Novela Negra (Yerba Mala Cartonera, 2008) De Juan Podestá Barnao
Por Ernesto González Barnert
Es un libro de poesía, corresponde. Sobre todo teniendo en cuenta la poca capacidad de nuestros narradores chilenos para ser políticamente incorrectos. Y cuando lo son, ajustados a lo que se espera como rebeldes o bravos. Aquí, Juan Podestá, simplemente, se sale con la suya. Más que ajustar su buen par de golpes bajos -o al aire- contra el crimen organizado de la poesía, prepara un cóctel con la dosis exacta de oficio y veneno, lucidez y mala leche. Y sabe bebérselo en un ambiente oscuro.
No resolver nada. Sí, mantener cierta dosis de coherencia ética a contramano de la propia ganancia o interés, un alto grado de lucidez en medio de la violencia y el apunte de cara al espejo, un humor bilioso, mala leche frente a la retórica del poder y el monopolio de la fuerza…frente a la mediocridad política y burocrática. Y, por supuesto, una búsqueda de la “verdad” que se sobreponga nada de airosa y sobreactuada al difuminado bien y mal de la propia realidad… sin que caiga de lleno a la papelera del cartón-piedra ni a la retórica del héroe o víctima. Aquí, consecuentemente, tendrás tu merecido.
Además suma o mezcla –como si fuera poco- fragmentos y ensayos del diario secreto del escritor. O más bien, las glosas de una novela o libro de cuentos “en construcción”, cargado de interesantes reflexiones literarias y escenas oscuras, turbias y en toda su crudeza (incluso en el uso del lenguaje). Todo el rato el lado B de la propia biografía y la ciudad del crimen y del suicidio.
No es un libro de poesía que trata de ser una Novela Negra. Es una Novela Negra encañonada por la poesía. Recordándonos que si puede existir una literatura social, debe estar cerca de los intestinos (y no del departamento de género en la universidad por ejemplo), hacerse cargo de la descomposición, ser bruto y políticamente a la contra (sobre todo de la misma “contra”) del Chile que quiere vestirse de seda en el Bicentenario.
Sin duda, un libro que solo podía ser publicado en Bolivia, por Yerba Mala Cartonera. Y que esperamos meses, ansiosamente, sabiendo del oficio con que Podestá (Tocopilla, 1979) carga y desembucha.