La historia es dura, tan dura que hace falta imaginación para narrarla. Inventar un alter ego que dibuja entre el liceo y la pieza de allegado. Un vampiro que sólo desea ser humano porque está cansado de esta muerte, la existencia inmortal que se enseñorea sobre los vivos tres milenios después de la llegada del Señor Abominable.
Vivir de allegado en la casa de un tío “aborrecible”, no el hermano gemelo que siente como su vieja, sino un ser espantoso que aparentará amabilidad esos días en que la gente creyó que venía la alegría.
Ernesto Garrat en Villa Frei
La vida de allegado transcurre en silencio, Garrat habla por telepatía con su madre, para no despertar a esa “familia” al otro lado del cuarto. Gira la perilla de la puerta en un acto de magia, también silencioso, para permanecer invisible ante la furia del tío y sus miserables hijas.
En otros tiempos ha vivido de allegado, mientras su madre trabajaba puertas adentro, ha ido enquistando odio en todas esas habitaciones malditas. Fue perdiendo su reflejo ante los espejos de tanto ser invisible, por eso inventó a este vampiro que desea ser humano, porque Garrat en el fondo de su alma sólo desea ser humano, que lo traten de manera digna a él y a su madre, se transforma en vampiro porque este puede volar y defenderse, salvar a una compañera del liceo de las ruedas de un bus, así como el vampiro puede volar porque ha elegido no beber sangre humana, él puede visionar el futuro del resto. Ha ido aprendiendo a odiar al resto de los vampiros, los que viven a expensas de la debilidad. Ese odio le va inyectando fuerzas.
La vida invisible del allegado es un infierno eterno, sólo un vampiro sin colmillos sería capaz de subsistir, verse de nuevo reflejado en un espejo. El odio corre por sus venas y se mezcla con su sangre de ratón, ese origen mezclado con el odio lo hará levitar, enfrentar las injusticias e insultos, el odio le dará fuerzas, lo volverá mortal, un ser humano capaz de terminar con la muerte eterna que se experimenta al interior de esos cuartos que se suceden hasta el infinito.
La novela carga con ese odio, pero más con el amor por su vieja, esa señora mayor que saca fuerzas donde no existen. Madre soltera, el padre era peruano y murió violentamente de un disparo. El pasado no trae buenas cosas y Garrat ha transformado ese odio en ganas de vivir, en superar esas injusticias y los malos tratos. La defensa de este niño ha sido la imaginación, no un realismo mágico pelotudo de seres inventados, sino uno donde la vida y la muerte coexisten sobre la tierra. Será un portal interdimensional entre el mundo real y un futuro donde el bien se impondrá sobre el mal.
Garrat levita para salvar una vida, puede cambiar el futuro porque es la única opción que le queda. El eterno pasado es un infierno, los cuartos silenciosos son infinitos. Pareciera no tener fin y ese pasado sólo puede ser revertido fuera del ataúd representado por la pieza. El liceo es ese afuera, el lugar donde pese a luchar con otras fuerzas, se las arreglará para enfrentar a sus demonios.
Los pasajes narrados en el baño del liceo, la biblioteca, Irarrázaval y los flipper, la chica que se interesa por sus dibujos, todo eso acontece a partir de los lunes. Fuera de los blocks de la Villa Frei. Todo trabajador y todo estudiante odia los lunes, pero Garrat los ama debido a que en ese espacio puede respirar, maldecir, gritar, besar, puede ser un ser humano o un vampiro fuera del ataúd.
Todos los elementos mágicos son de verdad, son los que le permiten subsistir en este mundo donde hasta el hermano gemelo es capaz de abusar de su hermana de menos recursos, sólo porque puede hacerlo y decide creerle a una hija mala leche que se infringe una herida para que echen a los “allegados de mierda”.
Por pura maldad, porque pueden y porque un ser humano en situación de poder suele pisotear al oprimido. Puede ser un creyente de una secta que está convencido que los peruanos atraen el mal. Esa maldad pura es la que ha soportado Garrat en su corta vida, es la fuente de su odio, pero este vampiro transformará ese odio en ganas de vivir, dispuesto a despojarse de sus colmillos para dejar de ser invisible.
Los mundos de la cosmogonía mapuche conviven en esta novela. El vampiro como personaje gótico podría simbolizar al que resucita de entre los muertos. Otra versión distinta a la cristiana.
El ejercicio de escribir esta novela, para el autor-personaje, es como un exorcismo a la inversa. No es para sacar al demonio y rescatar el alma, sino que este exorcismo sublima al demonio que lleva dentro (el odio) y permite al personaje (autor) un renacer. La primera persona magníficamente ejecutada, desprovista de ego. Hacerse visible, equilibrar la balanza entre el bien y el mal y poder elevarse desde su vida de allegado silente para gritar al mundo su existencia.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com ALLEGADOS, novela de Ernesto Garrat Viñes.
Hueders, 2018. 188 páginas.
Comentario de Aníbal Ricci Anduaga.