
            
            Whitechapel (DasKapital, 2009), de  Camilo Brodsky Bertoni.
        
          Por Ernesto González Barnert
         
        Con el dominio  despótico de un maestro, pero sin la crueldad de un campeón, Camilo Brodsky (Santiago, 1974), pone en nuestra  mano uno de los mejores libros del 2009. Uno que sabe picotear en nuestros  fundamentos y no en los efectos. Ahora que no saber quien es el asesino nos  asusta poco: lo importante es saber todo sobre el muerto. Camilo nos corrige en  seco, recordándonos el verdugo. El mal y crimen que corroe arcadia como el  propio corazón. 
        Podríamos criticar  la indecisión ortográfica, a veces la ocupa, la mayor parte no. Pero no parece  joder el conjunto, empañar este embate  que no acaba. 
        Todo ha devenido Whitechapel. Y Camilo ejecutó una faena  de aliño.
         
        
          2 textos
          los incestos
          en la pieza de pensión ahí en Quintero
            sonríe recordando nuevamente
            el sabor húmedo y fragante del tabú; 
            un incesto en la tarde marina
            penetrante como el yodo junto al muelle
          en el suelo los calzones de la hija
            que yace amoratada, aún borracha el
            brazo colgando, su tatuaje borroso
            deslizándose borde abajo por la cama
          Hasta el suelo
          
           
          las versiones del silencio
          Soy más bien un
            retratista al que el sopor
            barroco que lo acecha en
            los pliegues claroscuro le
            ocultara los detalles las
            arrugas de los rostros