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Elicura Chihuailaf Nahuelpan, Premio Nacional de Literatura 2020:
"Hemos ido olvidando nuestro ser nativo y es tiempo de recuperarlo"

Por Eduardo Henríquez Ormeño
Publicado en EL AUSTRAL, 25 de junio de 2023


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El premiado poeta mapuche, nacido y criado en esta tierra hoy llamada Araucanía, reflexiona acerca del "año nuevo" de los pueblos originarios del hemisferio sur que marca el curso de estos días. Entre recuerdos y significados, Chihuailaf define el we tripantu como un tiempo de hacer memoria y de reconectar con el hecho que somos sólo una parte de la naturaleza, a la que debemos respetar y cuidar.


EI año nuevo mapuche, we tripantu o nueva salida del sol es una invitación a reconocer la dualidad del ser humano, que somos espíritu y cuerpo, y es la oportunidad de hacer memoria y entender que somos parte de la naturaleza y no podemos ir contra ella. Ese "despertar" es el mayor significado que trae consigo esta fecha del año para los pueblos originarios del hemisferio sur y para todas las culturas que conviven en este territorio. Así lo cree el Premio Nacional de Literatura 2020, Elicura Chihuailaf, que luego de participar de una actividad escolar en Valdivia se da tiempo para hablar de la importancia de esta fecha del año para nosotros y para el mundo.


Elicura, apelando a la memoria y a la percepción de los sentidos, sobre todo, en la infancia, ¿cuáles son tus primeros recuerdos del we tripantu?
—Yo nací y crecí en mi comunidad, en Quechurehue, en la precordillera cerca del lago Colico, en un entorno que sigue siendo maravilloso, con bosques nativos, cantos de pájaros, esteros, vertientes, animalitos, aromas, en fin; crecí en una familia numerosa y donde mi abuelo era lonco de nuestra comunidad; entonces, toda ceremonia siempre era vivida intensamente. En estas se nos inculcaba el amor a la tierra. Tanto el we tripantu como el nguillatun eran ceremonias muy esperadas por la familia y por la comunidad. Mi primera memoria es en torno al fogón de nuestra ruca, construcción que se cayó para el terremoto del 60, y no era un festejo de solo dos días (21 y 22), este comenzaba mucho antes, con los preparativos. Todo empezaba con un llellipun (rogativa) en la casa familiar. Luego, mi abuelo salía a visitar a la comunidad. Todo partía también con un baño de mañana en el estero.

Eso es bien singular. ¿Por qué se hace este baño a la intemperie y en pleno invierno?
—(...) En nuestro caso, como el bosque era el patio de nuestra casa, bajábamos y se generaba una situación climática al entrar en el agua que no hacía dificil bañarse en el estero. Ese acto es y era fundamental. Porque, después, la sensación de comunidad con la naturaleza dispone una mirada al universo, a la tierra, a sentir que uno es parte de todo eso. Es un despertar muy bonito que cierra con el vapor saliendo del cuerpo humano. Recuerdo con emoción cuando nuestros abuelos y padres también nos invitaban a despertar y a abrazar los árboles. Ahí, con un pequeño coligue golpeábamos cariñosamente los árboles frutales y no frutales para despertar la sabia (...).

Si pudieras personificar el we tripantu, ¿con qué persona relacionarías esta festividad?
—Para mi el we tripantu son nuestros abuelos y nuestros padres, porque ellos nos ponían en conocimiento, nos despertaban y renovaban nuestra curiosidad hacia la naturaleza y, por lo tanto, hacia el universo.

En cuanto a significados, ¿cómo entiendes hoy, en tu adultez, esta fecha del año?
—Para mí es una mirada a aquello que está desparecido, una mirada a la memoria. Allí, con los relatos, los consejos de los mayores y las mayores que nos siguen hablando de lo que es el ser humano, que es infinito y pasajero a la vez, que es tierra. O sea, esta realidad del ser vivo y de aquel aparentemente inanimado, que es espíritu y es cuerpo. Eso es una enseñanza maravillosa porque uno comienza a pensar en aquel ser que habita tu cuerpo, en el diálogo entre el espíritu y el corazón decían mis mayores. El espíritu que viene del infinito, desde el azul del oriente, de donde se levantan la luna y el sol. Entonces, esta fecha es la invitación a reconocer esa dualidad que somos. Conversamos con nosotros mismos y esa mirada es la memoria; es pensar y asumir que la vida es una conversación permanente, y cuando nosotros hablamos son nuestros antepasados quienes hablan a través de nosotros, habla su memoria y tenemos la tarea de darla a conocer a otros. Eso me sigue sorprendiendo, que somos niños y ancianos a la vez. Esta fecha es también esa conexión con la totalidad, con la voz de la naturaleza.

Respecto de esta voz de la naturaleza, a tu parecer, ¿qué relevancia tiene hoy esta festividad, que es importante para todos los pueblos originarios del hemisferio, en los tiempos de cambio climático que corren?
—Es central prestar atención a lo que nos muestra el ciclo de la naturaleza. Frente a la crisis climática este recordatorio de la naturaleza nos invita a generar un cambio. No existe un ser humano sobre la faz de la tierra que no provenga de algún pueblo originario o nativo (...). Entonces, es un llamado a retomar esa memoria que nos dice que los seres humanos no somos el centro de la naturaleza como lo ha pretendido un pequeño grupo de poder que no repara en destruir (...). Nuestra gente dice: queremos desarrollo, pero no lo queremos contra la naturaleza. Ir contra la naturaleza como está sucediendo es ir contra nosotros mismos como seres humanos. Nosotros hemos ido olvidando nuestro ser nativo y es tiempo de recuperarlo.

Elicura, respecto de tu quehacer como poeta y oralitor, ¿en qué proyectos estás trabajando hoy?
—Bueno, como he dicho antes, tengo una sola conversación; permanentemente estoy 'literando' y la motivación de mi escritura siempre es la naturaleza y la defensa de la naturaleza, porque es la defensa a todos los seres vivos; por lo tanto, de los humanos, pero viviendo en un sentido de colectividad, sin egoísmos. Mi poesía sigue ese afán. Siempre estoy escribiendo, sin apuro, ojeando día tras día ese gran libro que es la naturaleza, la tierra; y pensando en las infinitas hojas que no alcanzaré a leer. Mi conversar y escribir apuntan a esa posibilidad de que quienes tienen memoria viniendo de otras culturas despierten con esta nueva salida del sol y retornen también los sueños, porque no sólo somos presente.

—Si bien estás escribiendo, sin apuro, ¿te has propuesto publicar algún volumen en lo venidero?
—Sí. Va a aparecer editado por la Universidad de La Frontera un libro que salió en Internet el año 2020. Se llama 'El azul del tiempo que nos sueña'. Y bueno, yo siempre estoy tomando notas que pronto se podrán leer en otras dos libros. Uno será la continuidad de 'Recado Confidencial a los Chilenos y Chilenas', esta vez dirigido a la juventud; y también la continuidad del libro 'La vida es una nube azul', cuya primera parte fue publicada por la UFRO y por LOM. Se trata de un libro de memorias.


 

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