. Además, se anunció que en septiembre estará listo el disco "Trawvn/ Reunión", con doce nuevas musicalizaciones de poemas de Chihuailaf.
"Rememorando esos días, me digo: en este sur, ¿hay algo más hondo que el silencio después de la lluvia? ¿Hay algo más evocador que el silbido del viento resbalando entre las cornisas de una casa de madera? (...) ¿Cuál es tu palabra, tu pensamiento?, me dice junto al silencio de la noche", escribe el premiado poeta. Y hunde sus raíces en el territorio, la familia y la comunidad. Recuerda al abuelo que invitaba a otros lonkos al guillatún, y cómo los niños ayudaban en los preparativos de la ceremonia, el eco de las trutrucas y cornetas, los alimentos, sus olores y sus sabores.
"A orillas del fogón, en noches de lluvia o de tormenta, junto al witral telar, o en la rara calidez del aire del verano en el que somos luz y frescor junto a las luciérnagas. En diversos momentos y edades escuchamos el Kallvf Epew, Relato del Azul, que nos habla del origen de nuestro espíritu mapuche. Eran casi siempre nuestros abuelos los que nos contaban ese epew y el de Treng Treng y Kai Kai", escribe.
Su infancia es exuberante, colmada de olores, texturas y colores, testimonio de la abundancia de la naturaleza. "Con el aprendizaje y la experiencia, aprecio como un niño que ve por primera vez. Escribir es ponerse en un punto de infancia, pero también de ancianidad, porque en la cultura nuestra dicen 'somos siempre una dualidad'; somos siempre niños y ancianos a la vez", apunta.
En el relato están siempre presentes una profunda ternura y el respeto, tanto por los mayores como por cada niño, como individuo. "En la comunidad nuestra se dice 'Escúchelo, está hablando su anciano'. No se le dice al niño '¿y dónde escuchaste eso?, que fue lo que más me sorprendió cuando llegué a la ciudad", comenta Chihuailaf.
En sus memorias también revisa su profunda amistad con Santos Chávez y Raúl Zurita, el impacto del Golpe y sus travesías.
-¿Siente usted una doble pertenencia mapuche y chilena?
"Yo, en primer lugar, soy mapuche; lo sigo siendo, más allá de que me hayan escolarizado y haya ido a la universidad y me haya titulado. Pero, indudablemente, asumo también la chilenidad, que no me llegó con violencia, como a otros, sino con mucha ternura. Yo amo esa chilenidad que me habita, y que siempre está hablando, en mí, con mi ser mapuche".
Respecto de su postulación al Premio Nacional de Literatura 2016, por la UFRO, la U. de Talca, la UC de Temuco y académicos de la UC, Usach y la U. de Chile, dice: "Ganarlo no me quita el sueño, pero puede ayudar a que el Estado chileno o la chilenidad asuman que aquí existe una cultura que tiene una profundidad muy grande en su conocimiento".
