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          Por Ernesto González Barnert 
         
        Es   un libro de poesía, corresponde. Sobre todo teniendo en cuenta la poca capacidad   de nuestros narradores chilenos para ser políticamente incorrectos. Y cuando lo   son, ajustados a lo que se espera como rebeldes o bravos. Aquí, Juan Podestá,   simplemente, se sale con la suya. Más que ajustar su buen par de golpes bajos -o   al aire- contra el crimen organizado de la poesía, prepara un cóctel con la   dosis exacta de oficio y veneno, lucidez y mala leche. Y sabe bebérselo en un   ambiente oscuro.  
        No   resolver nada. Sí, mantener cierta dosis de coherencia ética a contramano de la   propia ganancia o interés, un alto grado de lucidez en medio de la violencia y   el apunte de cara al espejo, un humor bilioso, mala leche frente a la retórica   del poder y el monopolio de la fuerza…frente a la mediocridad política y   burocrática. Y, por supuesto, una búsqueda de la “verdad” que se sobreponga nada   de airosa y sobreactuada al difuminado bien y mal de la propia realidad… sin que   caiga de lleno a la papelera del cartón-piedra ni a la retórica del héroe o   víctima. Aquí, consecuentemente, tendrás tu merecido. 
        Además   suma o mezcla –como si fuera poco- fragmentos y ensayos del diario secreto del   escritor. O más bien, las glosas de una novela o libro de cuentos “en   construcción”, cargado de interesantes reflexiones literarias y escenas oscuras,   turbias y en toda su crudeza (incluso en el uso del lenguaje). Todo el rato el   lado B de la propia biografía y la ciudad del crimen y del suicidio. 
        No   es un libro de poesía que trata de ser una Novela Negra. Es una Novela Negra   encañonada por la poesía. Recordándonos que si puede existir una literatura   social, debe estar cerca de los intestinos (y no del departamento de género en   la universidad por ejemplo), hacerse cargo de la descomposición, ser bruto y   políticamente a la contra (sobre todo de la misma “contra”) del Chile que quiere   vestirse de seda en el Bicentenario. 
        Sin   duda, un libro que solo podía ser publicado en Bolivia, por Yerba Mala   Cartonera. Y que esperamos meses, ansiosamente, sabiendo del oficio con que   Podestá (Tocopilla, 1979) carga y desembucha.