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Entrevista a Christian Aedo

Por Ernesto González Barnert


Imposible obviar el nombre de Christian Aedo (1976) en nuestros días. Años decantando el oficio –como editor de Ripio Ediciones y autor-, lo hacen una pieza innegable del rompecabezas poético actual. Y que tuvo en la edición de su primer libro Recolector de pixeles, nota alta. Poemario que acaba de reeditar en su sello editorial, ahora en tapa blanca. Y con la misma poesía que en ese entonces supimos subrayar.

Hace unos meses estuvo en Argentina trabajando codo a codo con autores de latinoamerica y, en especial, argentina, su línea poética. De esa y otras experiencias, trae como fruto la publicación en la destacada editorial Mansalva de su nuevo trabajo poético: No más de un segundo. Que espero leer apenas pueda. Y una claridad de lo que quiere y no. Que obligan actuar rápido para sacarle algunas respuestas con el cuestionario. Hacer frente a toda la fuerza de una voz que nos recuerda la definición de Pound de la lectura (porque la escritura de Aedo es lectura) como el arte de réplica.

- ¿A qué distancia del paraíso te encuentras?
- Muy lejos del paraíso y el infierno, o  del purgatorio, o el anteparaíso o cualquier otro tipo de sala de espera por alguna tierra prometida. Trato de estar a la distancia en la que me sostienen mis pies en la tierra, en el contexto.  

- ¿Qué cosas empujaron o marcaron tu decisión de ser poeta?
- No fue una decisión, solo se fue dando, digo, lo de escribir. No creo en la figura del poeta como algo preexistente, como un estereotipo o un disfraz de prometeo mesiánico o maldito. Creo más bien en los recorridos que en las partidas o llegadas, todo el mundo hace el suyo y todos tienen una experiencia, algunos la escriben otros hacen otras cosas. Pero hubo algo que me dio mucho tiempo para leer  desde chico, el insomnio es parte del recorrido.    

- ¿Cómo es tu proceso escritural?
- Dudar, sospecho de todo, de mí, de estas preguntas, etc. Me pregunto más que sentenciar, prefiero la pixelación de la duda a la iluminación de las respuestas y verdades, si hay algo que creo político en el lenguaje es eso, la posibilidad de tensar lo que se cree, lo que vemos, lo otro me parece réplica, no repetición o reciclaje, sino síntoma del mercado dominante. 

- ¿Para quién escribes?
- Tengo mala memoria, escribo para no olvidar y para las personas que quiero.

- ¿Qué autores o artistas marcan ese proceso?
- Diría que todos los que conozco, he visto o leído, pero mencionaría dos que siempre van y vienen,   W. Benjamín y M. Duchamp, dos raros poetas que disfruto sin ninguna ambición.

- ¿Cuáles son tus diez libros favoritos?
- Como dije tengo una memoria horrible, sobre todo para títulos y nombres, de lo que estoy seguro es de que son más de diez, no solo libros sino que autores y obras. Ahora podría mencionar a J. Brodsky, Lihn, Neruda, Allende, Violeta Parra, Droguett, Lira, Silliman, Benjamin y Martínez. O podrían ser otros diez, quizás sería más fácil decir los que no me gustan.

- ¿Cómo ves la poesía actual chilena? ¿Y dentro de ella a tu promoción?
- No creo en las promociones como partidas o productos de una fabrica. Prefiero hablar de afinidades, contextos o complicidades, esto último creo configura una escena. Escena que en este instante pasa por un gran momento en términos de producción, claro que falta mucho por recorrer, hay muchos textos y buenos trabajos, no creo que antes fuera distinto, pero el trabajo de editoriales independientes hace, que con toda las dificultades que existen, la circulación no este monopolizada por las fruiciones estéticas de un grupo y sus tutores. Esto permite que dentro de la escena se puedan identificar voces que se desprenden de los estereotipos y la neurosis farandulera de figuración, comienzan a verse trabajos que experimentan y experiencian el campo poético con mucha capacidad critica,  reflexiva y estéticas, aquí mencionaría a Edson Pizarro, Julieta Marchant,  David Bustos, Carlos Cardani, Alejandra Fritz, Jaime Pinos, Diego Ramírez, Roxana Miranda, Víctor López, Alejandro Zambra o Antonio Silva por mencionar afinidades. Pero el problema es la recepción de las obras y la falta de un andamiaje cultural, algo que por un lado se naturalizó y se llenó de acrobacias y personajes tipo yingo, cristos barrocos y cotidianos. Un problema que ya no depende solo de los autores y editores, es un problema de carácter colectivo, político y transversal, chile no se oye ni a sí mismo, de ahí que valgan más los personajes que los ciudadanos, la ficción heroica sobre los derechos. Esto también afecta a muchos de los autores por los que siento afinidad, hace ingrato el trabajo, pero son sujetos con mucho temple. 

- ¿Cómo vez la literatura chilena en cuanto a ser uno de los editores de Ripio Ediciones?
Pienso que la situación es la misma que en poesía, claro que en mayor o menor grado, la falta de un aparataje y flujo cultural, termina por concentrar y peligrosamente estratificar los espacios de circulación de las obras, hay toda una memoria literaria entrampada en esto, que por un lado se libera lentamente ya sea por el trabajo de editores, gestores, en talleres o profesores que independientemente hacen esa labor, pero por otro se encuentra condicionado a ciertos espacios. No digo que todo el mundo debe leer, sino que esto debería ser una decisión, no una condición, un derecho como parte de la educación. Perec decía que tenemos derecho a cerrar un libro, lo importante aquí, es tener esa facultad.         

- Qué significa Recolector de Pixeles para tí?
- Es muy pronto para saber algo más, aparte de que es un comienzo.

- ¿Cuál es el poema o texto favorito de tu obra?
- Obra tiene Lihn. Yo tengo un trabajo.
Esto es parte de un libro que se publicará por marzo en Argentina, que escribí en el marco de la residencia Prueba de Soledad en el Paisaje que organizó el colectivo Estación Pringles.
Me gusta, como me gusta que la vecina condene a Videla a una Cárcel Común y no a un hotel.

El Gran Ganso (Quiñihual)

Como la humedad sobre el entramado ferroviario
                          sobre el ramal como un cadáver o las huellas del combate
lento
poblándose 
en el coma invernal de la Cigarra inmóvil en el cementerio de armadillos
      en las proximidades de la ciénaga
                                                                existiendo

inevitablemente existiendo                 como la hierba entre la ropa
en la memoria o en el mito

en el aroma vago de la Manzanilla o los Dientes de León, inmaterial
como el profundo rumor del viento en los molinos
entre  los Álamos,
los Nogales, en el Jazmín del Cielo
como el recuerdo de una chica drogada
insostenible como un recuerdo separado de su cuerpo
glacial
como todo lo que no podemos decir
imposible      como antes
        en las líneas infinitas de las hormigas
         sobre toda la extensión temporal de la sierra
como los Chimangos guerrilleros, en el zumbido de las Abejas jornaleras
en las Torcazas y Calandrias
aguaceras de la noche
con cautela milenaria de pensamientos incompletos
simplemente buscándote en el incierto vuelo de las Tijeretas solares
en los Benteveos en los Ciruelos como un rayo vago en la planicie
tras el temor de las ovejas o
 en la estampida fulminante de las liebres correntosas
en los grillos vegetales
junto a las ranas y los sapos
enamorados de su canto
lunar
como un imagen que se graba en la superficie blanda de la memoria

Inevitablemente
Poblándose                                existiendo
como plaza de mayo en medio de la noche
el paisaje se ilumina

- ¿Qué libros nunca has podido terminar de leer?
- Muchos, creo que solo se terminan de leer los manuales.

- ¿Cuál es para ti el gran libro olvidado de la poesía chilena?
- Pienso a la poesía chilena de los últimos 20 años como un gran libro, olvidado.

- ¿Cuál fue el último libro de poesía chilena que leíste?
- Lo último fue Chaquetas Amarillas de Andrés Anwandter y Té de Jazmín de Julieta Marchant, buenísimos.

- ¿Qué libro estás leyendo ahora?
- Diarios de John Cheever, que en realidad nunca termino de leer. Y Galaxias de Haroldo de Campos.

- ¿Quién te gustaría que recibiera el Premio Nacional de Literatura?
Me gustaría que lo reciba Norberto Navarrete, autor de Los Hijos de las Siglas, poeta revolucionario de los 60.  

- ¿Qué palabras le dirías a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que ha decidido ser poeta?
- Que las decisiones son tautologías.

- ¿Qué cosa te quita el sueño?
- El insomnio. 

- ¿Qué te escandaliza?
- El peligroso giro conservador de Chile, la ficción de progreso que tenemos de nosotros mismos.
 
- Y por último ¿A qué le tienes miedo?
- A que tanta gente güena viva en el mismo país, a la moral mezcla de religión y comercial de cerveza que llena ese corazón de chileno que hay tras la sonrisa de Piñera.


 

 

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